Construidos por los vecinos de las parroquias de Martín y Fornelos y utilizados para la molienda desde los siglos XVII y XVIII, los emblemáticos molinos de O Folón, en O Rosal, a punto estuvieron de sucumbir al devastador incendio que desde el lunes afecta al municipio. Finalmente, aunque las llamas sí calcinaron el sendero de acceso y la práctica totalidad de la vegetación que las rodea, no resultó dañada ninguna de las 67 construcciones, completamente reconstruidas desde hace más de dos décadas y declaradas bienes de interés cultural.

"El panorama desde arriba es desolador", comentaba ayer, tras una ronda de reconocimiento, Juan Ramón Martínez, que desde hace años ejerce de guía por este singular espacio entre los ríos Folón y Picón. "Más de 20.000 visitantes han pasado por aquí en los últimos diez años", señaló, sin cuantificar el gran número de curiosos y senderistas que se acercan atraídos por esta ruta de alto valor patrimonial que se ha convertido en el principal reclamo turístico de O Rosal.

A pesar de que las construcciones siguen en pie, Martínez cree que el espacio ya ha dejado de ser lo que era. "No será igual, ya falta esa vegetación, ese paisaje que dejaba a la gente con la boca abierta y que tardará años en recuperarse", indicó.

Quienes no pudieron conocer ya este espacio natural fueron dos jóvenes suizos que se acercaron a mediodía a la zona, guiados por Sebastián Cancela, también suizo aunque con familia en O Rosal. "Yo vine hace dos años y quería mostrárselo a ellos. Desgraciadamente no va a ser posible. La imagen es terrible", apuntó.

Tras el devastador paso del principal frente del incendio el pasado lunes, que amenazó también a varios núcleos de viviendas situados en las proximidades, ayer todavía quedaban rescoldos activos en esta zona que, a pesar de los esfuerzos realizados por los efectivos de extinción, terminaron de arrasar las zonas de monte afectadas.

"Aunque ahora nos ves más tranquilos pasamos las horas más terribles de nuestras vidas", comentaba Paz Araújo, que con su hermana Carmen y unos sobrinos se acercó hasta la zona de los molinos alertados por el humo que volvía a salir del monte.

"Fue una noche desesperante", recalcó a su vez Carmen, recordando cómo vieron rodeadas sus casas por el fuego: Ardió todo en círculo, la gente no podía quedarse dentro de casa por el humo, había personas chillando y corriendo a buscar lo que fuera para contener las llamas".

Tras ver fuera de peligro sus casas, las dos hermanas lamentaban también la pérdida del monte y de la ruta de los molinos. "Venían muchos autobuses de turistas, incluso extranjeros", aseguró Paz, quien indicó además que las pozas de Loureza, otro espacio natural "precioso", se perdió con el incendio.