La “vocación” de Manuel Rey Cordeiro es volar. Por eso este vigués se tacha a sí mismo de “apasionado del vuelo” y no es extraño que acumule 9.000 horas en aparatos con motor. Si se suman las practicadas en ala delta, parapentes o ultraligeros, con algún papel destacado en acrobacias incluido, ascenderían a 12.000.

Rey Cordeiro, comandante en una aerolínea de pasajeros, resultado de muchos años de formación, “coraje” y “voluntad”, no diferencia entre llevar a una o a doscientas personas. “La responsabilidad de llevar la vida de la gente en la mano es la misma. No puedes tener el más mínimo fallo”, señala. En los días en que el cielo es azul, volar, dice, es un “placer” a sabiendas que está “ejecutando una labor de alto riesgo”. La situación cambia si hay mal tiempo o el avión presenta alguna anomalía. En esos casos, el carácter es clave junto a la formación: “Debes estar mentalmente equilibrado porque hay momentos en los que debes tomar decisiones importantes; es recomendable ser frío y calculador y se requiere aplomo y sabiduría”. Esa capacidad, afirma, es la que marca la diferencia entre llegar a comandante -un puesto que implica que la compañía “te confía” la responsabilidad de la operación de un avión, en su caso, la de un Airbus 320- o quedarse de copiloto, si uno no es “apto”.

Aunque esta figura es “muy necesaria”, alega, porque “cuatro ojos ven más que dos” y además, “¿qué ocurre si le da un infarto o una indisposición a un piloto?” Puede ocurrir, a pesar de que pasan revisiones médicas cada año -y un examen de capacitación de vuelo cada seis meses que deben superar para mantener la licencia-. Por eso en un tren como el Alvia, opina que no sobraría la figura de un acompañante. Con todo, y pese a explicar que es cierto que la seguridad aérea también depende de los servicios de inspección civil, de los técnicos de mantenimiento y controladores, a su juicio, la figura del comandante es la del “principal y ultimo responsable “independientemente de lo que hagan los demás “La última decisión siempre recae sobre ti”, enfatiza. Sabiendo, eso sí, que “somos humanos y cometemos errores”.