Con su meteórica trayectoria y la acostumbrada tendencia de la sociedad a dibujar mitos, sobre todo si el personaje en cuestión prefiere los segundos planos, la leyenda de Rosalía Mera acabó por asumir como propio uno de esos gestos merecedores de alabanza que destacan la biografía de la empresaria desde su fallecimiento. "Enseguida te los colocan, sean ciertos o no", comentaba entre risas durante una entrevista en Canal+ el pasado año, para referirse, precisamente a Sandra, la primera hija del matrimonio con Amancio Ortega. Fue ella la que quiso acabar el instituto en un centro público y no su madre. Una declaración de intenciones de la heredera de la cofundadora de Inditex en plena adolescencia. Probablemente porque ya entonces ambas compartían una misma filosofía para una vida que, según aseguran en su entorno laboral y de amistades, no se entiende la una sin la otra. Paseando por A Coruña, con un café muy cerca de la sede de Paideia o juntas de vacaciones. De hecho Sandra estaba con su madre en Menorca. Su fallecimiento la catapulta al foco público, ante una transición presumiblemente tranquila en el legado de una mujer única.

Sandra Ortega Mera tiene 44 años, un marido, Pablo Gómez, al que conoció en el instituto y trabajó en Inditex, tres hijos y el enorme peso de dos de los apellidos ligados para siempre a la historia de la economía española. Esa decisión de dejar el colegio religioso coruñés de las Esclavas -el más cerca, justo frente a la que fue residencia familiar- para cursar COU en el Instituto de la Sardiñeira es de lo poco que se conoce de ella. Mano a mano con su madre, Sandra lleva las riendas "de gran parte" de Paideia, según comentan algunos trabajadores de la fundación. "Es ella -dicen- más allá de su condición". El día a día de Rosp Corunna, la sociedad bajo la que se articulan la mayoría de las grandes participaciones empresariales y el apoyo a proyectos punteros, dependía más de Rosalía Mera. "Trabajadorísima", insisten en el círculo de la fundación para referirse a Sandra.

Muchos de los empleados pasaron por las manos de la hija de la empresaria para entrar en la organización. Sin saberlo. "Me enteré días después", cuenta una de ellas. "Yo cuando salí de la entrevista", recuerda otra. "Fue concisa, directa, pero nunca desveló lo que estaban buscando exactamente -continúa- porque parecía más interesada en saber qué es lo que pensaba de varios temas y cuál eran mis objetivos en general en la vida y el trabajo". Con una voz sin demasiada intensidad. "La sensación -apuntan- de que pensaba antes de hablar". Y discreción. La característica que curiosamente hizo más popular todavía a sus padres y que parece que Sandra Ortega Mera lleva en los genes.

El retrato que de ella hacen sus conocidos coinciden en dos rasgos más. La sensibilidad y la entrega a su entorno. Es difícil encontrar a alguien en general que esté dispuesto a hablar sobre la mujer más buscada estos días, e imposible si se pregunta por alguna hipotética debilidad. Todo son buenas palabras. Deportista en su juventud, ahora con apego al cuidado de caballos -una cierta semejanza con su hermanastra Marta, jinete-, hogareña, muy pendiente de su hermano Marcos, con síndrome de down, y que en parte permite entender, junto con el "gran apego a la gente", que escogiera la carrera de Psicología.

Por empeño materno, Sandra acudía a "muchas" actividades extraescolares. La educación en valores fue una constante, como la propia Rosalía reconoce, en el hogar de los Ortega. Hasta el punto, según cuentan algunas de las compañeras de la primogénita en Esclavas, de que la empresaria no dudaba en convencerles de que también se apuntaran y "regañarnos si faltábamos".

Sandra y su marido quisieron que sus tres hijos también fueran a un colegio público. Primero en As Pontes y ahora en Santa Cruz, en las afueras de A Coruña, donde se encargó de la APA del centro. La "coherencia" que aplaude su madre. "Yo creo que tiene mucho mérito", aseguraba en Canal+. "A veces tener unos padres brillantes en algún sentido, conocidos, con algún mérito -añadía- puede aplastar en el qué ser, en cómo ser yo al lado de...". En eso también coinciden quienes conocen a ambas. Que Sandra Ortega Mera sale victoriosa de la batalla de ser la sucesora de las dos primeras fortunas de España, reconocidos empresarios hechos a sí mismos y que le llevarán probablemente a aparecer, como ellos, en la lista de multimillonarios de Forbes algún día. "Estoy muy orgullosa de tener una hija que tiene mucho sentido común, mucho sentido común -resumía Mera-, que es el mejor de los sentidos, y del que no se habla".