Gallego o de orígenes gallegos. Antonio de Villarroel y Peláez fue en 1714 el "gran defensor de Barcelona" del asedio de las tropas de Alfonso V, pero "como no era catalán el catalanismo pasó de puntillas" sobre su figura. Es un héroe cuasi desconocido, que Albert Sánchez Piñol recupera y reivindica en Victus, la novela que el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, ha escogido como lectura de verano, y que ha tenido especial trascendencia pues la elección se produce en pleno pulso de la Generalitat para celebrar un referendo sobre la independencia de Cataluña.

Con poco más de cinco mil hombres a sus órdenes, la gran mayoría ciudadanos de a pie que se unieron a la causa para defender a sus familias y sus casas, Villarroel combatió contra las tropas francesas, que apoyaban a Alfonso V y que sumaban cuarenta mil soldados. Resistió durante trece meses.

El líder del PP escogió, según sus propias palabras, "un libro escrito en clave nacionalista pero muy interesante" que le permitirá seguramente descubrir la figura de un paisano. Villarroel es un militar con orígenes gallegos que dirigió a los barceloneses en un episodio que se ha convertido para el nacionalismo catalán en símbolo de la dominación castellana y punto de arranque del ansia separatista de Cataluña.

Sánchez Piñol, que escribió Victus en castellano aunque siempre escribe en catalán y arrasa con esta obra en las librerías catalanas, revisa el papel de este militar que al comenzar la Guerra de Sucesión, formaba parte del ejército de Felipe V pero luego se pasó al bando de los Austrias, para darle un mayor protagonismo. Pero poco se sabe de él. Ni siquiera donde nació. Unas biografías apuntan que su primer llanto brotó en 1656 en Vilanova dos Infantes, un pueblo de Ourense, hijo de un militar acomodado. Otras semblanzas de Villarroel cuentan que su madre era asturiana y su padre fue el que vino al mundo en Vilanoda dos Infantes, pero él precisamente por la carrera militar de su progenitor nació en Barcelona, aunque su carrera y su formación y cultura era castellana.

Tampoco está muy claro su final. Para unos murió paralítico en A Coruña, el 22 de febrero de 1726 concretamente en el Castillo de San Antón, entonces una prisión, donde ocupaba una celda que se inundaba con la subida de la marea. Otros perfiles sitúan sus últimas días prisionero en el Alcázar de Segovia, tras haber estado encarcelado en el Castillo de Alicante y el de San Antón de A Coruña. En Segovia habría sido liberado a raíz de la paz de Viena y con una pensión que le concedió el archiduque Carlos, emperador de Alemania, vivió en esta ciudad hasta su fallecimiento.

¿Y qué cuenta Sánchez Piñol de Villarroel en Victus? Lo presenta como "un gran militar" que organizó la defensa de la ciudad, que resistió trece meses a las tropas de Alfonso V cuando los expertos militares de la época preveían resolver el asedio en un mes.

El escritor, que participará en la próxima Diada, reivindica su figura como personaje clave en la defensa de Barcelona, mucho más que el héroe oficial, el alcalde de la ciudad, Rafael Casanova, al que hacen una ofrenda floral todos los años, aunque no era un firme partidario de la resistencia y no fue castigado como el militar de origen gallego por las nuevas autoridades, tras la toma de la Ciudad Condal. "Villarroel sí que sufrió la represión del nuevo régimen", defiende el autor de la obra escogida por Rajoy para sus días de vacaciones en Ribadumia.

"Añoro una estatua de Villarroel", añade el escritor, que recuerda que solo tiene una calle con su nombre en Barcelona y se pregunta: "¿Por qué nos ha de incomodar hoy en pleno siglo XXI que uno de los defensores más valientes de Barcelona fuera de cultura castellana?".