La ventana de la habitación de José Ramón apunta directamente a la curva de A Grandeira. Desde ella, fue testigo de excepción del trágico accidente de tren en Angrois. Su historia es de las que ponen los pelos de punta. En el momento de la desgracia el se encontraba en su habitación, asomado por la ventana, mientras hablaba con un amigo por teléfono.

"Vi cómo el tren salía disparado por los aires", afirma José Ramón. En ese preciso momento, y a pesar de su corta edad, no se lo pensó y bajó a toda velocidad al campo de la fiesta de Angrois, el lugar donde había aterrizado uno de los vagones del convoy. Haciendo gala de un valor poco común, José no dudó en introducirse en el vagón y, ante la estampa de la propia muerte, hizo de tripas corazón y se puso manos a la obra.

No era nada fácil dar ese paso adelante, en los primeros momentos la sombra del 11-M todavía estaba presente y eran muchos los que no se atrevían a acercarse a los vagones. El miedo a una bomba recorría en esos momentos las cabezas de muchos de los presentes. Pero José Ramón lo tenía claro. Precaución si, pero para algo había bajado, y no estaba dispuesto a cruzarse de brazos.

Entre una nube de polvo y humo, José Ramón trabajó como uno más. Intentando sacar cuerpos de los vagones, auxiliando enfermos, poniendo la vida de los demás por encima de la suya.

José Ramón admite encontrarse todavía un poco impactado. "Aún estoy un poco impactado, ver a tanta gente muerta no es nada fácil. Tantas personas tiradas por el suelo...", afirma José Ramón, mientras baja su mirada al suelo, presa del cansancio de una noche de trabajo y sufrimiento, de la tensión vivida y de unos pensamientos que está seguro de que nunca olvidará. "Ver a personas a las que le faltan partes del cuerpo es algo que creo que no se me olvidará nunca", comenta José Ramón.

Posiblemente, la noche del 24 ha sido la última noche como niño en la vida de José Ramón. De lo que no cabe duda, es que desde el fatídico accidente, el pueblo de Angrois cuenta con un hombre más en su comunidad, un hombre que ya cuenta con el respeto y la admiración de todos nosotros.