La "falta de concrección" del Ministerio de Fomento respecto a la ejecución del último tramo del AVE Madrid-Galicia pendiente de licitar ha puesto en situación de alerta a los empresarios gallegos. El presidente de la patronal gallega, Antonio Fontenla, compareció ayer en la sede de la CEO, con su homólogo ourensano, Francisco Rodríguez, para mostrar su inquietud ante la posibilidad de que la ejecución de los 17 kilómetros que conforman el trecho Taboadela-Ourense "pueda sufrir un aplazamiento o una supresión". Existe el riesgo, sostiene la patronal, "de que el único gran cuello de botella del AVE español esté localizado precisamente en una provincia tan castigada históricamente con el déficit de inversión pública".

Esta preocupación se hace pública tras desestimarse el martes una propuesta de resolución en el debate sobre el estado de la nación presentada por la diputada nacionalista, Olaia Fernández Dávila, en la que precisamente pedía garantías a Fomento de que no habría "rebajas" en la entrada del AVE a Ourense. El PP respondió planteando una enmienda en la que proponía instar al Gobierno a "encontrar la mejor solución de acceso", pero evaluando los "condicionantes actuales", esto es, la crisis económica y la caída de la inversión para cumplir el déficit público. Eso sí, se comprometía a seguir trabajando para que la llegada se produjese en el horizonte de 2018, que es la cuarta fecha oficial prevista.

Este nuevo escenario será analizado por la ministra de Fomento, la gallega Ana Pastor, con el conselleiro de Infraestructuras, Agustín Hernández, y el alcalde de la ciudad, Agustín Fernández, en una reunión a tres bandas para la que todavía no hay fecha. Por el momento, el ministerio solo pudo avanzar ayer que el tramo de entrada "sigue en estudio" y que "no hay ninguna solución tomada". Garantiza que la fórmula elegida tendrá la "capacidad necesaria" para entrar a la ciudad y que, "en ningún caso, será un cuello botella".

La patronal gallega sospecha que la opción que estudia el Ministerio de Fomento para reducir el coste de la inversión pasaría por utilizar la línea actual, un tramo que no está preparado para la alta velocidad ni en su diseño ni en su trazado urbano, lo que demoraría el tiempo de viaje entre 10 y 15 minutos al reducirse la velocidad desde Seixalbo a 110 kilómetros por hora. A juicio de los empresarios, este retraso "es bastante tiempo". El jefe de la patronal gallega, Antonio Fontenla, apuntó que el viaje completo a Vigo o A Coruña superaría las tres horas y "disuaría a mucha gente de usar el AVE".

El líder de la Confederación de Empresarios de Galicia, CEG, entiende que lo prioritario es un AVE con "idénticas prestaciones" que el resto de destinos del país "antes que tener estaciones de renombre", en alusión a la intermodal proyectada para la capital de As Burgas por el arquitecto Norman Foster, valorada en 67 millones de euros.

En este sentido, los empresarios manifestaron que entre los 250 millones de euros que requiere la variante exterior Taboadela-Ourense, y los 70 que en su momento se presupuestaron para el trazado convencional que ahora podría recuperarse, hay mucha menos diferencia que los aparentes 180 millones ya que habría que sumarle la electrificación y la adaptación de los túneles actuales. El presidente de los empresarios ourensanos, Francisco Rodríguez, aludió a "otras formas de ahorro", como cambiar el doble túnel por una sola boca y optar por una estación "más austera". Pero nunca, añadió, "a costa de la calidad del servicio o la seguridad".