Aunque los cinco años de plazo máximo pueden parecer mucho tiempo, la reestructuración de una entidad financiera como NCG, hasta darle un auténtico giro de 180 grados, se perfila como una cuesta arriba, especialmente empinada en los primeros ejercicios. Los que van de 2013 a 2015, cuando el pliego de condiciones firmado con Bruselas marca los mayores ajustes. Entre ellos, el empleo. ¿Cuánto? El grupo al completo, lo que implica participadas, negocio mayorista o inmobiliaria, tendrá que prescindir de unas 2.500 personas, según la nota de prensa y la comunicación a la Comisión Nacional del Mercado de Valores distribuida por el propio banco ayer, que matiza que se tratan de techos "aplicables solo en su totalidad si el proceso de privatización no se hubiera culminado antes de septiembre de 2017". Un calendario de vértigo.

Alrededor de 400 oficinas menos. La red de Galicia, Asturias y León, en la que tiene que concentrar su actividad, cerrará el actual 2012 con 667 oficinas -tras la clausura anunciada en diciembre de una treintena- y 3.983 empleados. Hasta 2015 hay que cerrar 213 sucursales y reducir el empleo en 1.023 efectivos. De la representación en el extranjero, solo la oficina operativa de Ginebra seguirá adelante, aunque se le permitirá mantener las de representación -sin negocio convencional- en Venezuela, Argentina, México, EEUU, Reino Unido, Francia, Alemania y Suiza.

Desinversión de EVO hasta 2014. En el resto de España, la entidad cuenta con 120 oficinas bajo la marca EVO y alrededor de 66 más que quedaron pendientes de integrar. "Esta actividad debe desinvertirse antes del 31 de diciembre de 2014", apunta NCG. Entre esta parte del negocio y los servicios centrales de Madrid están buena parte de los 1.500 empleados que tienen que salir si no cambian las condiciones. A los sindicatos se le transmitió la posibilidad de que un grupo de 374 trabajadores de la red foránea puedan quedarse.

Sin las 170 participadas en 2016. La cartera de participadas, con 170 empresas, tiene que quedar al margen del banco antes de 2016. Entre ellas el Banco Gallego, al que el FROB directamente le busca una salida.