Los primeros síntomas de deterioro en Caixa Galicia se remontan al arranque de 2007. Ahí marca el antes y el después del negocio en la entidad el Banco de España es su profundo análisis de la delicadísima situación en la que estaba a "consecuencia de su desafortunada apuesta de expansión" y el enorme riesgo con el ladrillo acumulado. El informe con las conclusiones del departamento de Supervisión que FARO desveló el mes pasado recogen cómo la dirección de la caja forzó la integración con Caixanova en un intento de garantizar su supervivencia, ante la imposibilidad de asumir por sí sola la disparada morosidad y el fracaso de los varios planes de reestructuración que el propio organismo le reclamó. Pero es que, según otra de las actas de los inspectores a la que tuvo acceso este periódico, la alerta ya se dio mucho antes de los meses previos a la fusión. En septiembre de 2009, cuando la agonía de la exposición inmobiliaria, junto con los problemas de solvencia, hicieron "que se considere su perfil de riesgo supervisor como muy alto, siendo cuestionada su viabilidad como entidad independiente".

El análisis en Caixa Galicia tomó como base los estados financieros de primer trimestre de 2009, con los ajustes actualizados luego hasta septiembre de ese ejercicio. ¿Cuál fue la conclusión? "Entidad cuyo crecimiento en inversión crediticia a tasa muy elevadas en los años 2004, 2005 y 2006 la ha llevado a una alta exposición en el sector inmobiliario, y operaciones corporativas sobre empresas de dicho sector -destaca el informe-, lo que ha provocado unas fuertes necesidades de saneamiento, que a pesar de los esfuerzos realizados en los cierres de 2007 y 2008, no ha podido absorber en el año 2009, teniendo pendientes saneamientos muy cuantiosos para el ejercicio 2010".

Alta dependencia

De por sí, el escenario derivado del pinchazo del ladrillo y la fallida conquista del mercado en zonas como Levante o Andalucía era muy complicado, pero, además, el Banco de España pone el acento en la "alta dependencia de mercados mayoristas e interbancarios" en la antigua caja coruñesa como vía de financiación, "siendo tomadora neta en una cifra que representa el 35% de la inversión crediticia". A ambos quebraderos de cabeza para el riesgo de la entidad se unía su "justeza" de solvencia.

El 9 de diciembre de 2010, con la integración recién estrenada, el director general de Supervisión, Jerónimo Martínez Tello, remite al director general de Novacaixagalicia, José Luis Pego, y su consejo de administración, un dossier que refleja el resultado de las sucesivas inspecciones y la petición de cumplimiento "de forma rigurosa" de las medidas contempladas en el plan de fusión con el objetivo, y señala expresamente, de "subsanar las debilidades identificadas en la antigua Caja de Ahorros de Galicia". Todas y cada una de las mejoras propuestas desde el Banco de España responden a la mala clasificación de créditos, falta de provisiones o de control detectados en la entidad capitaneada por José Luis Méndez.

Ese plan de integración contemplaba para los activos aportados por Caixa Galicia en el escenario base -es decir, sin estresar las condiciones económicas- una estimación total del pérdidas de 2.090 millones, 1.463 millones netas de efecto fiscal, que se iban a sanear contra reservas en el momento inicial de la operación. La cantidad permitía cubrir las correcciones que se habían reclamado por parte de los inspectores y supusieron, además, hasta el 77% del total de limpieza con la que nació la caja única, unos 3.0008 millones de euros, sin contar la partida destinada a abonar las prejubilaciones con las que se ejecutó la primera reestructuración de plantilla.

Desde julio de 2008 que el Banco de España llevaba pidiendo una reestructuración a la entidad coruñesa, "un plan de negocio concreto y detallado aprobado por el Consejo de Administración para afrontar el escenario de crisis económica y financiera para el periodo 2009-2010". La primera versión, del 2 de diciembre, sufrió "varias actualizaciones", siempre en un ámbito "estrictamente individual". La previsión entonces era sanear 1.279 millones de euros, pero Caixa Galicia admitió que era incapaz de hacerlo por sí sola.

La limpieza de activos pendiente para 2010 era "muy cuantiosa"

Hasta 805 millones en limpieza adicional

La inspección a Caixa Galicia obligó a darle una vuelta a la clasificación de un elevado número de créditos. Hasta 39, por un importe total de 798 millones de euros, pasaron a la consideración de impagados y otros 26, con 425 millones de euros más, a la categoría subestándar. En activos específicos faltaban 394 millones de euros en provisiones, de las que 330 millones quedaban aún sin cubrir al cierre del ejercicio de 2009. Las "necesidades adicionales" para la limpieza de los activos adjudicados como pago de deuda ascendían a 208 millones de euros, "quedando pendiente de contabilizar saneamientos específicos por un importe de 127 millones".

El examen no entró en un estudio individualizado de la cartera, pero sí por segmentos" , lo que permitió a los expertos del Banco de España detectar "colectivos de operaciones de riesgo inherente elevado que figuraban calificados como normales". Las pérdidas potenciales en este caso se situaban, "al menos", en 348 millones de euros, de los que 250 millones venían del negocio del ladrillo directo y 98 millones más de hipotecas de clientes minoristas. El montante de provisiones adicionales en el conjunto de la exposición inmobiliaria de la entidad ascendía, según recoge el informe del departamento de Supervisión, a 805 millones.

La caja ya alcanzó en marzo de 2009 el nivel récord en morosidad que afecta hoy al sector

El volumen de impagados en el sistema financiero español alcanzó el pasado mes de junio el 9,4%, un nivel de que no constan precedentes en los registros históricos del Banco de España. Lo que no quiere decir que algunas entidades en concreto se movieran por una morosidad peligrosa mucho antes. Como Caixa Galicia. Fruto de la revisión del supervisor durante el ejercicio de 2009, la tasa se elevo del 5,5% oficial, la declarada públicamente por la caja en marzo de ese año, al 9,3%, cuatro puntos por encima de la calculada para el conjunto del sector a esas alturas, "derivado principalmente de su concentración en el sector promotor-inmobiliario, así como importantes necesidades de saneamientos adicionales para la cobertura de las carteras crediticia y de activos recibidos en pago de deudas".

Como remedio a la cada vez mayor carga, "afrontar la gestión de la crisis, la caja planteó "acciones concretas" al Banco de España. La ralentización del ritmo de crecimiento de la inversión crediticia, movilización de activos adjudicados, materialización de las plusvalías de determinados activos, desinversión en empresas participadas, optimización y cierre de oficinas, adaptación de procesos de seguimiento preventivo del riesgo de crédito y de recuperación de la morosidad y gestión de la liquidez y la financiación mayorista recibida. Pero la capacidad para generar resultados por entonces ya era "limitada" y el futuro de Caixa Galicia estaba en el aire.