Alba González Rodríguez disfrutaba ayer de la grandísima alegría de ser la alumna de la facultad de Medicina de Santiago con la mejor nota en el examen MIR. Pero no solo eso: frente a otros 13.584 licenciados que competían por una de las 6.707 plazas existentes para futuros especialistas, esta joven de 24 años de Porriño consiguió quedar de número trece de todo el Estado. Antes incluso que otros compañeros de su promoción que habían recibido el Premio Extraordinario de Fin de Carrera. Ella asegura que no tiene nada que ver con los genes, a pesar de que sus dos progenitores son médicos de familia.

–¿Esperaba algo similar?

–No. Esperaba que no fuera mal, pero desde luego el resultado me sorprende mucho. Porque la carrera la llevaba bien, iba sacando todo. Pero de tener un resultado bueno a tener este resultado, hay bastante diferencia.

–¿A qué lo atribuye?

–El día que hice el examen estuve tranquila y también había estudiado mucho. Pero supongo que la suerte también tiene mucho que ver, porque mis compañeros también estudiaron mucho. Ese día me tocó a mí tener suerte.

–Habla de estudiar. ¿Cómo lo preparó?

–Nada más terminar el curso, en julio, comencé a preparar el MIR en una academia de Santiago, y lo hice durante seis meses.

–¿Sin vacaciones?

–Tuvimos una semana que tuvo que dar para mucho.

–¿Le dedicó muchas horas?

–Hacíamos alrededor de ocho horas al día, nueve, al final casi diez. Era como un horario de trabajo, solo que te ibas para casa menos relajado. Aunque si salías a las ocho o las nueve tenías tiempo de desconectar y hacer cosas con los amigos. Tampoco te encerrabas.

–¿Sabe ya que especialidad quiere hacer? Con su nota, podrá hacer la que quiera...

–Sí, claro que podré elegir la que quiera. Pero todavía no tengo claro qué hacer. Últimamente he valorado la posibilidad de ser anestesista, pero no estoy segura. Soy de algo que tenga que ver más con la cirugía, eso sí.

–¿No tiene en cuenta que pueda tener más o menos salidas laborales?

–Claro, tengo que analizar eso también. Pero no me puedo basar solo en eso porque tampoco puedes prever de aquí a cinco años qué va a pasar. Además, si llevamos sacrificándonos tanto tiempo para hacer lo que nos gusta, al final no debes dejarte guiar por ese tipo de cosas.

–¿Llevaba en los genes lo de la medicina? Porque sus padres son los dos médicos de familia...

–No. No sé muy bien qué me llamó para hacer Medicina. No es algo que sea mi vocación de pequeña para nada. Quise ser de todo menos eso. Fue más bien una decisión al final, cuando iba a entrar en la universidad.

–¿Dónde realizará su especialización?

–En Galicia. La idea es quedarme en casa. Estaba pensando en irme a A Coruña, pero tampoco descarto Pontevedra.

–Usted vivió lo de la descentralización de las prácticas, ¿no?

–Sí, como era de muy de cerca del Hospital de Vigo, la hice voluntaria y me vine para casa, porque tenía facilidad de transporte. Tenía mi coche y podía ir al hospital sin ningún tipo de problema durante los tres años. La atención que recibí fue muy buena. Pero no fue igual para todo el mundo, porque hubo gente que fue descentralizada forzosamente y eso les acarreó problemas, porque tenían que venir desde Santiago todos los días en el autobús con unos horarios descontroladísimos. No fue muy agradable para la mayoría.

–¿Cuál sería la solución?

–Hacerlo voluntario. Se estaba planteando si descentralizar, además de la práctica, la teoría, y eso tiene más sentido para que la gente pueda asentarse en una ciudad concreta.

–¿Deberían tener Vigo y A Coruña la titulación de Medicina que reclaman?

–-Que se dé la opción de estudiar en las dos ciudades y en sus hospitales me parece bien, aparte de que los hospitales tienen muchas ganas de tener alumnos, están muy motivados.

–A Santiago no le convence la idea...

–Bueno, 500 años de historia están muy bien, pero hay que formar médicos actuales y si el Hospital de Santiago no tiene capacidad suficiente para acoger a todos a los alumnos, no tiene sentido que se mantenga la hegemonía de la docencia.

–Hace unos días Santiago aprobó reducir las plazas de 400 a 300. ¿Qué le parece?

–Que es lo correcto. Hay que bajar el número. Últimamente los estudiantes protestaron mucho porque se aumentaba el número de plazas porque al salir no hay trabajo para todos. No tiene sentido generar profesionales tan formados como son los médicos para dejarlos al final con una mano delante y otra detrás y que emigren. Tampoco hay espacio físico para tanta gente y, con menos gente, se estudia mejor.

–Lo habría si hubiera más facultades, ¿no?

–Sí, pero habría que dividir a los alumnos que ya existen en la actualidad. Habría que repartirlos porque, si no, sería inviable. ¿Dónde se metería a tanto médico al acabar la carrera?