Novacaixagalicia tendrá en pocos días la ficha bancaria, el germen del futuro banco al que pretende transferir su actividad financiera. Pero el proceso hasta que esa nueva entidad empiece a funcionar será largo y complejo; desde la captación de inversores al reparto de poder, a los primeros directivos de la caja les esperan unos meses muy intensos.

Fuentes próximas a la cúpula de la caja aseguran que como explicó el copresidente Julio Fernández Gayoso en el consejo de administración del pasado jueves, la ficha bancaria estará disponible en cuestión de semanas, pero eso no significa que el banco se vaya a crear de forma inmediata.

La caja tiene cinco meses para captar todo el capital que pueda y reducir lo más posible los 2.622 millones de euros que necesita para llegar a un capital principal del 10%. Cuanto más consiga, menos tendrá que solicitar al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) y si logra un 20% de capital externo, le bastará con un capital principal del 8% y, por lo tanto, con 1.527 millones extra.

El banco no verá la luz hasta por lo menos el mes de septiembre, cuando la caja tenga claro qué inversores privados están dispuestos a incorporarse a su aventura y diseñe el reparto accionarial. Con los numerosos trámites que su creación llevará aparejada, los consejeros consultados dan por hecho que el banco no funcionará de forma regular hasta finales de año, contando ya con el plazo extraordinario de tres meses que el Banco de España está facultado a conceder a las entidades que el 30 de septiembre no hayan terminado los trámites necesarios para cumplir con los requisitos de solvencia exigidos por el Ministerio de Economía.

Plazos al margen, la estructura de la nueva entidad se parecerá poco a la actual caja. El decreto de recapitalización, además de establecer que los bancos tendrán que cumplir los "estándares de buen gobierno corporativo de las sociedades cotizadas" , fija un consejo de administración con un mínimo de cinco miembros y un máximo de quince. De esos, al menos un tercio (cinco consejeros) tendrán que ser independientes, no pueden haber sido directivos o empleados de la entidad, ni haber realizado negocios relevantes con ella que comprometan su autonomía, y designados por la comisión de nombramientos. Junto a éstos, tendrán que sentarse los representantes del capital del futuro banco. Si la caja logra inversores estratégicos que entren en el accionariado, tendrá que repartir los restantes 10 sillones del consejo con ellos, además de con los representantes que seleccione el Ministerio de Economía por la parte de capital que asuma el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB).

El reparto de consejeros será proporcional al porcentaje de capital que tenga cada accionista, con lo que en el mejor de los casos, la caja podrá elegir a entre cuatro y seis vocales, sobre todo porque el real decreto establece que los independientes, dominicales y externos deben ser mayoría. Y la selección se vislumbra reñida. El consejo de administración de la caja tiene 22 miembros a los que se unen los otros 22 que componen los consejos territoriales de Vigo y A Coruña. Dentro del consejo de administración tendrán que crearse dos comisiones; la de retribuciones —que velará por el cumplimiento de la política retributiva— y la de nombramientos, a la que según el decreto le corresponde evaluar "las competencias, conocimientos y experiencia necesarios en el consejo", su dedicación y elegir a los consejeros.

Economistas y empresarios coinciden en la necesidad de crear cuanto antes esa nueva entidad y en designar para ella un cuadro directivo profesional y despolitizado que genere la suficiente confianza para convencer a los inversores de la rentabilidad del proyecto de futuro de Novacaixa.