El fácil acceso a las páginas de juego en internet y las horas frente al ordenador sin control están disparando los casos de niños ludópatas, enganchados no a partidas de fútbol virtual en línea, sino a casinos o timbas de póker virtuales en las que apuestan cada vez más dinero.

La edad del ludópata ha cambiado con la irrupción de internet, si bien el comportamiento sigue casi los mismos patrones: compulsividad, riesgo, soledad… Y estas pautas aparecen ya en niños. "El mes pasado se pusieron en contacto con nosotros los padres de un crío de 11 años porque jugaba dinero a través de internet", corrobora Juan Lamas, terapeuta de la Asociación Gallega de Jugadores de Azar (Agaja).

Ante la ausencia de cifras oficiales, los indicadores más fiables resultan los datos de este tipo de asociaciones. En Agaja atendieron el año pasado alrededor de 200 casos de adicciones al juego y apuestas a través de internet, de los que 60 eran menores de edad. "No los tratamos como al resto, sino que derivamos a su familia a un psicólogo para un tratamiento individualizado", explica Lamas, que indica que durante los últimos cinco años la cifra de ludópatas virtuales ha ido incrementándose anualmente en un 20%. Una percepción similar tiene la Asociación Galega de Ludópatas Rehabilitados (Agalure), que en 2010 ofreció asistencia psicológica a unas 400 personas. "De ellas, unos 67 casos fueron nuevos", explica Juan Recouso, psicólogo de la entidad. Si bien él no tiene ningún menor en su consulta, "la mayor parte de los que acuden se inician mucho antes de los 18 años".

De acuerdo con las estimaciones oficiales, el porcentaje de lúpatas en Galicia ronda el 1% de la población, unas 28.000 ciudadanos. "Duplica a los toxicómanos", matiza Lamas.

Los adictos al juego son cada vez más jóvenes. La edad media se ha reducido diez años durante los últimos tres lustros. "La medida de edad oscilaba entre los 28 y los 35 a mediados de los noventa, pero ahora está entre los 18 y los 25, y con muchos casos rondando los 20", indica Lamas. "La mayoría de las personas que tratamos nosotros supera los 20 años, pero todos se iniciaron en el juego mucho antes", añade Recouso.

Las causas de este incremento son múltiples y van desde la crisis económica, que sitúa la opción del juego como una salida psicológica y económica, al boom de internet y la conducta adictiva que muchos menores inician con los videojuegos y luego trasladan a otras modalidades como las máquinas B –tragaperras– o el llamado juego online a través de partidas de póker virtual o casinos. "Para acceder a una partida sólo necesitan la tarjeta de crédito de su padre y clicar en una ventana asegurando que tienen 18 años", relata Lamas, que trata en estos momentos a jóvenes que han perdido entre 1.000 y 1.500 euros mensuales. "En algún caso se han jugado hasta 30.000 euros antes de que la familia se diese cuenta", apunta el terapeuta de Agaja.

"Al acceso temprano a los ordenadores y a internet sin control, se une el boom de publicidad agresiva del juego online, que puede generar un banner –publicidad– mientras un joven chatea. Al principio te invitan gratis y te regalan 50 euros, pero la conducta se acrecienta y aparece todo el caudal adictivo, como el anonimato, la compulsividad porque solo necesitas un golpe de ratón, la rapidez en el premio...", ilustra Lamas., que denuncia el efecto llamada de le los programas televisivos dedicados al póker.

Éste pide no condenar a los padres de los jóvenes. "No es que estén maleducados, pero pueden caer en ello por falta de control. Sería mejor sacar el ordenador de las habitaciones y situarlo en el salón, como algo compartido y donde hay control, donde se puede ver el historial de páginas visitadas o instalar filtros de seguridad", cuenta.

Recouso, sin embargo, critica la permisividad social. "En los bares no ponen impedimentos a que juege un chico de 16 años e incluso de niños se fomenta que prueben suerte con la moneda del padre", lamenta Recouso.