Las optimistas previsiones del hombre que le dio forma al sueño de Manuel Fraga no se cumplieron. En 2009, Peter Eisenman, creador de la Cidade da Cultura, daba por hecho que en 2010 -475 millones de euros y nueve años después de colocar la primera piedra- se inaugurarían cuatro edificios. El gran día ha llegado -será pasado mañana-, pero lo hace un poco más tarde de lo que él imaginaba y solo dos edificios estarán abiertos, a partir del día 12, al público: la Biblioteca de Galicia y el Arquivo. Los Príncipes de Asturias presidirán la inauguración oficial de esta primera parte del complejo, pero el Museo tendrá que esperar hasta otoño y todavía se ignora qué ocurrirá con el Teatro de la Música y el Centro de Arte, que dependen, según el Gobierno autonómico, del estado de las arcas públicas.

-Confiese: ¿alguna vez dudó de que la Cidade da Cultura fuese a finalizarse alguna vez?

-No. Todo el mundo debería entender que proyectos culturales de esta escala y ambición necesitan tiempo para ser completados. El único proyecto comparable, el Centro Getty en Los Ángeles, necesitó quince años para ser construido. Estoy convencido de que es un proyecto importante para Galicia en el siglo XXI y por eso debe ser concluido.

-¿De verdad confía en ver acabada la Cidade da Cultura algún día? ¿Se ve volviendo para asistir a la inauguración oficial de todo el complejo?

-Absolutamente.

-¿Cómo fue tratar con el Gobierno de Feijóo? ¿Mejor o peor que con el bipartito? ¿Le pidió el nuevo Gobierno del PP consejo para los contenidos?

-Claramente esta infraestructura era un proyecto del Partido Popular desde el principio, y por eso ellos asumieron la responsabilidad de completarlo. Había, y hay, una idea diferente del proyecto cuando se trata del PP y cuando se trataba de los socialistas. Evidentemente la responsabilidad de los populares se refleja en nuestro trabajo con ellos. Y sí, por supuesto que nos preguntaron acerca del contenido, y nos mostramos comprensivos acerca de cambiarlos si eso significa completar el proyecto. Lo importante es acabar la obra. Los contenidos cambian siempre.

-¿Conoce la cantidad de exacta de dinero que se ha invertido hasta ahora en el proyecto?

-No, y eso no es infrecuente. No se trata de una información que el arquitecto necesariamente precise saber, ya que todos los proyectos tienen otros costes que van más allá de la arquitectura. Hay que hacer notar que el tamaño de la obra se ha incrementado varias veces a lo largo de estos diez años, así que no es sorprendente que el coste haya crecido en relación a ese aumento en la dimensión del proyecto.

-¿Cree que la cidade da Cultura será el gran icono cultural de Galicia o solo el símbolo del derroche de dinero por parte de un gobierno?

-Los gobiernos tienen la responsabilidad de desarrollar y mantener los recursos culturales en su ámbito de competencia. Por lo que me consta, esta obra es el más importante proyecto cultural emprendido por cualquier gobierno regional en este siglo. Es un símbolo verdaderamente progresista de Galicia y de cómo se interna en el siglo XXI. No tengo ninguna duda de que será uno de los grandes proyectos de Galicia y de que de ningún modo podría ser considerado nunca como un derroche de dinero. Es una inversión seria en el bienestar de Galicia y en el bienestar de sus generaciones futuras, y a la política no debería permitírsele cambiar esa importante meta de largo alcance.

-¿Qué opina de la decisión del Gobierno de ubicar en la Cidade da Cultura su centro de procesamiento integral de datos y a todos los empleados de la Administración electrónica? ¿Lo aprueba? ¿Cree que es bueno sacarle todo el rendimiento posible al proyecto o cree que eso distorsiona su espíritu?

-Estoy enterado de ese debate. En este momento puede ser una decisión que es necesaria desde el momento en el que el Gobierno necesita espacio. En última instancia, muchas funciones pueden cambiar, y esta ser una de ellas. Como ya dije, los contenidos cambian siempre, reflejando las necesidades y deseos de un momento temporal dado.

-¿Cambiaría algo del proyecto si lo volviera a hacer otra vez?

-Cuanto más hemos trabajado en el proyecto, más nos hemos dado cuenta de cómo las decisiones originales de la Xunta de realizar una competición de diseño y de construir la Cidade da Cultura fueron correctas. La historia demostrará que tenían razón.

-¿Le agradan las comparaciones entre la Cidade da Cultura y el Guggenheim de Bilbao?

-En primer lugar, la Cidade da Cultura es un proyecto público con muchas funciones culturales diferentes, no solo un museo de arte. Segundo, es una obra arquitectónica que no dirige la atención sobre sí misma, como ocurre con el Guggenheim de Bilbao, sino que de hecho está diseñada para ser un filtro desde la autopista, desde la carretera a Santiago, hacia la ciudad de Compostela. Al mismo tiempo, con un poco de suerte, tendrá el mismo efecto que el Guggenheim, es decir, incrementará el turismo, elevará la conciencia cultural en la propia comunidad gallega y se convertirá en un nuevo icono. Y de ese modo, Santiago, además de ser centro de peregrinación, será un nuevo destino secular para el mundo. Porque por la escala y la ambición de la empresa, la Cidade da Cultura es, probablemente, única en el mundo, y por eso no comparable programáticamente al Guggenheim de Bilbao.

-El conselleiro de Cultura, Roberto Varela, defiende la posibilidad de que la Xunta cobre entrada para acceder a ciertas instalaciones del Gaiás, como el Museo. ¿Qué opina?

-Eso es algo que no puedo comentar. Algunas instalaciones culturales, como teatros, auditorios y museos, generalmente cobran por la admisión, otras, como las bibliotecas, no lo hacen. Es un gran tributo a la arquitectura de este proyecto que ya haya habido mucha gente que quiere ver simplemente los edificios. También hay que pensar en ellos.

-¿Cree que se le conoce como autor del Gaiás? ¿Lo promociona bien el Gobierno?

-Lo importante es que la Cidade da Cultura es conocida en el mundo cultural tanto por su arquitectura como por su ambicioso programa. En última instancia no importa quién es el arquitecto, sino más bien lo que el proyecto hace por los gallegos. Es difícil para la Xunta promocionar un complejo que no está acabado ni totalmente abierto al público.