XACOBEO
En casa del herrero...
Los gallegos esperan hasta los últimos días para cruzar la Porta Santa
c. v. - Santiago
Aunque las mochilas ya no resultan útiles como pista para distinguir a los peregrinos entre el resto de los mortales que aspiran a cruzar la Porta Santa, en las largas colas que ayer sobrepasaron la Praza da Quintana las conversaciones delataban a sus integrantes, en su mayoría gallegos que habían dejado para el final la aventura. Menos de 48 horas les separaban de una espera de once años, así que abrazar al Apóstol bien valía una hora, o incluso más, aunque ésta estuviese acompañada por las inclemencias meteorológicas.
Eso les ocurrió a Flora y a Consuelo, que vinieron de Ordes y que se encontraron con cientos de "competidores" delante aunque estuvieron "esperando hasta el último día" precisamente "por miedo a las colas" formadas por los visitantes de fuera de Galicia. "Ahora ya no hay más remedio, así que no queda otra", asegura Flora, quien explica que su objetivo es "visitar al Santo y, ya que estamos, pedirle algo".
Otro que no podía faltar a la cita, aunque fuese en el último momento, es Juan Luis, que acudió con sus padres desde Vigo. Este joven, que trabaja fuera, "muy lejos", acude todos los años puntual como un reloj a su cita con el Apóstol en cumplimiento de una promesa. En esta ocasión sus compromisos estivales le obligaron a retrasar un encuentro que suele darse, confiesa, en verano. "Había que hacerlo antes de fin de año y aquí estamos", proclama.
Las familias Morás y Pousa demostraron que la rivalidad entre A Coruña y Vigo es solo cuestión de fútbol e hicieron el viaje juntas para "ganarse el cielo". "Viene gente de todo el mundo y tú, que eres de aquí, ¿cómo no vas a ir?", argumenta María, una de las integrantes del grupo. Sobre todo, añade, "porque hasta 2021 no hay otra oportunidad".
La misma razón sacó de sus casas en Vedra a un grupo de amigos de San Pedro de Vilanova, pero en este caso sí se molestaron en agarrar unas varas y caminar unos 20 kilómetros simbólicos. "Como buenos gallegos, siempre a última hora", bromea uno de ellos. Como alegan los hermanos Cao: "Lo hicimos más que nada por venir andando y porque somos de aquí y no se podía dejar pasar".
Entre los gallegos, se colaba una familia madrileña que también apuraba los minutos. Manuela Rando tenía que venir porque el año pasado no pudo hacer el Camino Francés completo y el trabajo solo le dejó esta opción.
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