"Nosotros no te podemos decir nada, tienes que hablar con la compañía, pero la gente está totalmente desinformada". Ante todo, prudencia. En cualquier mostrador del hall de Peinador, los datos sobre el conflicto eran mínimos.

"Yo me enteré por un colega de lo que está pasando en Madrid, porque aquí no me dicen nada, que conste", contaba indignada una viguesa que esperaba con su madre en los "asientos de aeropuerto". A su alrededor, un voluminoso equipaje con todo el aspecto de paquete vacacional.

El bloqueo no solo atosigó a los empleados de las compañías aéreas que operan en Peinador y a los de Aena, con demasiados usuarios haciendo preguntas. La atención al cliente en un parón semejante se quedó escasa. También las trabajadoras de las empresas de alquiler de coches trabajaron más de lo normal. Muchos viajeros frustrados, ante la imposibilidad de volar, optaron por pillarse un coche de alquiler y partir hacia su destino. No por aire, sino por tierra.

"Yo paso de quedarme aquí protestando, agobiándome y llenando hojas de reclamaciones sin sentido. Paso", se decían un grupo de amigos, unos a otros, en simbiosis con el ambiente caótico, en los mostradores de Avis y Europcar (alquiler de vehículos).

Los pasajeros cuyo destino era Barcelona albergaban alguna esperanza de que sus vuelos sí lograsen salir porque, según sus palabras, "el espacio aéreo catalán no está cerrado; sólo el madrileño". Sí es cierto que Madrid era ayer un feudo impenetrable. De hecho, Iberia optó por fletar autobuses para trasladar a la capital a todos los pasajeros que tenían billete para dicho destino, independientemente del vuelo asignado. Sobre las ocho de la tarde, unas 150 personas llenaron dos autobuses directos a la capital. Para algunos, era su destino final y, para otros, Madrid era escala. Aunque posiblemente no pudiesen volar desde la capital, se lanzaron a la aventura.

Las estaciones de trenes también incrementaron su actividad, de rebote. En la de Urzaiz, a última hora de ayer, se produjo un atasco de coches de familiares que acudían a recoger a los usuarios que no habían podido volar desde Santiago.