Ya antes del esperado encuentro entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, todo el sector financiero miraba a Galicia. El largo e intenso culebrón de las cajas en la comunidad acumula la suficiente dosis de polémica económica y política para ejemplificar la dificultad de este tipo de procesos y los muchos intereses que entran en juego. La cita de Rodríguez Zapatero y Rajoy reforzó la idea del caso gallego como paradigma del atasco en el proceso de reestructuración y de ella salió también la presión necesaria para darle un último impulso a los contactos entre Caixanova y Caixa Galicia. El encaje de una de las piezas fundamentales en el nuevo puzzle del ahorro en España. Por eso apenas cuatro días después, y al calor del acuerdo político entre el Ejecutivo y el PP para acelerar todos los movimientos, la atención que captaban las entidades gallegas se reparte ahora con el Levante y, de reojo, el centro del país. La Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), otra de las candidatas a integrarse en una operación, mueve ficha, con una dura negociación también con Cajamurcia y Caja Madrid. El baile de las cajas, ahora sí, parece coger ritmo.

Con una canción, además, que no es nueva, y que puede dar mucho que hablar. Fue el gran hit del verano pasado, cuando el asunto de la reestructuración financiera era un debate todavía muy tibio. A la luz pública saltaron los planes que Caja Madrid, en aquel momento capitaneada por Miguel Blesa, manejaba para su futuro. Con un estudio de viabilidad incluido. El ya ex presidente de la entidad madrileña, la segunda del sector por detrás de La Caixa, tenía el firme propósito de liderar una macrofusión con la CAM y con Caixa Galicia para crear un grupo financiero capaz de hacer sombra a la caja catalana.

¿En qué quedó aquello? En un dossier metido en un cajón tras las prisas que se dio la entidad coruñesa en mostrar sus reticencias y las palabras del entonces recién elegido presidente de la Xunta para anunciar su veto a cualquier operación que suponga cruzar la autonomía. Un veto que aún mantiene y que trasladó a Rajoy y al propio Rato.

Movimientos

Con mucha más discreción, y tras el empuje de la reunión en Moncloa, el proyecto se revitaliza, aunque con cambios en los protagonistas. Por un lado, la cúpula de Caja Madrid tiene otro líder, Rodrigo Rato, el ex ministro y director gerente del FMI. Por otro, una de las protagonistas, Caixa Galicia, está inmersa en el diálogo por una fusión gallega encargada a Caixanova por el Banco de España.

Durante el fin de semana -madrugada del sábado al domingo incluida- y toda la jornada de ayer, los responsables de la CAM estuvieron en Madrid negociando una doble operación. Con la entidad madrileña y, la otra gran novedad, con Cajamurcia -de tres comunidades gobernadas por el PP-, que hasta ahora se vinculaba con un posible Sistema Institucional de Protección (SIP) con Cajastur y Caja Cantabria, entre otras entidades, y en el que también se llegó a relacionar a Caixanova. A última hora, las negociaciones se daban por rotas, en otro claro ejemplo de la complicación de encajar una operación así.

El principal escenario se centraba en la unión de la entidad valenciana con Cajamurcia con la fórmula del SIP encima de la mesa. La primera, con casi el triple de activos que la segunda, pero en una situación económica muchísimo menos saneada y un ratio de morosidad de casi el doble. El presidente de Cajamurcia es, según apuntan fuentes conocedoras de las conversaciones, consciente de lo apetecible que resulta una entidad “en estas condiciones” y, por eso, Carlos Egea aceptó reabrir un proceso interregional, pero con exigencias. Una caja de ADN murciano: presidencia, sede social y operativa y equipo directivo. La única concesión era la dirección general, que apuntaba al alicantino Roberto López Abad. Y el entendimiento fue imposible. Hasta aquí, el paralelismo con el caso gallego es más que evidente.

La pretensión de la CAM era ganar eficiencia y solvencia de cara un segundo paso, ya con Caja Madrid sólo. La alianza entre la valenciana y la entidad presidida por Rato es ahora la única apuesta, en la que también se había avanzado el fin de semana, pero con el matiz de que CAM llegaba reforzada a través de una operación previa con Cajamurcia. Los directivos de Caja de Ahorros del Mediterráneo mantienen esa idea, la de llegar a un matrimonio con Caja Madrid tras una reestructuración anterior, y previsiblemente es lo que abordarán en el consejo de Administración extraordinario que está convocado hoy con un único punto del día, el análisis de posibles alianzas.

Galicia, Levante y Madrid. Tres puntos calientes de la reordenación del sector, con Ejecutivos regionales que siempre evidenciaron su disposición a supervisar cualquier movimiento y que se han puesto al rojo vivo tras la reunión de Zapatero y Rajoy. Tres escenarios que arrancaron el debate de las cajas y que algunas fuentes no descartan que se vuelvan a cruzar en función de lo que finalmente ocurra entre Caixanova y Caixa Galicia.