Mientras Galicia reabre el debate sobre la incineración, los países del centro de Europa duplican la cantidad de residuos que se queman en el Finisterrae, aunque con un modelo diferente centrado en el reciclaje y la optimización de la materia orgánica como pasos previos. Así, mientras cada gallego ‘quema’ alrededor de 196 kilos de basura al año, un danés supera los 427, y un sueco y un holandés, los 200. ¿Pero quién defiende mejor el medio ambiente?

Los expertos consideran la incineración la solución final al proceso de gestión de residuos urbanos, algo así como el mal necesario menos dañino y más recomendable. Incinerar solo resulta viable medioambientalmente si la eliminación de la materia orgánica y el reciclaje en origen, por ejemplo de los envases, es alto. Con este modelo, Dinamarca incinera el 53% de sus residuos, Suecia y Luxemburgo el 47% y Alemania el 35%, según datos de Eurostat. Suiza quema el doble que España

El anuncio por parte del presidente de Sogama, Luis Lamas, de construir una nueva planta incineradora en el sur de Galicia en las páginas de este diario ha reabierto el debate en la comunidad y despertado las críticas de los ecologistas, preocupados por el constante incremento en España de este sistema, que ha aumentado un 132% entre 1996 y 2007. Pese a ello, España cuenta solo con diez plantas actualmente operativas, la mayor de ellas en Cerceda, mientras Francia alcanza las 130.

Sogama recibe anualmente 900.000 toneladas de desechos en los que se mezclan materia orgánica e inorgánica, el doble de su capacidad de incineración, lo que ha generado un grave problema de gestión. La mitad de lo que le llega se acumula en un vertedero que se encuentra desbordado. Lamas ha señalado como única opción para solucionar el problema de residuos la construcción de otra incineradora. La Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestructuras opta por la prudencia y mantiene que su construcción no está confirmada.

El nuevo Plan de Residuos que prevé presentar en los próximos tres meses tiene como principios rectores el reciclaje y el compostaje, aunque desde la Xunta no aclaran todavía si se construirán plantas complementarias que conviertan la materia orgánica en abono y eviten el problema que sufre Sogama: quemar todo el lote completo. Desde el departamento de Agustín Hernández sólo adelantan que tratarán de compatibilizar los sistemas posibles y no fiarlo todo a los hornos de Sogama.

Contraste

Estas diferencias chocan con la política común ordenada por la Unión Europea, que ha impuesto a los países miembros una gestión medioambiental que prime la reducción de residuos y la separación en origen de los mismos. En esa línea pretendía actuar el Plan Galego de Residuos elaborado por el bipartito y que ha paralizado el gobierno de Feijóo. Mediante la construcción de plantas de compostaje, se aliviaría a Sogama de recibir 300.000 toneladas al año de materia orgánica a la que se daría otro uso. “Se podría incluso llegar a reducir al 50% el volumen total que recibía, por lo que su capacidad sería suficiente para tratar la basura final”, comenta uno de los participantes en la redacción de ese documento.

Los ecologistas cargan contra la previsión de la Xunta y el sistema actual, que limita al 2% la recuperación de la basura tratada por Sogama. La Federación Ecoloxista Galega (FEG) y Amigos da Terra recordaron que su balance energético es negativo. Consume más energía de la que produce. Desde Greenpeace vinculan este dato con la baja eficiencia energética de la materia orgánica, cuyo 60% es agua inservible.