Las pantallas de los técnicos en meteorología que siguen vía satélite desde Santiago y Madrid la presencia de temporales y anticiclones no detectaron nada extraño en la tarde del miércoles, justo cuando la borrasca que golpeó ayer Galicia se estaba formando al norte de las islas Azores.

Mientras la agencia estatal Aemet fijaba alerta amarilla en el mar, con vientos fuerza 7, Meteogalicia iba más allá y hablaba de fuerza 8-9 (entre 60 y 88 kilómetros por hora, con ráfagas de hasta 120) en la costa atlántica. Nada hacía sospechar que la noche del miércoles al jueves se convertiría en una de las más agresivas meteorológicamente de los últimos meses. Rompiendo las previsiones, el viento se adentró en tierra y, además de muelles y acantilados, golpeó con fuerza montes, tejados, naves, casas y cada rincón de la geografía gallega, desde A Veiga (en el interior de Ourense), con ráfagas de 157 kilómetros por hora, hasta Lousame (146 km/h), Santa Comba (134 km/h) o Redondela (142 km/h). El repunte más espectacular del ciclón fantasma se produjo en Ons, alcanzando los 160 km/h.

¿Qué ocurrió para que la borrasca de las Azores se saltara todos los controles y alcanzara la costa gallega a gran velocidad, sin margen de reacción?

Los meteorólogos tienen la respuesta: se formó por "ciclogénesis", un fenómeno por el que se crea un ciclón en poco tiempo y avanza a una gran velocidad, lo que dificulta los pronósticos. Es el mismo esquema que siguió el Klaus, el temporal que azotó Galicia hace justamente un año y que alcanzó ráfagas de hasta 198 km/h en la zona de Estaca de Bares.

"La borrasca se formó el miércoles al norte de las Azores. Una masa de aire frío procedente del norte se unió a una masa de aire caliente tropical, procedente del sur. Una vez creado el ciclón, que alcanzó una superficie similar a la que ocupa la comunidad gallega, la borrasca cogió una corriente de aire, lo que llamamos una corriente en chorro en altura, que la arrastró a gran velocidad y en línea recta hasta Galicia. Podemos decir que confluyeron varios factores para que todo sucediera tan rápido", según las explicaciones de técnicos de Meteogalicia.

Las corrientes de aire en altura, según meteorólogos consultados, son aprovechadas habitualmente por los aviones para volar más rápido y ahorrar combustible rumbo a Europa. "Evidentemente no se meten dentro de la corriente, porque provocaría muchísimas turbulencias, pero sí se acercan y vuelan en paralelo para beneficiarse de su energía", añaden las mismas fuentes.

Este es uno de los motivos del traslado fugaz de la mancha ciclónica desde las Azores hasta la cornisa cantábrica en la tarde del miércoles. A las once de la noche, su presencia ya era evidente y la fuerza del viento fue en aumento hasta las seis de la madrugada. En la mañana de ayer había remitido. "Pasó por Galicia y siguió su camino por todo el norte. En estos momentos -en referencia al mediodía de ayer- se encuentra en Cantabria e irá hacia el País Vasco, ambas en alerta naranja. Morirá a última hora de hoy -por ayer- en Cataluña. Perderá fuerza y desaparecerá", manifestaron técnicos de Meteogalicia.

¿Cómo es posible que los equipos ignoren un ciclón de este calibre? "Tenemos dificultades para detectar fenómenos medianos. En meteorología trabajamos con tres escalas: la sinóptica, con la que captamos las borrascas que proceden de muy lejos (miles de kilómetros), como Irlanda, por ejemplo; la mesoescala, para ver borrascas o anticiclones más pequeños en un radio de entre 10 o 100 kilómetros; y la microescala, fenómenos que se dan en el entorno más próximo, puede ser de un kilómetro. La borrasca de la que hablamos estaría en le escala mediana, en la mesoescala, y con los equipos que tenemos es muy complicado detectarla", según los argumentos de Meteogalicia. Desde Madrid tampoco llegó ningún aviso del fenómeno de ciclogénesis.

Ayer, la borrasca abandonó Galicia pero hoy volverá a entrar otra procedente de Irlanda y detectada, probablemente, mediante el método sinóptico.