"No soportaba las injusticias. Era una luchadora nata. Defendía siempre a los que sufrían, daba igual, hombres o mujeres. Vivió para hacer frente a la discriminación del ser humano". Así describe la figura de ´María a Guerrilleira´ su propia hija, Dora Carcaño Araújo, nacida en Pontevedra y residente en La Habana desde niña. La complicada existencia activista de su madre, ligó definitivamente el destino de Dora a la isla caribeña, aunque algunos de sus familiares consiguieron diseñar su futuro en O Porriño.

María Araújo Martínez nació en Carril (Pontevedra) en 1904. Con sólo dos años, sus padres se la llevaron a Cuba, estableciéndose en la localidad de Casablanca. Estudió en un convento y allí se casó con Sebastián Carcaño, natural de Mugardos. Juntos se iniciaron en las luchas proletarias y se vincularon al entonces naciente movimiento comunista cubano, tal y como describe el historiador Jorge Domingo Cuadriello en su obra. En 1927 y con dos hijos, se instalaron en Galicia, donde nació Dora Carcaño, la tercera descendiente directa de María Carcaño o ´María a Guerrilleira´.

La comunista de Carril empezó a trabajar en una fábrica de conservas de Vigo, en donde tomó las riendas del Sindicato de Conserveras como militante del Partido Comunista de España. Al estallar la Guerra Civil pasó a la clandestinidad y tomó parte en la lucha guerrillera en Galicia contra las fuerzas franquistas. "Estuvo escondida, era muy hábil en burlar la vigilancia. Iba de casa en casa, vestida de aldeana, para despistar. Un día mis hermanos la siguieron y esa fue la pista para encontrarla", recuerda Carcaño Araújo. Fue detenida y encarcelada junto a la pequeña Dora, que hoy, con 74 años, hace balance de su vida desde su casa de La Habana. "Yo era muy pequeña. No tengo imágenes de mi estancia en prisión con ella. Sí me acuerdo, ya fuera de la cárcel, que me cuidaba una viejecita ciega. Íbamos a visitar a mamá a la cárcel y, entre rejas, me decía: Tranquila hija, pronto vamos a estar juntas. Portaros bien, hay que ser buenos en esta vida. Lo recuerdo con tristeza pero sin angustia; sus palabras nos tranquilizaban", explica Dora. El cónsul de Cuba en Vigo, Luis Bas Molina, la ayudó a salir de prisión y, con documentación falsa, regresar a Cuba, en 1944. "Las amigas de mamá de las conserveras y trabajadoras del puerto fueron muy solidarias. Me acuerdo perfectamente. Cuando nos fuimos, nos despidieron desde el puerto de Vigo con pañuelos blancos. Lloraban. Yo tenía unos nueve años. Me regalaron mi primera muñeca, unos zapatos nuevos porque yo andaba con zuecas y un abrigo. Me quedó grabado para siempre. No era muy consciente, pero ellas sí sabían que no nos volverían a ver", narra Dora Carcaño.

La energía y el activismo de María Araújo tuvo su continuidad en Cuba. Recorrió toda la isla en campañas de ayuda a los guerrilleros antifranquistas españoles y a los comunistas cubanos. Al crearse en 1948 la Unión de Mujeres Españolas fue elegida vicepresidenta de la organización. Tomó parte contra la dictadura de Batista y apoyó al Gobierno revolucionario, que se hizo con el poder en 1959. Colaboró en la Campaña de Alfabetización, en los Comités de Defensa de la Revolución y en la Federación de Mujeres Cubanas, institución en la que trabajó posteriormente su hija Dora.

"Mamá logró en Cuba lo que no pudo ver en España. Sabía que triunfaría la revolución. Era todo entusiasmo y valores. Tenía un concepto integral del ser humano. Si hoy estuviese viva estaría luchando contra el bloqueo a Cuba, estoy segura", concluye Dora Carcaño Araújo.