La saturación de las cárceles gallegas empieza a alcanzar niveles insostenibles. Sólo el año pasado la población penitenciaria en la comunidad se incrementó un 12,4% mientras que el número de reclusos casi se triplicó en lo que llevamos de década, alcanzando la cifra récord de 4.800 a finales de 2008. El alza se cebó especialmente con las prisiones de A Lama y Teixeiro, que llevan años funcionando por encima de su capacidad y a las que siguen llegando nuevos reclusos. Ante semejantes cifras, la Fiscalía gallega ha dado un paso al frente para exigir al Gobierno medidas inmediatas que eviten el colapso de los penales gallegos, emplazándole a reducir la cifra actual de reclusos o, por lo menos, suspender los cada vez más frecuentes traslados a Galicia.

A finales del año 2008, la cárcel de Teixeiro albergaba a un total de 1.771 internos y la de A Lama a 1.661. Sin embargo, como recuerda el fiscal superior de Galicia en su última memoria, ambos centros fueron diseñados para acoger, como máximo, a 1.008 reclusos. Se trata de una ocupación excesiva ya que, como se recoge en la memoria, cuando una prisión de este tamaño supera los 1.500 reclusos, se considera que tiene un "alto riesgo de generar problemas de toda índole". Rebasado ya ese límite, la preocupación del fiscal Carlos Varela va más allá y su objetivo pasa por evitar un incremento a medio plazo que podría llegar a poner en peligro a los propios prisioneros. "Los 2.000 internos a los que se llegará previsiblemente en 2009 serán una frontera poco recomendable desde todos los niveles: burocráticos, de seguridad y de calidad de vida de los internos", argumenta.

Para intentar evitar que la saturación alcance esta dimensión, Varela concluye haciendo un llamamiento explícito a los responsables de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias del Ministerio del Interior, departamento del que, recuerda, depende "en exclusiva" el reparto de la población reclusa por todo el país. "Deberían reconsiderar la distribución excesiva de reclusos en Galicia, evitando su incremento, por lo menos, y tratando de reducirla si fuera posible", argumenta.

Aunque Carlos Varela ha sido la primera voz oficial que ha alertado sobre la saturación de los penales gallegos, desde hace meses los sindicatos de prisiones advierten de las consecuencias imprevisibles que tendrá el continuo trasvase de presos de otros puntos del país hacia Galicia. Esta situación, motivada por el incremento de la criminalidad debido a la crisis en regiones con un sistema penitenciario ya muy saturado, amenaza con alterar gravemente el día a día de los penales de Galicia, una comunidad cuyos niveles de delincuencia se sitúan 20 puntos por debajo de la media nacional.

El propio fiscal superior de Galicia constata esta contradicción en su memoria, resaltando que "el incremento de los internos en los centros gallegos deriva de una distribución general" de reclusos por todo el país que, sin embargo, "no supone que aumentase la criminalidad en la autonomía gallega en los porcentajes expuestos, sino que simplemente ésta acoge a un mayor número de reclusos procedentes de todas las regiones".