Lo ocurrido con la natalidad el pasado año es lo más parecido que vive Galicia a un baby boom desde que se inició la constante caída en los alumbramientos allá por 1976. Tras unos cuantos ejercicios, desde finales de los noventa, con incrementos casi anecdóticos, el número de partos en la comunidad se disparó por encima del 7% en 2008 –un ritmo desconocido hasta ahora, superior incluso a la media nacional, del 5,4%–, hasta los 23.281, unos 1.500 más que en 2007 y la cifra más alta en las últimas dos décadas. La tasa de natalidad, que refleja la proporción de nuevos ciudadanos por cada 1.000 habitantes, asciende hasta el 8,50. Eso sí, de las más bajas en el país, sólo por encima de la de Asturias, con lo que la importante variación no logra darle la vuelta a una pirámide poblacional asentada en el progresivo envejecimiento.

Porque en Galicia sigue habiendo muchas más muertes –29.668 el pasado año– que nacimientos, lo que representa un crecimiento vegetativo negativo de -6.387. En ninguna otra comunidad esta cifra es tan elevada, según el último balance sobre el Movimiento Natural de la Población del Instituto Nacional de Estadística (INE). Los números rojos se repiten en Asturias y en Castilla y León, pero son inferiores. De -4.364 y -5.592, respectivamente. El resto de autonomías aguantan con un crecimiento vegetativo positivo, con los mejores registros en Valencia (16.371), Cataluña (28.688), Andalucía (34.762) y Madrid (37.009), que contribuyen a que el balance final en toda España sea también positivo (133.013).

Únicamente la provincia de Pontevedra se escapa al fenómeno. Con todos los datos de sus concellos, hay más alumbramientos que fallecimientos. 767, concretamente. No será por el tirón de sus dos grandes ciudades. Tanto la población de Vigo (-719) como la de Pontevedra (-454) experimentan un crecimiento vegetativo negativo. En el resto de provincias hay más de 2.300 muertes por encima de los partos contabilizados en 2008. La historia se repite en sus ayuntamientos con el censo más abultado: A Coruña, con -748; Lugo, con -891; Ourense, donde se superan los -1.100; en Ferrol, -986; y el peor dato, el de Santiago de Compostela, -1.161.

Las diferencias en la demografía de la Galicia del litoral y la de interior se agrandan. La estadística habla por sí sola. Lugo y Ourense son los territorios más envejecidos y no llega el relevo generacional. El número de nacimientos en A Coruña y Pontevedra, ambas por encima de los 9.000, multiplica por cuatro el balance de cualquiera de las otras dos provincias.

Los 23.281 alumbramientos del pasado año –12.036 niños y 11.245 niñas– son un 26% más que los registrados en 1998, el mínimo histórico de partos en Galicia desde que existe el estudio del INE, pero 21.500 menos en comparación con el pico más alto en toda la serie, que se alcanzó en 1976 cuando en Galicia nacieron 44.840 personas. Pese a que una de las explicaciones del incremento de la tasa de natalidad –la media de hijos por mujer llega al 1,12, frente al 1,046 de 2007 y el 1,46 en el conjunto del Estado– está en la llegada de la inmigración, el peso de los partos entre las familias extranjeras que residen ahora en la comunidad es muy bajo. El 7,77% del total de nacimientos. 1.808, según el INE. El porcentaje más bajo en toda España junto con el de Extremadura (8,08%) y Asturias (9,27%), las otras dos regiones en las que, como el Galicia, el fenómeno de la inmigración no alcanza las dimensiones de otras zonas, más pobladas o con mayor potencial económico. Donde sí se nota es en el número de matrimonios en los que al menos uno de los dos cónyuges es foráneo. Una de cada diez bodas en Galicia, el 12,9%, y casi el 5% entre todas las parejas extranjeras formalizadas en España. De hecho, Galicia es la quinta comunidad con más enlaces de este tipo.

Durante todo 2008, en Galicia se celebraron 11.675 matrimonios, un 4,3% más que el ejercicio anterior. De ellos, 11.585 fueron entre personas del mismo sexo y 90 enlaces homosexuales. Las bodas entre hombres (62) se incrementaron el último año un 26% y entre mujeres (28), un 12%.