Sin duda, es el hombre que más sabe sobre el tren en Galicia. Lo demostró con un primer libro sobre la realidad del sector en la comunidad y a punto está de sacar un segundo que se ha quedado a las puertas de la revisión sorpresa anunciada por Fomento para elevar la velocidad de la entrada del AVE a Galicia. Xosé Carlos Fernández, ingeniero de Obras Públicas, es partidario de los debates de las fechas, pero da las suyas, “las realistas”; y reclama que los políticos se pongan en serio con el delicado tema de la financiación.

-El replanteamiento del AVE, ¿qué efectos va a tener más allá del tramo entre Lubián y Ourense?

-La mejora es válida para todo el trayecto hasta la comunidad. Es la entrada del AVE, por donde pasarán todos los usuarios que vengan o vayan hacia la Meseta. Con la velocidad que estaba proyectada, el viaje iba a durar unos dos horas y ahora, a 300 kilómetros de velocidad máxima, habrá un ahorro de 12 minutos. Puede que parezca poco, pero es que estamos hablando del AVE y de un 10% de la duración total.

-El nuevo trazado se separará del que ya existe, con lo que en ningún momento se cerrará el trayecto durante las obras.

-Y hay algo más. Con la conservación del trazado actual, Galicia contará con dos salidas para el tráfico de mercancías. Sólo con una salida, la de Monforte, ¿qué podría pasar si un día se cortara? O tres días, como ya ocurrió en Astorga. ¿Si es una carga como leche fresca o cemento que le urge a una empresa? Galicia gana en competitividad, el coste del transporte se abarata. Hay que tener en cuenta que la línea de Sanabria es 160 kilómetros más corta que la de Monforte-León-Palencia. Si no se hubiera elegido por esta opción, mientras duraran las obras el viaje a Madrid se hubiera eternizado hasta las 9 o 10 horas como hace 30 años.

-¿Cree que es posible mantener también el trazado antiguo en el Eje Atlántico?

-Sí. La recuperación de los 160-170 kilómetros que lo forman sólo costaría unos 200 millones de euros, una cantidad que no es elevada teniendo en cuenta los presupuestos que se mueven en estas grandes obras y los beneficios que tendría para un servicio de cercanías. Una cantidad razonable. Hay muchos tramos que son útiles que están fuera de servicio ya.

-El Eje Atlántico no está preparado para velocidades de más de 220 kilómetros por hora.

-Claro, es que son conceptos diferentes. Los 300 kilómetros por hora de máxima es útil cuando hablamos de distancias de 600 o 700 kilómetros. Lo que no tiene sentido es esa velocidad para los 30 kilómetros que hay entre Vigo y Pontevedra. La media en el Eje Atlántico, de todas formas, rondará los 150 kilómetros o los 160 y con zonas muy por debajo como entre Osede y Santiago, donde dejaron unas curvas que ni AVE ni Velocidad Alta, ni nada. Dejaron unas curvas que también habría que reformar para mejorar las prestaciones.

-¿Qué plazos son ahora los razonables?.

-Pues el de 2016-2018. Son los realistas. Ahora comenzarán de nuevo con la guerra de las fechas. Un error total. Hay que hablar de dinero, especialmente en un contexto de crisis como el que tenemos. No hay ni un solo euro de la UE comprometido para el AVE al noroeste, como sí se pidió para la línea entre Murcia y Almería o entre Antequera y Granada. Y los fondos europeos se acaban en 2013. Así que dependemos del presupuesto nacional. Las partidas anuales de Fomento para el tren en Galicia son de entre 600 y 800 millones y se las come ya el enlace Ourense-Santiago y el Eje Atlántico. Alguien debería explicar cómo se financiará el tramo Ourense-Lubián que tenía un coste estimado de 2.100 millones y con los cambios se incrementará entre un 10% y un 15%.

-¿Éste es un problema que se acarrea ya desde el diseño inicial, en la etapa de Álvarez Cascos?

-Naturalmente. En el Plan Integral del Transporte inicial la velocidad máxima prevista en el tramo de Lubián alcanzaba los 140 kilómetros. Luego ocurrió lo del Prestige y en el Plan Galicia se revisó a “alrededor de los 200”. Eso se sabía desde 2003. ¿Qué pasó entre 2004 y 2008? ¿Por qué no se hizo nada? Así que hay que repartir las culpas porque se postergaron las obras y no se repasó el proyecto.

-¿Qué pasará con la variante de Cerdedo?

-Nadie debería llamarle una línea directa. Va hasta Maside y Portas, circula a 40 kilómetros hacia el sur por Pontevedra para luego llegar a Vigo. Es una línea indirecta y excesivamente alargada. Una barbaridad porque no va a ser competitiva. Tal y como está planteado, el viaje durará 50 minutos, el mismo tiempo que por la autovía. Y hay que recordar que Renfe cobra por kilómetro. Hay que paralizar ese proyecto. Vigo tiene que reclamar una línea directa por Ribadavia, Mondariz y el norte de Ponteareas hasta Mos. Serían 86 kilómetros, frente a los 120 del otro trazado, que se recorrerían en 27 minutos.

-Dudo que eso le guste a las instituciones locales.

-Pero es que las infraestructuras ferroviarias no pueden quedarse obsoletas en unos cuantos años. El sistema actual tiene 125 años. ¿Que finalmente se concluye en 2016 o 2018? Pues, ¡qué se le va a hacer! No es tan importante el tema de los plazos como la calidad; que se retrase, pero a cambio que sea un servicio en condiciones.

-Si se saca el proyecto y la obra juntos, ¿se gana agilidad?

-El tramo Ourense-Santiago se hizo así en el 85% del trazado. Así que es posible hacerlo. Nadie va a decir que las obras van a ser mejor o peor. Ahora bien, la diferencia en cuento a las fechas es muy pequeña.