¿Cómo puede llegar una almeja originaria del continente asiático hasta aguas gallegas? ¿Y un mejillón procedente de los mares Negro y Caspio? ¿Cómo el cultivo de un tipo de bambú chino se convierte casi, casi en una cosecha habitual en la comunidad? Pues por unos cuantos motivos que tienen detrás directa o indirectamente lo que en ecología se bautiza como la mano del hombre. En los últimos cien años, y con especial intensidad en la última década, son muchos los casos de especies atípicas que se han hecho un hueco en la geografía de Galicia. Con todos los gravísimos problemas que acarrea para la fauna y la flora autóctonas: variaciones genéticas, introducción de enfermedades, transformación del hábitat... Una “pérdida sustancial en los índices de abundancia y riqueza de la biodiversidad”, según los expertos, que puede acabar incluso con la desaparición de ejemplares propios de aquí. En los grandes ríos gallegos, el número de especies exóticas invasoras alcanza ya las 26, según un estudio de la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil.

El organismo celebra hoy unas jornadas de trabajo para diseñar un plan de choque contra la proliferación de estos peligrosos animales y plantas. En la mano, un documento base en el que se destaca la gravedad de la situación en las cuencas más importantes de la comunidad. “La introducción y expansión de especies exóticas invasoras representa en la actualidad una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en la Demarcación Hidrográfica del Miño-Sil”, reconocen los científicos.

Hasta el punto de que el aumento de fauna y flora foránea y todos los impactos que provocan en el entorno “pueden poner en riesgo” el logro de los objetivos medioambientales establecidos en la Directiva Marco del Agua. Con ella, la Unión Europea pretende prevenir y reducir la contaminación, fomentar el uso sostenible, proteger el medio acuático y paliar los efectos de las inundaciones y de las sequías.

Fenómeno global

La alerta por la invasión de especies exóticas no es exclusiva de los ríos gallegos. Es un fenómeno global, sí. Pero lo que aquí sucede tiene ciertos matices que dificultan todavía más dar con una solución eficaz y, mientras tanto, frenar los desequilibrios que producen. Por un lado, que las especies nativas gallegas tienen poca capacidad de dispersión, para cambiar de asentamiento; por otro, que los ecosistemas vinculados al Miño y al Sil son especialmente “frágiles”.

Un idóneo caldo de cultivo para la presencia de especies que nada tienen que ver con la biodiversidad gallega como el lucio, el pez mosquito, la perca americana o la trucha arcoiris. Además de los peces, los otros ejemplos de fauna que están causando “impactos relevantes” son el cangrejo rojo americano -destruye la vegetación, es un depredador voraz y porta la afanomicosis, la principal causa de la desaparición del cangrejo de río autóctono-, la almeja china o el visón americano, introducido en el medio natural a través de los ejemplares que escapan de las granjas peleteras y que también se considera un depredador muy potente y un vehículo de transmisión de enfermedades. En el catálogo de las especies más problemáticas que afectan a su cuenca, la Confederación Hidrográfica del Norte incluye el conocido mejillón cebra, que no está presente en los ríos de la demarcación pero posee “una elevada potencialidad de invasibilidad a corto y medio plazo”.

“La proporción de flora alóctona de nuestros bosques de ribera comienza a ser elevada y continúa en aumento”, advierten desde el organismo. A su introducción accidental se une en este caso la importación para cultivo, el aprovechamiento forestal y el uso ornamental. Las más representativas y extendidas, sobre todo en los tramos medio y bajo de los ríos, son la cabellera de la reina, el plumero o hierba de la pampa -usado mucho en las medianas de las autovías y autopistas-, la oreja de gato o amor de hombre, la hierba de cuchillo y, como no, el siempre polémico eucalipto.

La responsabilidad de la Administración

Los expertos hablan de cuatro posibles vías de entrada para las especies exóticas en los ríos de la comunidad y en el resto de España. Las introducciones intencionadas, los movimientos y el transporte en embarcaciones, las actividades asociadas a la acuicultura y la interconexión entre cuencas hidrográficas. “En la Península Ibérica, la mayoría de las introducciones han sido intencionadas”, apunta el documento de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil. El objetivo, el de “mejorar” la práctica de la pesca deportiva o la plantación de especies ornamentales. De hecho, en el caso de los peces y moluscos, las primeras “sueltas” corrieron a cargo de la Administración en los años 50.

Graves consecuencias económicas

Las especies exóticas invasoras son ya la segunda causa de pérdida de biodiversidad en los ecosistemas terrestres, marinos y dulceacuícolas, según la Unión Mundial para la Naturaleza. Es el primer impacto, el más grave, el que preocupa a los organismos que tienen la obligación de gestionar la calidad de las aguas. El golpe que suponen para los hábitats y la biodiversidad. Pero hay otro, todo un dolor de cabeza para las Administraciones, que es el económico. “Van desde la pérdida de ingresos hasta el acarreo de los elevados costes económicos para su control”, apuntan los expertos de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil. En el primer caso, por los daños que provocan en la productividad agraria por las plagas, los perjuicios a las infraestructuras o la contaminación de productos que se comercializan.