No por muchos pactos que se ofrezcan se consiguen más acuerdos. Al menos en el Parlamento gallego. El presidente electo, como antaño lo hicieron Manuel Fraga o Pérez Touriño, presentó ayer a la oposición una oferta de hasta seis pactos en diversas materias, pero todos ellos deberán esperar a mejor ocasión, porque ni siquiera las condiciones iniciales de unos y otros eran similares. “Si quiere coincidir con nosotros, bienvenido”. Esta frase, la última de Carlos Aymerich, reflejó con exactitud lo que pasó en el hemiciclo, en el que nadie quiere ceder posiciones.

Núñez Feijóo ofreció a PSOE y BNG pactos sobre economía -para superar la crisis- y para reformar el modelo de financiación autonómica, la Administración autonómica, la educación -con especial atención al estatus del gallego-, el Estatuto y los medios de comunicación públicos.

De poco valieron los guiños de Feijóo a la oposición, como que su oferta de pacto no tiene fecha de caducidad o que la crisis -“en un momento no excepcional, sino excepcionalísimo”- necesita el “trabajo unido de toda Galicia”. “En este escenario sólo caben pactos, acuerdos y consensos”, insistía.

Pero si hay un tema en que las posturas no pueden ser más dispares y refleja las pocas posibilidades de encontrar un punto común es el de la lengua gallega. Mientras que PSOE y BNG defienden el actual modelo del gallego en la educación, donde al menos la mitad de las asignaturas se debe impartir en esta lengua, la nueva Xunta derogará el decreto y provocará un cambio sustancial que de partida es inaceptable para la oposición.

Según avanzó Feijóo, su reforma promocionará una enseñanza trilingüe, que los padres puedan elegir el idioma de escolarización y que los alumnos, salvo en las materias de lengua castellana o gallega, puedan dirigirse al profesor y hacer los exámenes en el idioma que consideren pertinente.

En cuanto al pacto sobre la economía, con especial atención al fomento del empleo y al impulso de las infraestructuras, las perspectivas de acuerdo no son mucho mejores, puesto que la oposición considera que la propuesta de Feijóo está hueca, ya que la ve como un mero enunciado en el que no hay contenido, ni cifras ni plazos. “Le falta concreción, en la búsqueda de la felicidad universal, ahí estamos todos, pero nada dice que cuántos recursos hay para cada medida”, le replicaba el portavoz del PSdeG-PSOE, Xaquín Fernández Leiceaga.

En la actualización del Estatuto no parece que tampoco vaya a haber avances. En la pasada legislatura, la negociación de la reforma acabó en fracaso a pesar de que el 80% del contenido se había redactado por consenso. En un año no se pudo cerrar la modificación y al final quedó como estaba.

Las diferencias, que resultaron infranqueables, radicaban en los textos destinados a definir la identidad de Galicia y a aumentar la capacidad de su autogobierno, tomando como ejemplo el modelo del Estatut de Cataluña.