“Soy feliz”. Así se confesó Alberto Núñez Feijóo tras ser investido presidente de la Xunta con los 38 votos del PP y fuera ya del hemiciclo. Minutos antes había concluido el pleno en el que aprovechó para desvelar cuál es su decisión sobre la polémica ley del bipartito, vigente desde hace dos años, que prohíbe la construcción en los primeros 500 metros de litoral a partir de la línea de playa. El nuevo Gobierno gallego recogerá el testigo y prorrogará la prohibición en los mismos términos actuales hasta que se apruebe el Plan del Litoral, previsto para antes de acabar el año. Mientras tanto, todos los proyectos urbanísticos seguirán paralizados, salvo en los ayuntamientos con un planeamiento adecuado a la Lei do Solo de 2002.

La segunda y última sesión de investidura estuvo de nuevo marcada por la economía y las llamadas al diálogo en cuestiones como la lengua o el fomento del empleo, tanto por parte del presidente electo como de los grupos de oposición, pero que no llegaron a ningún puerto porque cada uno pone condiciones casi irreconciliables. Como el pasado martes, Feijóo reiteró su compromiso de gobernar para todos, “sin apriorismo ideológicos ni imposiciones”, pero como era lo previsible, no convenció ni a PSOE ni a BNG, cuyos 36 diputados presentes votaron en contra de su investidura como presidente.

De las propuestas que Feijóo lanzó en su intervención, la de mayor calado afecta al desarrollo urbanístico del litoral. El bipartito aprobó hace dos años una ley que bloqueaba todas las construcciones, tanto públicas como privadas, en los primeros 500 metros de litoral mientras no se elaborara el plan que iba a delimitar los usos y en qué partes sí y en cuáles no se podría edificar. La medida fue duramente criticada por el PP cuando estaba en la oposición, pero Núñez Feijóo anunció ayer que mantendrá la prohibición hasta finales de año, plazo en el que el nuevo Gobierno prevé contar con su Plan del Litoral.

Esta decisión está obligada porque el próximo 17 de mayo concluía la vigencia de la ley y el presidente electo nada quiere saber de la propuesta de orden elaborada por la Consellería de Política Territorial, que deja a disposición del PP, en la que se levantan las restricciones en el 20% de la costa.

“Vamos a dejar la ley como está, con una moratoria en la construcción mientras no se apruebe el Plan del Litoral”, avanzó el líder del PP. Pese a ampliar la prohibición hasta final del año, Feijóo censuró el trabajo realizado por el bipartito para reordenar los usos del litoral y su intención es retomar el proyecto que él mismo dejó iniciado en el año 2005.

Problema aumentado

“Galicia no es un país estándar, por lo que no se puede aplicar una ley estándar a todo el litoral, ya que eso lo que hizo fue contribuir a incrementar un problema. Prohibir es lo contrario de ordenar”, reprochó el presidente electo ante la herencia del bipartito.

Aunque sólo fueron un par de pinceladas, Núñez Feijóo avanzó parte de la reestructuración que pretende introducir en el organigrama de la Xunta, un “adelgazamiento” de institutos y fundaciones públicas o su intención de conceder ayudas económicas a los parados que no cobran prestación alguna por desempleo.

Y también reafirmó su intención, ante las críticas de la oposición, de retomar el Plan Galicia, el programa de inversiones diseñado por el Gobierno de Aznar para contrarrestar los efectos del accidente del Prestige. Feijóo se erigió en garante de su ejecución y se mostró convencido de PSOE y BNG ayudarán a la Xunta a reclamar su cumplimiento. Precisamente, la vigencia del Plan Galicia será una de las reivindicaciones que ponga encima de la mesa en cuanto se reúna con el ministro de Fomento, José Blanco, para clarificar los plazos del AVE “en un acuerdo solemne”. Según dijo, ya ha conversado en dos ocasiones con el nuevo ministro, que hace sólo una semana y media que ha sustituido a Magdalena Álvarez.

Austeridad

La palabra verdad fue muy recurrida durante la sesión, sobre todo porque la oposición le exigió que comenzara a practicarla. Feijóo respondió que precisamente la verdad “es el principal combustible del avance de una sociedad” y que en tiempos de crisis es la mejor fórmula para recobrar la confianza de los ciudadanos, de la misma forma que la sinceridad era lo que le motivaba a llamar al diálogo a la oposición. “El pueblo quiere que le digan las cosas como son, no como mejor suenan. No soy amante de la lisonja”, le replicó a la oposición, en una respuesta que ya tenía preparada por escrito.

Y el compromiso de austeridad y sacrificio tampoco faltó, sobre todo para aplicarlo a la Administración y para que los esfuerzos que se reclaman ante la crisis resulten creíbles. “Los gallegos quieren un gobierno centrado en la austeridad, el sacrificio, la responsabilidad y la dedicación. Tienen el derecho a que cada euro sea gastado en políticas efectivas. Yo no sé si seré capaz de hacerlo, pero lo voy a intentar”, aseguró.

Lo que sí hará, porque no le queda otro remedio, es revisar los Presupuestos de este año en su totalidad porque considera que no sirven para nada ante el desfase entre sus previsiones y la evolución de la