Antes de decir nada sobre la llegada del AVE a Galicia, el recién elegido responsable de Fomento quiere sentarse a hablar con el también nuevo presidente de la Xunta. La debatida fecha de 2012 está de nuevo en el aire. “Uno tiene que hablar con conocimiento y todavía no he tomado el pulso al departamento, por lo que no puedo adquirir aquellos compromisos que no puedo cumplir”, asegura José Blanco. Su silencio suena a problemas, a un nuevo retraso, más todavía si se compara con la sensación en su ministerio de que en el caso de Valencia la alta velocidad para 2010 sí es “fácilmente asumible”. “Va a ser con Alberto Núñez Feijóo y no antes cuando observemos cómo están los plazos, hablemos con claridad, digamos la verdad a los ciudadanos y establezcamos los compromisos presupuestarios y las prioridades en función del interés de Galicia”, avanza.

Quizás para frenar la polvareda política que levantará, tras la insistencia desde el actual Gobierno gallego, su antecesora en el cargo y él mismo de que el 2012 era un objetivo irrenunciable, un nuevo calendario en las obras del AVE gallego, Blanco se compromete a poner todo de su parte para acelerar las obras. “Sabe que es mi pasión, ¿no?”, defiende. “Vamos a tratar -señala- de que Galicia y el norte de España no pierdan el tren de la alta velocidad y por lo tanto acelerar al máximo ese compromiso”. Para que no se repita “la marginación” que la comunidad vivió durante muchos años en las grandes infraestructuras. “Las autovías que planificó el ministro Borrell, que supusieron un paso muy importante contra el aislamiento de Galicia, llegaron, son de las mejores autovías que hay en España, pero llegaron tarde”, se queja.

En su despedida, tras su último Consello de la Xunta esta semana, el titular del Ejecutivo gallego en funciones incidía precisamente en las fechas del AVE y acusaba a Magdalena Álvarez de “guardar en un cajón” varios de los proyectos para los tramos pendientes, hasta nueve del enlace entre Zamora y Ourense y que, según Pérez Touriño, deberían haberse empezado a licitar ya este año. Al nuevo ministro le encomendó el empujón que le falta y a cumplir con los plazos previstos. Pero Blanco insiste en que lo que está garantizado es el “máximo esfuerzo” de Fomento para que la alta velocidad llegue “lo antes posible”.

Será uno de los proyectos que habrá que analizar en la revisión que el ministro de Fomento prevé este mismo año para el Plan Estratégico de Infraestructuras de Transporte, el PEIT. La hoja de ruta de la obra pública en España hasta 2020 que Blanco hereda de Álvarez y que asumió en su toma de posesión. “Hay que evaluar lo que hemos hecho hasta ahora, que ha sido mucho e importante -indica-, y adecuar el PEIT a la situación económica y al crecimiento que puede experimentar nuestro país en los distintos territorios”.

La clave, según Blanco, está en la coordinación con las comunidades, “trabajar en la misma dirección”. Con ellas quiere el ministro marcar las necesidades de inversión. “Allí donde haga más falta”, concreta. Los objetivos pasan por salvar empleo, crear nuevos puestos de trabajo, anticipar la salida a la crisis y seguir incidiendo en la “cohesión territorial”. Una idea que Blanco repite una y otra vez desde su entrada en la gestión pública. “No se trata de gastar por gastar”, advierte.