El Sil a los pies del teatro Lauro Olmo, en tierra de viñedos y de la potente industria de la pizarra. Allí se presentó Feijóo el séptimo día de campaña como "un hombre del rural", apelando a sus orígenes. Él nació en una aldea de Ourense, y se siente orgulloso de ello. Habla el idioma de la gente del pueblo, le contó a las 400 personas que se reunieron para escucharle -a él, y al líder provincial, José Luis Baltar, siempre un imán para los simpatizantes del PP en las localidades de la provincia-, y comprende las necesidades de los vecinos, de los propios barquenses. "Aquí no se regala nada", les halagó.

Feijóo intercambió el tradicional discurso. Hasta ahora el PP era el partido de los caciques. Ya no, según contó. Ahora el papel lo ocupa el bipartito, Pérez Touriño y Anxo Quintana, que curiosamente le reprochan lo mismo a su partido. "Ellos dicen abajo los caciques y la política clientelar; entonces que se vayan ellos", proclamó el candidato popular. Como argumento, esgrimió la contratación que ha hecho la Xunta "en época electoral, de 2.000 personas para limpiar cunetas y cauces fluviales en temporada de lluvias, sólo para ganar votos". Por tanto, reflexionó el aspirante a dirigir el gobierno gallego: "¿Quién es entonces el cacique?".

Lugo y Ourense son las provincias con menos renta. "Más pobres que hace cuatro años, y qué hicieron PSdeG y BNG. Nada en este tiempo; y vienen ahora con las rebajas", les afeó.

El idioma

Habló del rural, y dedicó también tiempo al idioma. El paro, la polémica sobre la lengua, y el debate televisivo son los temas estrella de la campaña. Feijóo subraya la crisis en todos sus mítines, centra su discurso en las fórmulas para salir del burato, pero ayer habló del gallego y el castellano.

Mencionó al vicesecretario general del PSOE, el lucense José Blanco, que se expresa en castellano porque rechaza que se le imponga la lengua autóctona. "No lo dice alguien del PP, no. Lo dice él. Un fenómeno de la naturaleza", lo calificó. Feijóo dice que habla "el idioma del pueblo". Y lo resume en una frase: "La gente habla como lle peta: si quiere en gallego, pues en gallego; y si castellano; castellano".

Y hay un cuarto tema infalible en los mítines del PP: los lujos del bipartito, coches y despachos. Aquí fue Baltar el que tomó ayer la iniciativa. Lleva 19 años en su despacho de la diputación y sólo le hizo un arreglo. Los funcionarios "se empeñaron en que había que pintarlo", recordó. Costó 585 euros. Se resistió, "pero aprovecharon agosto para ir allí".