La crisis económica empieza a notarse ya hasta en las cárceles gallegas. La proporción de presos extranjeros en los penales de la comunidad se ha disparado en el último año, una tendencia común al resto del país pero especialmente llamativa en Galicia, donde apenas hay 95.000 inmigrantes censados que sólo suponen el 3,4% de la población total. El colectivo de extranjeros de las prisiones gallegas es, de hecho, el segundo que más ha crecido en toda España: un 12,93% en lo que va de año y rondan ya los 1.500. Sólo Baleares, con un incremento del 25%, supera las cifras de Galicia, según un informe del sindicato de prisiones Acaip a partir de los datos de Interior.

El año 2008, de hecho, va camino de batir todos los récords en cuanto a población reclusa. La previsión es que 2009 empiece con 6.800 prisioneros más en las cárceles españolas, después de que en los últimos meses se hayan estado incorporando una media de 21 reclusos cada día. La mayoría de estos nuevos internos son extranjeros, un colectivo más vulnerable que otros en situaciones de crisis y entre los que se ha detectado un aumento de la delincuencia.

El aumento de los reclusos extranjeros en Galicia, sin embargo, no se ha traducido en un incremento de la conflictividad, que sigue presentando tasas muy por debajo de la media nacional. Desde Acaip, de hecho, explican que tras ese incremento de los presos extranjeros se esconden los "continuos traslados" de reclusos desde otras prisiones españolas, fundamentalmente del sur, donde el peso de la población inmigrante es mucho mayor que en Galicia y el nivel de saturación de las prisiones también. "El 90% de los extranjeros que ingresan en las prisiones gallegas vienen de otras cárceles. Llevamos unos cuantos años notándolo pero cada vez es más habitual y cada vez los grupos que se trasladan son más numerosos", explica Enrique Mosquera, portavoz de Acaip en Galicia y funcionario en la prisión pontevedresa de A Lama.

Más problemas

La mayoría de los presos extranjeros que se trasladan a Galicia proceden de prisiones del sur de España, sobre todo de Andalucía, donde el peso de la población inmigrante es mucho mayor y los delitos cometidos por este colectivo se han disparado desde el inicio de la crisis. La consecuencia, una "sobresaturación" de las prisiones de estas zonas del país y un "problema" que se traslada a las prisiones del norte. "A raíz de este brutal incremento de las conducciones de reclusos hemos empezado a detectar problemas de agresiones a los funcionarios, intentos de motines... Porque además cuando una prisión decide trasladar a un grupo de internos, normalmente envía a los más conflictivos", apunta Mosquera.

El aumento de la población reclusa en la comunidad ha sido generalizado y en septiembre los cinco penales gallegos albergaban a 4.838 internos frente a los 4.079 que tenía a finales de 2007. "A pesar de que Galicia tiene un índice de delincuencia por debajo de la media, A Lama es la quinta prisión española con más internos en cifras absolutas y la de Teixeiro le sigue muy de cerca", asegura Mosquera.

La situación, advierte, empieza a ser "preocupante", sobre todo porque este aumento en la comunidad de la población reclusa y, particularmente, extranjera, no ha venido acompañado ni de una ampliación de las instalaciones penitenciarias ni de un refuerzo de la plantilla de las cinco prisiones hasta el punto de que , según denuncia Mosquera, en una cárcel como la de A Lama el fin de semana o durante los turnos de vacaciones sólo hay un funcionario por cada 140 internos.

Aumento generalizado

La evolución ascendente del número de reclusos extranjeros ha sido generalizada en toda España. Si en el año 2000 apenas el 18% de los presos tenía otra nacionalidad, en septiembre de 2008 esta proporción casi se había duplicado, situándose en el 35%. Galicia, pese al aumento de la población reclusa inmigrante de los últimos meses, sigue estando por debajo de la media nacional. El 31,9% de sus presidiarios son extranjeros, un porcentaje que ya triplica el de hace ocho años, cuando sólo representaban el 9,64%.

Sin embargo, el peso de la inmigración en las cinco cárceles gallegas es muy desigual. En el penal lucense de Monterroso, de hecho, los extranjeros son mayoría desde hace tiempo y, como comenta Enrique Mosquera, "es hasta raro ver por allí a algún recluso nacional". Pese a ser una prisión pequeña, -apenas 400 reclusos tenía este verano- el 65,4% son extranjeros. La razón, según explica el portavoz de Acaip, son sus talleres profesionales, que años atrás eran los "más grandes de Galicia" y ofrecían a los reclusos la posibilidad de obtener unos ingresos mientras cumplían su pena, algo que interesaba sobre todo a los reclusos de otros países para poder enviar divisas a sus familias. Monterroso es, de hecho, el quinto penal de toda España con una mayor proporción de extranjeros mientras que A Lama ocupa el duodécimo lugar del ranking nacional en cuanto a presos inmigrantes en número total.