X. A. Taboada  Santiago

"Toda la mañana aquí para nada". La declaración de este militante anónimo reflejó la otra cara del acto multitudinario organizado por el Partido Popular para dar lustre a la candidatura de Alberto Núñez Feijóo a la presidencia de la Xunta. La asistencia fue tan multitudinaria que literalmente el Palacio de Congresos de Santiago se quedó pequeño. Tanto que incluso fuera del auditorio, en el hall de entrada del edificio, había poca gente menos que dentro. Así que muchos afiliados, como el militante disgustado, se quedaron con las ganas, no ya de encontrar un asiento, sino de ver de cerca a Feijóo y Rajoy.

Aunque el partido no necesitaba el acto de ayer para proclamar candidato a la Xunta a Núñez Feijóo, puesto que ya lo es oficialmente desde el congreso de 2006, la militancia popular parece que sí ansiaba un escenario público en el que poder moverse, mostrarse y reclamar su protagonismo. Anuladas las convocatorias como la romería de Monte do Gozo, en la que cada año se intentaba batir el récord de asistencia, el PPdeG está huérfano de manifestaciones de partido destinadas al afiliado y con participación masiva.

Por la otra banda, el BNG tiene su 25 de julio y el PSOE su Festa Socialista, que antes era en Caldas y ahora en Vilagarcía.

Sólo política

Pero el acto de ayer del Partido Popular sí fue masivo. Y eso que no había más reclamo que la palabra de bienvenida de Gerardo Fernández Albor y las intervenciones de Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijóo. Nada de otros entretenimientos ni de pulpo, empanada o carne ó caldeiro. Sólo política. Y todo el acto se ventiló en hora y media.

La organización había previsto la asistencia de unas 3.000 personas. Justo el aforo del salón principal del Palacio de Congreso. Pero se quedaron muy cortos los pronósticos. En el hall de entrada del edificio se montó una pantalla y se dispusieron sillas que no llegaron a nada. El suelo era la otra opción. La afluencia superó holgadamente las 5.000 personas.

Hubo lleno hasta la bandera, aunque banderas se vieron muy pocas. La que más, una española portada por un chaval con la que Rajoy se encontró de frente cuando entraba en el Palacio de Congresos.

Para dar color lo que llevaban los militantes era una cartulina con el lema "Feijó09. Chegou o momento", que también es el que figuraba en el gran cartel que servía de fondo al escenario, muy sencillo, donde sólo tenía cabida un atril y una pantalla gigante de televisión.

La música, la de siempre. La sintonía oficial del PP, que en esta ocasión simultáneo con otra de "El sueño de Morfeo" con el escogido título de "Todo va a cambiar".

La presencia de cargos del PP nacional fue muy escasa. Sólo estaban Rajoy, Ana Pastor y Ana Mato. Por parte del PPdeG no faltaba nadie, salvo el fundador del partido. Manuel Fraga no pudo asistir, pero Feijóo se acordó de él y le felicitó, a distancia, por su cumpleaños. Espontáneamente el público entonó la primera estrofa del cumpleaños feliz.

Por este estímulo, o por lo que fuera, el mitin resultó de lo más interactivo. Casi cada silencio del orador de turno era empleado por un militante para lanzar alguna consigna, tipo "campeón", "presidente", "guapo", "a por ellos", a lo que tanto Rajoy como Feijóo respondían desde el escenario. Estas interrupciones suele haberlas en todos los actos de partido, pero no tantas como las de ayer. Daba la impresión de que se trataba de una fiesta de fin de campaña y no del inicio.

"La familia se sangre"

El encuentro con tantos militantes fue aprovechado por el presidente del PPdeG para relatar su lista de agradecimientos tres años después de hacerse con la presidencia del partido. En la tarea empleó nada menos que quince minutos. No quedó prácticamente nadie por saludar ni por agradecer su compromiso con el partido. Sus colaboradores más directos, Rajoy, Fraga, los presidentes provinciales, los diputados, los alcaldes, los concejales, los militantes de base, los que compitieron con él por la sucesión de Fraga (Enrique López Veiga, Xosé Manuel Barreiro y José Cuiña), su "familia de sangre"... Fue entonces cuando se le trabó la voz, aunque no tanto como cuando la semana pasada se emocionó al recordar su orígenes en la aldea de Os Peares. Allí, entre el público, estaban sus padres, con los que se fundió en un abrazo al acabar su intervención.

Una hora y media después de iniciarse el acto de aclamación del candidato a la Xunta llegó a su punto final y se dispararon los cañones de serpentinas en lo que fue el único fasto de la organización. Pero otras cosas no cambian. Conocido por todos el hábito de Rajoy a los puros, nunca faltan quienes se acercan al presidente nacional del PP para obsequiarle con alguno.