julio pérez  Vigo

Desde hacía meses que la Xunta venía anunciando una reforma en profundidad de la fiscalidad gallega vinculada al medio ambiente. Una especie de revolución tributaria para cumplir con el principio de que quien contamina paga y también "en la búsqueda de la mejora del medio ambiente desincentivando actuaciones medioambientales". Pues esa apuesta está ya en marcha, con la aprobación del canon que gravará las centrales hidroeléctricas y con un nuevo sistema de tarifas del impuesto de contaminación atmosférica, la conocida ecotasa, que multiplicará hasta por cinco la cantidad a pagar por parte de las empresas que lancen emisiones tóxicas.

El proyecto de decreto necesario para adaptar la normativa del impuesto, vigente desde 1995, a las modificaciones decididas por la Consellería de Economía -la variación de la tarifa, pero también la posibilidad de emplear medios tecnológicos en su aplicación- está ya en tramitación. Y en él, el nuevo baremo a pagar y que se calcula en función de las toneladas emitidas a la atmósfera. La previsión del Gobierno gallego es que la recaudación el próximo ejercicio, con el nuevo modelo, ascienda a 16 millones de euros.

Hasta ahora, las empresas con emisiones por debajo de las 1.000 toneladas de dióxido de azufre y dióxido de nitrógeno al año estaban exentas de pagar. La cuota ahora contempla el abono del gravamen a partir de las 100 toneladas, con 36 euros por cada una al mes. A partir de las 1.000 y hasta las 3.000 toneladas, la cantidad se eleva a los 36 euros. El antiguo esquema no diferenciaba pagadores en la horquilla que va de las 1.000 hasta las 40.000 toneladas. La reforma recoge hasta cuatro grupos, con cantidades que van desde los 50 euros para las que no superen el techo de las 3.000 toneladas; los 70 euros para las que estén por debajo de las 7.000; 95 euros para 15.000 toneladas; hasta los 120 euros para las 40.000.

200 euros

En la siguiente escala se situarían ya las empresas más contaminantes. La tarifa impositiva contempla el pago de 150 euros por tonelada a las que emitan entre 40.000 y 80.000 toneladas al año, frente a los 36 euros que tenían que abonar con las antiguas bases. Y, finalmente, 200 euros, cinco veces más que hasta ahora, para las que superen las 80.000 toneladas.

"El Gobierno gallego da una gran importancia al medio ambiente y apuesta por un modelo de desarrollo sostenible", explican desde Economía, que enmarca las modificaciones "en los instrumentos de fiscalidad ambiental" en el que también entra el canon hidráulico.

El resto de puntos que desarrollan la ley del impuesto de contaminación atmosférica se mantienen intactos. La finalidad sigue siendo la misma y el destino de la recaudación -que, pese al encarecimiento de las tarifas, caerá un 11% con respecto a este 2008-, también. Los ingresos se emplean para actuaciones en materia de protección medioambiental y conservación de los recursos naturales en la comunidad. Incluido un fondo de reserva, con el 5% de la recaudación, para hacer frente a posibles daños extraordinarios o situaciones de emergencias provocadas, precisamente, por catástrofes en el entorno.

Para incorporar a los nuevos declarantes de la ecotasa, los que están por encima de 100 toneladas al año, Economía inscribirá a los titulares en el Registro de Focos Emisores, donde figuran ya los que actualmente están obligados a pagar.

Xavier Lavandeira, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo: "La tasa tendrá que repercutir en el consumidor para concienciar"

j. pérez  Vigo

"A los economistas -dice Xavier Lavandeira, del departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo- los impuestos ambientales que nos gustan son los que inciden en la vía de precios". Él va más allá del afán recaudatorio y recuerda que eso de que "el que contamina paga" está reconocido internacionalmente.

-¿Realmente los que contaminan pagan?

-Precisamente este tipo de impuestos llevan a ese principio. Es cierto que muchos que contaminan no pagan, porque falla el mecanismo, las instituciones. Pero es una buena medida porque pone precio a las emisiones dañinas y hace que los agentes tengan que controlarse y los precios de los productos lo tengan en cuenta.

-El consumidor, entonces, lo notará.

-Es que ahí está la importancia de estas tasas. Las empresas no contaminan porque quieran, sino porque elaboran un producto. Los impuestos medioambientales persiguen que quien contamine intente no hacerlo -con mejor tecnología en sus procesos, por ejemplo- y, hecho eso, como probablemente algo tendrá que seguir pagando, que el coste del producto lo incorpore. En el precio de un jersey va la materia prima, la electricidad y si su confección contamina, pues también.

-¿Y el afán recaudatorio?

-Estos impuestos pretenden cambiar conductas. Que a la vez consiga una recaudación, no es algo negativo.

-¿Galicia está haciendo todo lo posible por contaminar menos?

-El Gobierno gallego está dando pasos. Seguramente hay mucho más por hacer, pero está en ello. Las empresas también. Cada día tienen más en cuenta el coste medioambiental. Las mejoras que hagan repercutirán en las emisiones, ahorrán costes y una mejor imagen.