El informe preliminar sobre las causas del accidente de avión en el que murió la semana pasada el hijo del presidente del Celta de Vigo y ministro de Interior de México, Juan Camilo Mouriño, revela que el siniestro fue culpa de los pilotos, que carecían de experiencia suficiente para manejar la aeronave, y se acercaron en exceso a otro avión, un Boeing 76-300. Según los datos extraídos de las cajas negras, no existe" evidencia alguna de sabotaje o de la presencia de explosivos en el aparato", por lo que se descarta la hipótesis del atentado.

La información fue proporcionada ayer por el ministro de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, quien explicó que el avión en el que viajaba Mouriño, un Learjet 45, se acercó a una aeronave más pesada a una distancia menor a la que recomienda la normativa vigente, lo que generó una turbulencia que terminó desencadenando el accidente.

El análisis de las cajas negras, que fueron analizadas esta semana en Washington, revela que el avión de Mouriño mantenía una distancia de 4,15 millas náuticas -unos 7,6 kilómetros_- cuando el espacio establecido por las normas internacionales de aviación indica que debían ser cuando menos cinco millas.

La responsabilidad, según indicó Téllez, fue de los pilotos. "La transcripción certificada de los contenidos de la caja negra de audio muestra falta de familiaridad del capitán Martín de Jesús Oliva con los instrumentos en cabina al fallar repetidamente en la introducción de datos en los sistemas electrónicos", indicó el ministro al principio de su exposición.

Según Téllez, resulta "notoria la desorientación" de los pilotos sobre la ubicación geográfica de la aeronave ya que dudaban sobre si sobrevolaban Querétaro o Morelia y la refinería de Tula o la de Salamanca, mientras realizaban el trayecto desde la ciudad de San Luis Potosí, en el centro-norte del país, hasta la Ciudad de México, que fue donde se estrelló el avión.

La transcripción de la grabación de voces dentro del aparato dejó patente además que el avión de Mouriño sufrió una turbulencia que sorprendió a las ocho personas que viajaban en la aeronave y que fallecieron junto con cuatro transeúntes que pasaban por el lugar del accidente.

"En cuestión de segundos la situación empeoró y el piloto recurrió al copiloto, que tenía más experiencia, pero éste no pudo retomar el control del aparato", agregó Téllez.

Al margen de esas deficiencias, el ministro reveló que tanto Oliva, el piloto, como su copiloto, Álvaro Sánchez Jiménez, contaban con licencia vigente para volar, pero "la investigación revela presuntas deficiencias en los procesos de capacitación y certificación de ambos para operar el Learjet".

"Se está investigando por el grupo de factores humanos la obtención de sus certificados de capacidad especialmente en el manejo del Learjet 45", con el que Oliva tenía una experiencia de apenas 57 horas de