A la caza del vuelo.Así se encuentran los 200 gallegos que han quedado atrapados en el aeropuerto de Ciampino, después de que el accidente de un avión de Rynair obligará a cerrar este aeródromo.La desesperación de los pasajeros por regresar a sus casas ha obligado a intervenir al Consulado español que ha negociado con la compañía aérea para que, al menos, se haga cargo de los gastos de alojamiento y comida mientras dure su estancia forzada en Italia. De momento ya han tenido que pasar dos noches en Roma.

En total,han sido más de 700 los pasajeros afectados por la suspensión de vuelos de Ryanair entre Roma y España, doscientos de ellos gallegos. Una bandada de pájaros se interpuso en la ruta de uno de los aviones de esta compañía de bajo coste cuando iba a despegar, lo que originó el incendio de uno de los motores. El incidente obligó a cerrar el aeródromo de Ciampino, desde donde opera Ryanair.

Este aeropuerto aún permanecía cerrado a última hora de ayer, lo que obligó a la mayoría de los viajeros a pasar otra noche más en Roma. Ryanair se comprometió a recolocar gratuitamente a los afectados en otros vuelos de la compañía, aunque siempre en función de los sitios disponibles. Algunos pasajeros apuntaban que las opciones de salida se reducían “al viernes o incluso al domingo”. La otra alternativa es comprar billete de regreso en otra compañía, pero también en ese caso las circunstancias han jugado en contra, ya que una huelga en el aeropuerto de Fiumicino recortó sensiblemente la oferta de líneas con destino a España.

Además, los viajeros gallegos lo tienen más complicado porque Ryanair es la única compañía que ofrece vuelos directos a Santiago de Compostela. Aún así,tan pronto finalizó la huelga en Fiumicino algunos pasajeros decidieron desplazarse a este aeropuerto para coger vuelos de regreso a España. También hubo quien optó por alquilar un coche y volver por carretera.

“No pueden dejar a 700 personas pendientes de salir de Italia y no hacer nada”, comentaba ayer una de las pasajeras afectadas. Otro grupo de viajeros, procedentes de Santander, decidió recoger firmas para presionar a la compañía.