Como en la mayoría de los sectores, también en el del juego de azar las nuevas tecnologías suponen una auténtica revolución. Por eso, desde el pasado mes de marzo, Galicia tiene una nueva normativa para regular la actividad. Desde las tragaperras, a los futbolines. Un reglamento que entre las empresas, más de 400, que se dedican al negocio en la comunidad no ha sentado nada bien. Especialmente, a las más pequeñas, centradas en la distribución de las máquinas recreativas sin premio, que acusan a la Consellería de Presidencia de "crear un monopolio" en manos de las "tres o cuatro" grandes compañías más fuertes con las condiciones impuestas. Su pelea ha llegado hasta el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, que está admitiendo a trámite los recursos contencioso-administrativos presentados contra el reglamento.

Aunque la norma excluye de su aplicación a todas las "máquinas o aparatos de naturaleza estrictamente manual o competencia para el deporte entre dos o más personas jugadoras", un supuesto en el que pueden enmarcarse las mesas de billar, de tenis de mesa, los dardos o las boleras, lo cierto es que el propio reglamento matiza entre su articulado que cuando "requieran pagar un precio para su uso" sólo podrán ser explotadas por empresas operadoras. Es decir, que cuenten con un permiso idéntico al que hasta ahora sólo estaban obligadas las distribuidoras de tragaperras, catalogadas como "tipo B" . Y ahí empieza el problema. Porque la mayoría de las pequeñas y mediadas empresas del sector sólo operan con las máquinas de "tipo A". Las que no pueden dar premio.

Al complicado escenario que se abre en el sector se añade la prohibición expresa por parte de Presidencia de que en los locales de hostelería, donde se gesta el grueso de la actividad de azar, se instalen más de una máquina de cada tipo o una empresa. La única excepción está en manos de los operadores de tragaperras,con la opción, a su voluntad, de abrir o no un contrato con una firma de máquinas recreativas para cederle un hueco en el bar o el restaurante en cuestión. El propietario del establecimiento no es el que decide.

A los operadores de máquinas "tipo A" les quedaría la posibilidad de ampliar el negocio y pasarse también a las tragaperras, pero hasta el 31 de diciembre de 2010 no se otorgarán desde el Gobierno gallego más autorizaciones de explotación.