Afganistán se está convirtiendo en la bestia negra de la Brilat. Diecisiete militares gallegos han muerto ya en este país, donde el régimen talibán parecía aplacado y el reto se limitaba a dar estabilidad a la zona y construir un nuevo Estado. Pero los rescoldos de la violencia permanecieron vivos durante mucho tiempo y, al final, estalló lo que la mayoría de los expertos no dudan ya en llamar una guerra en toda regla. De hecho, desde la intervención de los Estados Unidos en Afganistán hace siete años nunca se habían sufrido tantos ataques y secuestros. Un informe del Consejo Conjunto de Vigilancia y Coordinación, que reúne a representantes del gobierno afgano, la ONU y otros países que apoyan el gobierno de Kabul, calculan que cada mes se registran unos 600 incidentes, cuatro veces más que en 2005. Sólo en lo que va de año han muerto en este país unos 1.500 civiles.

¿Qué ocurre? En palabras del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon "la insurgencia está envalentonada". La chispa de la violencia se avivó a partir de 2006, según concuerdan todos los analistas. Los atentados suicidas con bombas no existieron en el periodo 2001-2003, en 2004 se documentan sólo tres y en 2005 un total de 17. A partir de ahí se disparan, de modo que se contabilizan hasta 123 en 2006 y137 el pasado año.

La razón es que los talibanes se han reorganizado y han encontrado respaldo entre una población civil hastiada de la inseguridad, la falta de servicios públicos de un país que sigue en ruinas y el incremento de víctimas civiles a consecuencia de la ofensiva estadounidense para controlar a los rebeldes.

En un artículo de la Fundación para la Investigación Avanzada en Terrorismo y Conflictos Armados (Athena Intelligence) se aportan cifras que dan idea de cómo se han ido fortaleciendo las milicias talibanes. "A finales de 2007 se alineaban prestos para el combate entre 8.000 y 10.000 efectivos. El mullah Daddulá manifestó, antes de morir a manos de fuerzas de la coalición en mayo de 2007, que contaba con unos 12.000. La cuestión es que se sospecha que estas cifras puedan estar aumentando", avisa el analista de Athena Intelligence, Josep Baqués.

Las filas de los insurgentes se engrosan aprovechándose de la miseria que padecen muchos afganos y porque los talibanes disponen además de importantes recursos para pagarles. Se calcula que les ofrecen suculentos sueldos que pueden llegar a ser hasta cuatro veces superiores a lo que ganaría un policía afgano. De esta manera consiguen reclutar a efectivos procedentes tanto del interior de Afganistán como de Pakistán.

Al fortalecimiento de los rebeldes hay que añadir que la población civil ve cada vez con mayor resquemor a las fuerzas de coalición, aunque su misión consista únicamente en contribuir a la pacificación de la zona.

De hecho, el aumento de los ataques rebeldes ha coincidido con la expansión de la misión internacional de la ONU. En enero de 2006 la Conferencia de Londres aprueba el "Pacto por Afganistán" cuyo objetivo es ampliar el control de la coalición internacional a prácticamente todo el terreno afgano y eso incluye las zonas más conflictivas, que están ubicadas al sur y el sudeste del país. Este despliegue ha terminado por confundir a la población que empezó a identificar a las fuerzas de la ONU como "parte de una operación bélica de carácter ofensivo", según describen algunos expertos del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional.

Víctimas colaterales

Los afganos se sienten decepcionados porque, a pesar de la presencia de tropas internacionales en el país, no ha mejorado la seguridad. Es más, la población civil ve como cada vez son más los ciudadanos que mueren a consecuencia de operaciones militares de la coalición. En junio de 2007 el presidente afgano se había quejado de que en sólo 10 días noventa personas fueron víctimas colaterales de estos ataques y avisó que "las vidas de los afganos no son baratas". El pasado mes de agosto el Gobierno de Kabul decidió investigar la muerte de hasta 76 civiles producidas en similares circunstancias. "Ni que decir tiene que este hecho puede dañar la legitimidad de las fuerzas occidentales a ojos de los afganos", advierte el catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad de Barcelona, Josep Baqués.

El teniente coronel de Infantería del Ejército de Tierra, José Luis Calvo, que también colabora con la Fundación para la Investigación Avanzada en Terrorismo y Conflictos Armados, opina que los miembros de las fuerzas de coalición "no son conscientes de estar inmersos en una guerra". "Algo que los talibán tienen perfectamente claro", añade.

Según este militar, a las tropas occidentales les falta "coherencia estratégica". Cada país se ha implicado en Afganistán de manera distinta y, a su juicio, esta participación heterogénea les resta fuerza para hacer frente a los talibanes.