México se despertó ayer conmocionada. La muerte de Juan Camilo Mouriño, ministro del Interior y mano derecha del presidente Felipe Calderón, tras estrellarse la avioneta en plena capital en la que viajaba llevó el estupor a la sociedad del país. Mouriño, nacido en Madrid e hijo del presidente del Celta, Carlos, se había erigido en un azote de los clanes criminales de México. Su muerte, junto a las de otras nueve personas que viajaban junto a él en la aeronave, constituye un durísimo revés para la política de Interior de Calderón y hace levantar las sospechas sobre la posibilidad de un atentado, que ayer no fue descartado por completo.

Así, el Gobierno mexicano mantuvo ayer abierta las hipótesis e indagará todas las posibles causas del accidente de aviación en el que fallecieron también el secretario técnico para la Implementación de las Reformas Constitucionales en Materia de Seguridad y Justicia Penal, José Luis Santiago, ex director de la SIEDO (el organismo de lucha contar el narcotráfico), que estaba amenazado por los cárteles de la droga. A las nueve víctimas mortales del avión hay que sumar otras cuatro que viajaban por la carretera en pleno México DF contra la que se estrelló la aeronave.

Las autoridades federales, militares y de aeronáutica han abierto una exhaustiva investigación para determinar las causas del desplome de la aeronave. El accidente ha levantado sospechas por estar implicadas personalidades de la política de México, varias de ellas relacionadas con la seguridad nacional, destacando sobre todo Santiago Vasconcelos, quien estaba amenazado por numerosos cárteles de la droga debido a su encarnizada lucha contra el narcotráfico. Las sospechas se han multiplicado porque la semana anterior se había realizado el mismo viaje, aunque sin la participación de Vasconcelos.

Problemas en la nave

El presidente de México, Felipe Calderón, amigo personal de Mouriño y muy próximo a Vasconcelos, se negó a hablar de accidente, dejando abierta la puerta a un posible sabotaje o atentado. Pero otros miembros del Gobierno no albergan tantas cautelas. El ministro de Comunicaciones y Transporte, Luis Téllez, señaló que la torre de control perdió contacto con la nave poco antes del percance y que el piloto ya había alertado durante el viaje que la nave sufría problemas.

No obstante, Mario Mota, jefe militar de la región de San Luis de Potosí, de la que partió el avión, descartó que se hubiera producido un sabotaje. Y Marcelo de los Santos, Gobernador de la región, aseguró que se investigan todas las causas, pero que el sabotaje parece poco probable. "El avión no explotó, se desplomó", afirmó. Añadió que desde que el avión llegó a la región estuvo resguardado por fuerzas federales y por el Estado Mayor Presidencial.

Sin embargo, tras las primeras interpretaciones, ni las grabaciones entre el avión y la torre de control ni las señales de radar difundidas por el Gobierno mexicano aclararon las causas del siniestro. Luis Téllez, en comparecencia con un equipo de técnicos, informó que se había encontrado la caja negra del avión pero que las causas del accidente tardarían algún tiempo en conocerse.

Las conversaciones divulgadas entre el piloto y la torre de control del Aeropuerto de Ciudad de México confirmaron que los tripulantes no realizaron llamada alguna de emergencia. Las comunicaciones transcurrieron con normalidad hasta que se perdió el contacto con el aparato, que fue minutos antes de que la avioneta se estrellara con el suelo en una concurrida avenida de la capital mexicana.

Según el Gobierno, la trayectoria, altitud y velocidad de la aeronave respetaban los procedimientos de acercamiento al aeropuerto y tampoco se registró una aproximación excesiva a otros aviones que podrían haber ocasionado turbulencias excesivas.

Diversos controladores aéreos habían asegurado anteriormente que el avión volaba detrás de un Boeing 767, una de las aeronaves de mayor tamaño, a sólo 3,2 kilómetros de distancia cuando la separación reglamentaria debería ser de 6,4 kilómetros. Esta situación pudo haber provocado que pudiera haber sido atrapado por una turbulencia. En todo caso, las indagaciones se prolongarán varios días. Mientras, la sombra del atentado seguirá vigente.