Se fue de Galicia "por curiosidad", pero también porque, "ya de vender ocho horas diarias" de su tiempo a cualquier empresa, quería que le "recompensaran mejor económicamente". El coruñés de 25 años Salvador Lago comenzó su vida de emigrante a los 21 y lo hizo en otro destino habitual de los gallegos: Menorca. Pero un amigo que había recogido fresas en Dinamarca lo animó, a él y a otros cuatro, al contarles su experiencia, y se fueron con un contrato arreglado por correo electrónico.

"El trabajo de recogida de fresas lo pagan por kilo recogido. Comienzas la faena a las seis de la mañana y acabas a las doce", explica Lago, quien añade que "sin esforzarte al máximo" se pueden recoger entre 50 y 60 kilos, lo que, traducido a euros, oscila entre los 42 y los 50. "Puedes ganar entre 2.000 y 4.000 euros en mes y medio", aunque hay que descontar unos 500 para los gastos. En su caso en vivienda fueron pocos porque los temporeros de verano viven en tiendas en la granja.

"Nunca te vas a encontrar con daneses trabajando contigo. Allí nosotros somos los sureños, igual que un marroquí temporero en Andalucía", añade Lago, quien está convencido de que la juventud gallega "no emigra sólo por trabajo, aunque también es una pena que lo mejorcito de Galicia esté fuera".