Desde la ribera occidental de la ría, los problemas proceden casi todos de Asturias. Desde la oriental, los gallegos siempre encienden la mecha. Que a nadie se le ocurra, una vez cruzado el puente de los Santos, referirse a la ría como la de Ribadeo. Ha sido siempre, es y será la del Eo. Y aunque ahora el concejo de Castropol proyecte un pequeño puerto deportivo para atraer turismo de calidad, no son los gallegos de enfrente los más indicados para criticar, tras los sucesivos rellenos emprendidos por Ribadeo.

Hay ahora, en cambio, un argumento compartido en las dos orillas. La oposición a la ampliación que Portos de Galicia tramita para dar salida a la pasta de papel procedente de Ence en Navia. Resulta que cuando llueve, los operarios se ven obligados a tapar la carga para que no se moje y tomarse un pequeño respiro. Es por ello que la empresa Galigrain proyecta una gran nave semiflotante, 2.200 metros cuadrados sobre la ría, 6.000 en total, para evitar las inclemencias meteorológicas. Ribadeo se opone, claro. Desde el primero hasta el último vecino, pasando por el parador nacional, principal afectado porque la altura de la nave (equivale a un edificio de 17 plantas) le taparía toda la vista del estuario.

"No es necesario y peligra el desarrollo sostenible del municipio", dice el alcalde nacionalista de Ribadeo. "Es un armatoste", dice desde el otro lado el regidor de Castropol.

"La ría está al límite. Las obras, cada cierto tiempo, van ahogando la ría, que tiene ya un equilibrio precario. Una obra pequeña, y ésta no lo es, puede ser la puntilla definitiva". Quien así habla es Evaristo Lombardero, veterano de mil batallas y presidente de la Plataforma pola Defensa da ría de Ribadeo, que lidera la oposición vecinal al proyecto.

Y es que a pesar de las palabras tranquilizadoras del conselleiro de Medio Ambiente, Manuel Vázquez, a su homóloga asturiana, Belén Fernández, asegurando que impediría las obras, y a pesar de la decisión firme del concello de Ribadeo de no conceder la licencia necesaria para levantar la nave, los ribadenses, por la experiencia acumulada, están con la mosca detrás de la oreja. La plataforma del neumólogo Lombardero, gallego de residencia, asturiano de hacienda, está en plena campaña para movilizar a los vecinos de las dos orillas. Celebrarán mesas redondas, recogerán firmas y buzonearán folletos para convocar una gran manifestación contra el proyecto en la primera semana de agosto. Creen que si bajan la guardia, un buen día se desayunarán con la obra en marcha.

Hay antecedentes. En 1992, durante el Gobierno de Manuel Fraga, se construyó la famosa escollera, un relleno de 22.000 metros cuadrados, a pesar de las múltiples críticas. Tanta oposición había, que incluso el Gobierno del Principado de Asturias llevó a la Xunta a los tribunales para frenar esa "invasión de la ría".

Sin embargo, la escollera, pero "para nada, porque sólo se ha usado para aparcamiento de los coches. Sólo sirvió para cargarse un refugio natural que había para los barcos, para protegerse del viento del sur, que aquí pega mucho", dice Domingo Fernández, marinero ya jubilado, que aún preside la Cofradía de pescadores de Ribadeo, esos que ahora, con la escollera plantada en la ría, se ven obligados a cambiar los barcos de sitio cuando pega del sur.

Doble discurso

Desde Ribadeo, tanto políticos como ecologistas, acusan a la Xunta de mantener un doble discurso: por un lado tranquilizar al Ejecutivo de Asturias con su oposición al proyecto pero por otro, ir dejando hacer. Algo de razón no les falta. El conselleiro Manuel Vázquez reconoció que a priori no ve mucho impacto ambiental en las corrientes por poner cuatro pilares en la ría. "Otra cosa sería el paisajístico", apunta. Y Jacinto Parga, director de Portos, habla maravillas del proyecto para consolidar el crecimiento del puerto.

Actualmente, Ribadeo apenas recibe una docena de mercantes al mes, y de esos, ocho o nueve son de la papelera. Ence apuesta por este puerto porque es casi en exclusiva y porque es más barato que los asturianos.

"Ninguna administración tiene un compromiso claro con la ría", acusa Evaristo Lombardero, que reclama a las dos administraciones autonómicas menos reuniones con pinchos y más protección para el estuario. Por eso cree que es tan necesaria la unión entre Galicia y Asturias. "La oposición vecinal hará que no se haga la nave semiflotante", sostiene José Ángel Pérez, alcalde de Castropol, que se enciende nada más mentarle el proyecto. "La polémica entre Galicia y Asturias en una ría tan pequeña es estúpida. Si descargas un camión de arena en un lado, afecta a toda la ría", sostiene.

En éste y en otros temas, todos reconocen lo ridículo de los choques entre los dos lados de la frontera, pero al mismo tiempo culpan al otro de alimentarlos. El nacionalista Fernando Suárez está harto de las quejas vecinas por el colonialismo gallego sobre el occidente, que achaca más a "intereses políticos y mediáticos" que a la realidad de la gente. Se lo van a decir a él, casado con una asturiana, o a los cientos de personas que todos los días cruzan el puente de casa al trabajo y viceversa. Suárez ironiza: "Hasta cuando llueve allí, nos culpan de soplar a las nubes. Que le vamos a hacer si Ribadeo es una potencia económica y todos vienen a comprar aquí".

En lo del muelle semiflotante del puerto de Ribadeo hay unanimidad, pero en lo del nombre de la ría, ya puede decir misa el Instituto Geográfico Nacional, el Ministerio de Fomento o el Rey, que en cada orilla se le llama a su modo. Y ahí no intenten hacer entrar a nadie en razones.

Ribadeo dice que los asturianos llevan 15 años barrenando con el nombre cuando, si hasta el Rey otorgó el marquesado de Ribadeo a Lepoldo Calvo Sotelo será por algo. Pecata minuta para Asturias. Ese debate no existe, el nombre oficial es ría del Eo y la culpa es del BNG, que introdujo el debate y que busca problemas donde no los hay. Sea ría de Ribadeo, o allá del Eo, las dos están alerta para que el proyecto de la nave quede arrinconado en un cajón de la Xunta.