Los enfermos que necesitan un trasplante y los bebés prematuros son los pacientes de los hospitales gallegos que exigen los tratamientos más costosos. El ránking lo lidera el trasplante de pulmón, con un precio medio estimado de 100.270 euros. La segunda y tercera plaza son para otros dos trasplantes, el hepático (96.532 euros) y el cardíaco (92.237 euros). Y la cuarta y la quinta plaza son para los cuidados que necesita un recién nacido de bajo peso. Cerca de 83.000 euros en el caso de un bebé que pese menos de 750 gramos y algo más de 67.000 euros para un prematuro que pese entre mil y mil quinientos gramos. Unos gramos menos y el coste sanitario se dispara.

Éstos son los cinco tratamientos más caros de la red hospitalaria gallega, según la información facilitada por la Consellería de Sanidade, pero en 2007 el gasto que sumó por estos cinco casos fue de 13,6 millones de euros, ¿por qué? Porque por suerte no son excesivos los casos de trasplantes (32 de pulmón, 82 hepáticos y 21 de corazón) ni de bebés prematuros (ocho).

Es más, la partida es algo inferior a la que el Sergas tiene que soltar para hacer frente a los partos sin complicaciones, que fueron 9.851 en 2007 con un precio medio de 1.339 euros. Los alumbramientos sin dificultades suponen un gasto anual de 13,1 millones de euros y son la actividad más habitual que se registra en los hospitales gallegos.

Los trastornos respiratorios, excepto infecciones, bronquitis y asmas con complicaciones mayores; el edema pulmonar e insuficiencia respiratoria; la insuficiencia cardiaca y el parto con complicaciones son las otras cuatro dolencias que más arrastran los pacientes cuando llegan a los hospitales gallegos y su tratamiento implica un gasto de 100,3 millones de euros, frente a los 13,6 millones de los cinco tratamientos más costosos.

En el extremo opuesto a los cuidados más caros, están los más baratos y son los siguientes: el falso trabajo de parto (322 euros); la atención a un neonato de más de 2.500 gramos (569 euros); conmoción o lesión intracraneal con coma de menos de una hora o sin coma en menores de 18 años (719 euros); abortos naturales sin dilatación ni legrado (749 euros), y fimosis (771 euros).

¿Y cómo mide el equipo de María José Rubio el coste de todas estas actividades? Siguiendo protocolos estandarizados a nivel internacional, pero no sin cierta complejidad, advierte el subdirector xeral de Orzamentos del Sergas, Antonio Fernández Campa. Para hacerse una idea, cada vez que a un paciente en un hospital se la da el alta, su caso se registra y ha de ser incluido en una de las 653 categorías existentes, conocidas como Grupos Relacionados con el Diagnóstico (GRD), y que miden el grado de complejidad de la actividad que ha exigido el paciente.

El GRD de menor dificultad y que implica una menor movilización de recursos económicos, materiales y humanos es el falso trabajo de parto y en el extremo contrario encontramos el trasplante de pulmón, que tiene 271 veces más complejidad que un falso alumbramiento.

Diferencias

Al seguir un método internacional, el Sergas puede comparar y así llama la atención que en Galicia el tratamiento más costoso es el trasplante de pulmón, sin embargo en España y en otros países el ránking lo encabezan los cuidados a los recién nacidos con bajo peso, revela el jefe de Servicio de Neonatología del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago, José María Fraga, quien apunta que a nivel estatal entre los veinticinco tratamientos más caros, seis son para la atención a bebés prematuros y el presupuesto es muy dispar.

"El cuidado a un recién nacido supone 550 euros, una cantidad que se multiplica por 50 si el bebe pesa entre mil y 1.500 gramos, por cien, si el niño pesa entre 1000 y 750 gramos, y por 150, si pesa menos de 750 gramos", explica José Mª Fraga.

Los presupuestos que se manejan para ayudar a la vida de estos recién nacidos son elevados, pues los bebés nacidos antes de tiempo "son seres muy inestables, sus sistemas son inmaduros, suelen tener problemas respiratorios y trastornos metabólicos y corren el riesgo de infecciones".

En consecuencia, exigen "cuidados intensivos de personal muy especializado, una tecnología muy sofisticada y hasta tres meses y medio de hospitalización", afirma José Ramón Fernández Lorenzo, jefe de sección del Servicio de Neonatología del CHUS.

Un bebé prematuro en estado crítico puede necesitar las 24 horas del día a una enfermera a su lado, y su incubadora estar conectada a aparatos que le ayudan a respirar o a la diálisis renal, y otras máquinas que le controlan la tensión o el funcionamiento de los riñones. En algunos casos, los recién nacidos deben pasar por el quirófano, por ejemplo, por una malformación digestiva.

Mortalidad reducida

Tanta atención compensa, pues el 85 por ciento de los niños que nacen con menos de un kilo de peso sobreviven y el 75 por ciento vive sin secuelas, sostiene José María Fraga, quien recuerda que hace treinta años la mortalidad en estos niños se multiplicaba por seis.

En todo caso, el jefe de servicio de Neonatología del CHUS observa que también se ha incrementado el caso de bebés de bajo peso. Si hace 25 años los recién nacidos con menos de 2.500 gramos eran el 2,8% ahora ya representan el 7,2 por ciento del total de los nacimientos. Las causas, apunta José María Fraga, son múltiples, pero influye la edad tardía de las mamás de ahora, su estilo de vida y las fertilizaciones in vitro.