Los Gobiernos de coalición permiten tejer redes de amistad y afinidad entre dos socios que son contrincantes en las urnas. La oposición denuncia tensiones entre PSdeG y BNG, pero también hay margen para los afectos. El conselleiro de Economía, José Ramón Fernández Antonio, y la titular de Cultura, Anxela Bugallo, mantienen desde hace tiempo una relación sentimental, que ya es conocida por sus compañeros de Gobierno.

El conselleiro socialista y la titular nacionalista no esconden su romance y ya se les ha visto juntos en alguna ocasión. La relación es cada día más estable, sostienen fuentes próximas al Ejecutivo autonómico, pero los dos políticos, a través de sus gabinetes de prensa, coincidían ayer en declarar a este periódico por separado que "no comentan" su "vida privada". Miembros del Ejecutivo autonómico confirman la existencia de esta unión sentimental y manifiestan su máximo respeto hacia esta relación, que es vox populi en los círculos políticos y que esta semana ya fue objeto de comentario en un periódico de Lugo.

El conselleiro de Economía, de 55 años, nació en Vigo y era jefe de gabinete de la presidencia de Auna, la antigua Retevisión, cuando en julio de 2005 le llamó su amigo Emilio Pérez Touriño para encargarle una de las carteras más importantes del Ejecutivo autonómico, la que maneja los recursos económicos de la comunidad y controla las cuentas de las demás consellerías. Dejó Madrid y se plantó en Galicia, aceptando el reto del nuevo titular de la Xunta, con quien había coincidido en el Ministerio de Transportes, siendo el titular Abel Caballero, Touriño subsecretario y Fernández Antonio director de gabinete del ministro.

Anxela Bugallo, coruñesa y licenciada en Biología, además de conselleira, es persona de máxima confianza del vicepresidente y líder del BNG, Anxo Quintana, quien la aupó a la dirección de la formación frentista y la nombró portavoz adjunta del Bloque. Bugallo tiene como máxima responsabilidad sacar adelante la Cidade da Cultura, heredada del anterior ejecutivo del Partido Popular y cuestionada por su alto coste y por su indefinición.