Los cuerpos de ambos fueron localizados por funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía que se desplazaron al lugar alertados por los vecinos.

Desde hace más de 20 años Antonio Pozo sufría una enfermedad degenerativa que ya le impidió concluir el servicio militar y desde entonces su estado físico se fue agravando hasta el punto de que no podía levantarse y apenas pronunciaba monosílabos.

Recibía las atenciones de su madre, Ángela Pozo González, que hacía seis años que perdió a su marido y que también tenía problemas de movilidad por un desgaste óseo.

Madre e hijo eran reservados y eso provocó que sus vecinos tardaran un tiempo en alertar por su ausencia en las inmediaciones del domicilio familiar, asentado en plena zona rural del Ayuntamiento de Lugo.

Sin embargo, al detectarse que hacía varios días que no salía humo de la chimenea de la casa los vecinos intentaron, sin éxito, obtener una respuesta del interior de la Casa Caseiro, que era como se conocía el domicilio en el que aparecieron los cuerpos.

Hasta el lugar de los hechos se desplazó una dotación de la Policía Nacional que franquearon la puerta y se encontraron con que en una cama yacía la madre y muy cerca, en otra, el hijo.

Las primeras hipótesis apuntan a que primero falleció la madre por causas naturales y posteriormente murió el hijo ante la falta de las atenciones que le proporcionaba la madre.

El suceso provocó una profunda consternación entre los vecinos, que hoy despedirán los restos mortales de la madre y el hijo en el funeral que tendrá lugar a las 18.30 horas.