X. A. T. / SANTIAGO

La primera lección que aprenden los emprendedores, unos jóvenes y otros no tanto, es que tienen que ser muy cuidadosos a quiénes les cuentan sus ideas. Por si acaso, así se lo recordó a los casi 1.500 asistentes en el II Día do Emprendedor el polifacético Quico Cadaval: "Ojo con lo que decís, porque mañana veréis que un amigo ha montado vuestra empresa".

Pero no hacía falta la advertencia. Pocos, muy pocos, eran los que se atrevían a dar algunas ideas de las iniciativas que ayer sometieron a consulta profesional en algunos de las múltiples puestos de información que bancos, Xunta, Confederación de Empresarios, Cámaras de Comercio o Ministerio de Industria pusieron a su disposición. "No os cuento mi idea, que puede surgir una competencia inesperada", comentaba Raisa.

Los profesionales diferencian claramente dos tipos de proyectos: los genéricos, muy poco pensados, y los maduros, con auténticas opciones de éxito. Los primeros son propuestas vagas en su concepción presentadas por jóvenes que sobre todo quieren información básica, pero que enseguida se dan de bruces con la realidad ante las dificultades encontrar un nicho de mercado. Proyectos de este tipo son los de montar una tienda de artículos de regalo, confeccionar camisteas de moda casual o convertir un albergue en un multicentro de ocio

Pero entre los proyectos de emprendedores los había muy bien pensados, con estudios de mercado, medios técnicos y fórmulas de financiación, como empresas de programación informática para construir maquinaria industrial, de diseño en tres dimensiones o de equipamiento para hospitales y buques.