Tras medio siglo de vida en el extranjero, una pareja de biólogos gallegos se aventuró a comprar hace 15 años una finca en la parroquia lucense de San Vicente de Pena. Cambiaron los despachos de la Unión Europea y demás organismos internacionales por un proyecto en plena naturaleza: la creación de un arboreto (‘arboretum’), un espacio protegido repleto de árboles y plantas con un fin pedagógico y de conservación de las especies.
Un colorido paseo entre el silencio del arboreto de Begonte
Tras medio siglo de vida en el extranjero, una pareja de biólogos gallegos se aventuró a comprar hace 15 años una finca en la parroquia lucense de San Vicente de Pena. Cambiaron los despachos de la Unión Europea y demás organismos internacionales por un proyecto en plena naturaleza: la creación de un arboreto (‘arboretum’), un espacio protegido repleto de árboles y plantas con un fin pedagógico y de conservación de las especies.
Un colorido paseo entre el silencio del arboreto de Begonte
Tras medio siglo de vida en el extranjero, una pareja de biólogos gallegos se aventuró a comprar hace 15 años una finca en la parroquia lucense de San Vicente de Pena. Cambiaron los despachos de la Unión Europea y demás organismos internacionales por un proyecto en plena naturaleza: la creación de un arboreto (‘arboretum’), un espacio protegido repleto de árboles y plantas con un fin pedagógico y de conservación de las especies.
Un colorido paseo entre el silencio del arboreto de Begonte
Tras medio siglo de vida en el extranjero, una pareja de biólogos gallegos se aventuró a comprar hace 15 años una finca en la parroquia lucense de San Vicente de Pena. Cambiaron los despachos de la Unión Europea y demás organismos internacionales por un proyecto en plena naturaleza: la creación de un arboreto (‘arboretum’), un espacio protegido repleto de árboles y plantas con un fin pedagógico y de conservación de las especies.
Un colorido paseo entre el silencio del arboreto de Begonte
Tras medio siglo de vida en el extranjero, una pareja de biólogos gallegos se aventuró a comprar hace 15 años una finca en la parroquia lucense de San Vicente de Pena. Cambiaron los despachos de la Unión Europea y demás organismos internacionales por un proyecto en plena naturaleza: la creación de un arboreto (‘arboretum’), un espacio protegido repleto de árboles y plantas con un fin pedagógico y de conservación de las especies.
Un colorido paseo entre el silencio del arboreto de Begonte
Tras medio siglo de vida en el extranjero, una pareja de biólogos gallegos se aventuró a comprar hace 15 años una finca en la parroquia lucense de San Vicente de Pena. Cambiaron los despachos de la Unión Europea y demás organismos internacionales por un proyecto en plena naturaleza: la creación de un arboreto (‘arboretum’), un espacio protegido repleto de árboles y plantas con un fin pedagógico y de conservación de las especies.
Un colorido paseo entre el silencio del arboreto de Begonte
Tras medio siglo de vida en el extranjero, una pareja de biólogos gallegos se aventuró a comprar hace 15 años una finca en la parroquia lucense de San Vicente de Pena. Cambiaron los despachos de la Unión Europea y demás organismos internacionales por un proyecto en plena naturaleza: la creación de un arboreto (‘arboretum’), un espacio protegido repleto de árboles y plantas con un fin pedagógico y de conservación de las especies.
Tras medio siglo de vida en el extranjero, una pareja de biólogos gallegos se aventuró a comprar hace 15 años una finca en la parroquia lucense de San Vicente de Pena. Cambiaron los despachos de la Unión Europea y demás organismos internacionales por un proyecto en plena naturaleza: la creación de un arboreto (‘arboretum’), un espacio protegido repleto de árboles y plantas con un fin pedagógico y de conservación de las especies.