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Rafa Vázquez y Gustavo Santos
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Rafa Vázquez
A partir de las seis de la tarde, Pontevedra entra en letargo con el cierre del comercio no esencial. Patrullas de la Policía Nacional y Local velaron por el cumplimiento de la normativa y apenas tienen constancia de denuncias. El cierre del comercio se nota en la afluencia de gente en la calle y también en el tráfico. Las principales avenidas se quedan casi vacías al atarceder, haciendo de la Boa Vila una ciudad fantasma.
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A partir de las seis de la tarde, Pontevedra entra en letargo con el cierre del comercio no esencial. Patrullas de la Policía Nacional y Local velaron por el cumplimiento de la normativa y apenas tienen constancia de denuncias. El cierre del comercio se nota en la afluencia de gente en la calle y también en el tráfico. Las principales avenidas se quedan casi vacías al atarceder, haciendo de la Boa Vila una ciudad fantasma.
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A partir de las seis de la tarde, Pontevedra entra en letargo con el cierre del comercio no esencial. Patrullas de la Policía Nacional y Local velaron por el cumplimiento de la normativa y apenas tienen constancia de denuncias. El cierre del comercio se nota en la afluencia de gente en la calle y también en el tráfico. Las principales avenidas se quedan casi vacías al atarceder, haciendo de la Boa Vila una ciudad fantasma.
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A partir de las seis de la tarde, Pontevedra entra en letargo con el cierre del comercio no esencial. Patrullas de la Policía Nacional y Local velaron por el cumplimiento de la normativa y apenas tienen constancia de denuncias. El cierre del comercio se nota en la afluencia de gente en la calle y también en el tráfico. Las principales avenidas se quedan casi vacías al atarceder, haciendo de la Boa Vila una ciudad fantasma.
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A partir de las seis de la tarde, Pontevedra entra en letargo con el cierre del comercio no esencial. Patrullas de la Policía Nacional y Local velaron por el cumplimiento de la normativa y apenas tienen constancia de denuncias. El cierre del comercio se nota en la afluencia de gente en la calle y también en el tráfico. Las principales avenidas se quedan casi vacías al atarceder, haciendo de la Boa Vila una ciudad fantasma.
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Gustavo Santos
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