Los presos de Vigo purgaban sus penas en los calabozos que se sucedían bajo una bella cúpula de cristal. La singular estructura carcelaria, que a punto estuvo de desaparecer bajo la mano de Ricardo Bofill, es hoy uno de los emblemas de la ciudad.
Viaje en el tiempo a bordo del MARCO
En mayo de 1861 se aprobó por Orden Ministerial el inicio de las obras de construcción de la nueva cárcel de Vigo. El edificio albergaría años más tarde también el Palacio de Justicia. Imagen de la fachada tomada en 1990.
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La inauguración se hizo esperar: 19 años de obras nada menos. se produjo la inauguración oficial de edificio. El año 1880 quedó grabado sobre el mármol blanco del frontispicio junto al nombre de Palacio de Justicia. La imagen, tomada en 1986, recoge la entrada principal.
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La cárcel contaba con tres galerías destinadas a hombres, mujeres y niños que desembocaban en un gran patio central. El edificio, de planta hexagonal irregular, ocupaba una superficie total de 3.230 metros cuadrados. Además, integraba cuatro patios interiores de 760 metros.
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La construcción fue todo un revulsivo entre las instituciones penitenciarias de Galicia. La estructura de galerías radiales con linternón, ese característico remate vidriado que proporciona luz y ventilación, fue muy celebrada en la época. A diferencia de otros centros penitenciarios del país, la cárcel viguesa estaba situada en el centro de la ciudad y no tenía torres de vigilancia. Imagen del Príncipe en 1982.
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El Palacio de Justicia tenía originalmente dos plantas. Sin embargo, años más tarde, la parte trasera se amplió en una más. Con esta modificación, la superficie útil llegó a los 5.800 metros cuadrados. Imagen del lateral posterior tomado en 1986.
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Los juicios concitaban una enorme expectación. Las colas a las puertas del Palacio de Justicia eran una estampa habitual. Entre los procesos que más curiosidad despertaron estaba el del Areal. En aquel octubre de 1929, decenas de personas aguardaban desde primera hora de la mañana a que se abrieran los portones para asistir a la vista.
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Corbata, pañuelo y sombrero. Así custodiaban a los acusados por el robo con homicidio en Troncoso y Santodomingo en la calle Areal. En imagen los acusados por el robo con homicidio de la fábrica de Troncoso y Santodomingo en la calle Areal. José Villaverde Miguez “Chirri”; Bernardo Gómez Pacheco y Manuel Pazos Porto “Trebon” se sentaron en el banquillo de los acusados durante aquel célebre proceso.
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Cuando en mayo de 1987 se inauguran los nuevos juzgados de la calle Lalín, el Palacio de Justicia cierra sus puertas y cae en el olvido. En la imagen, las gruesas hojas de madera de las celdas, con varios pasadores y una mirilla para vigilar al preso.
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Las zarzas y la maleza camparon, durante muchos años, por el Palacio de la Justicia. Ninguna institución se ocupó de su conservación dejando una imagen deplorable.
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El paso del tiempo no perdona. A los estragos de los años se suman la huella de palomas y ratones, que hicieron del lugar su residencia habitual. En la imagen, vista de la galería superior de prisiones con el lucernario de las dos naves diagonales
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La planta baja de la galería de prisiones, donde se aprecian los portones de madera de cada una de las celdas que jalonaban todo el pasillo.
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Una espectacular escalera de caracol, realizada en hierro fundido, comunica uno de los patios interiores, junto al lavadero para el uso de los presos.
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Silencio intramuros. El vacío de funciones 'calló' los pasillos y las galerías, patios y despachos. En la imagen, una de las salas del Palacio de Justicia dedicada a la celebración de los juicios.
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Una de las celdas totalmente destartalada. Estos pequeños cubículos tenían un pequeño ventanuco con rejas que daba a los patios interiores, flanqueados por dependencias de la antigua prisión.
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Y con el cierre llegó la polémica. Cuando el Palacio de Justicia bajó la persiana, la amenaza de derribo salió a flote. Para evitarlo, y ante el temor a una operación especulativa, surgió todo un movimiento de protesta.
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Entre las múltiples propuestas que rodearon al remozado edificio, había una que llevaba la firma del célebre arquitecto Ricardo Bofill. El proyecto del catalán recogía la creación de una gran explanada bautizada como Plaza de la Concordia en el lugar donde se levantaba el inmueble. El gobierno municipal de entonces veía con buenos ojos la demolición. de la vieja cárcel solo quedarían las escaleras de la entrada principal a la plaza, situada a dos metros de la calle Príncipe.
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En septiembre de 1990 la Xunta de Galicia ordena la suspensión cautelar de las obras de derribo del Palacio de Justicia. Será declarado Bien de Interés Cultural.
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La transformación de los antiguos juzgados en Museo de Arte Contemporáneo fue el resultado de un coloquio celebrado en octubre de 1994 “Espacios Públicos para las artes plásticas”. En aquel foro se obtuvieron conclusiones asumidas después por el pleno de la corporación.
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En otoño de 1999 comenzaron las obras de rehabilitación del edificio. El coste de la obra diseñada por Salvador Fraga, Francisco García Quijada y Manuel Portolés ascendía a 2 millones de euros. Un proyecto que se convertiría en icono y referencia indiscutible del arte en la ciudad.
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Los trabajos de construcción se prolongaron. Se vació el edificio al encontrarse los técnicos con una estructura más deteriorada de lo previsto. Sólo permanecería en pie la fachada, que iba a quedar sujeta por un sistema de vigas.
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Andamios y materiales de construcción terminando formando parte del paisaje de Príncipe.
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Las viejas celdas, símbolo del crimen y el castigo, purgatorio de los delincuentes, se bañaron en la luz del arte contemporáneo. Los calabozos se transformaron para acoger exposiciones. Imagen tomada en 2001.
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Un enjambre de hierros trufaba la cúpula durante los trabajos de rehabilitación. El proyecto mantenía la estructura circular desde la que los policías vigilaban a los presos a finales del XIX. Pese a las obras, la construcción seguía siendo fascinante (2001).
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Finalmente, el 13 de noviembre de 2002 se inaugura oficialmente el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo (MARCO).
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Y llegó el día. El Museo MARCO abría sus puertas con dos propuestas bajo el brazo: "Cardinales” y “Atlántica”. La primera, de carácter internacional, estaba montada al hilo de la metamorfosis del edificio. La segunda, fue un homenaje a la generación de artistas que modernizaron el arte en Galicia en la década de los ochenta.
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Con la reconversión en museo, mudó también la inscripción en el frontispicio. El año 1880 que precedía al nombre de Palacio de Justicia fue cubierto por el año 2002 y el nombre de MARCO. Nacía el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo.
En mayo de 1861 se aprobó por Orden Ministerial el inicio de las obras de construcción de la nueva cárcel de Vigo. El edificio albergaría años más tarde también el Palacio de Justicia. Imagen de la fachada tomada en 1990.