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Marta G. Brea
Ver galería >De generar riqueza, miles de empleos y llevar la marca Vigo por todo el país, incluidos los hogares más influyentes de mediados del siglo XX, a convertirse en foco de suciedad, basura y hogar de culebras y ratas. La viejas fábricas del Grupo de Empresas Álvarez (GEA) en Coruxo –o lo que queda de ellas, al menos– languidecen entre basura y cascotes, una estampa que poco tiene que ver con la que presentaban en 1960.
De generar riqueza, miles de empleos y llevar la marca Vigo por todo el país, incluidos los hogares más influyentes de mediados del siglo XX, a convertirse en foco de suciedad, basura y hogar de culebras y ratas. La viejas fábricas del Grupo de Empresas Álvarez (GEA) en Coruxo –o lo que queda de ellas, al menos– languidecen entre basura y cascotes, una estampa que poco tiene que ver con la que presentaban en 1960.
De generar riqueza, miles de empleos y llevar la marca Vigo por todo el país, incluidos los hogares más influyentes de mediados del siglo XX, a convertirse en foco de suciedad, basura y hogar de culebras y ratas. La viejas fábricas del Grupo de Empresas Álvarez (GEA) en Coruxo –o lo que queda de ellas, al menos– languidecen entre basura y cascotes, una estampa que poco tiene que ver con la que presentaban en 1960.
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