Ver más galerías relacionadas
Hilda Gómez
Ver galería >Por la paz, contra el narcotráfico, por nuestros marineros, contra la fusión de las cajas, en defensa de la sanidad pública o por el precio del Vitrasa. Cuando Vigo se pone en pie, el suelo retumba
'Golpe' en la calle por el autogobierno. En diciembre de 1979 una multitudinaria manifestación recorre las calles de Vigo para protestar por el recién aprobado Estatuto de Autonomía de Galicia. Cuando la cabeza de la marcha enfilaba ya Elduayen, todavía la cola se encontraba en la calle Lepanto. Aquel 4 de diciembre medio millón de gallegos salieron a la calle y FARO lo recogió así: “Testimonio unánime de Galicia por la autonomía”.
La 'Diada' gallega. Cientos de banderas de Galicia y multitud de pancartas desafiaban aquel 4 de diciembre al Gobierno presidido por Adolfo Suárez. El himno gallego sonaba por primera vez en Balaídos y por las calles de Vigo desfilaban arrebatadas unas 300.000 personas. Simbólica imagen esta en la que a modo de esquela se "enterraba" el Estatuto en una fecha histórica: "Faleceu vítima do atentado da UCD". En imagen, el alcalde de Vigo, Manoel Soto, durante su intervención en el acto final en el que se reclamaba un mayor autogobierno.
La "guerra" del naval. Con un 33% de paro y la reconversión del naval en marcha, la calle era un polvorín. En los años 80 la ciudad luchaba para que el tejido laboral vigués no se derrumbara. Pero la reconversión era imparable. En 1984, el Gobierno anunció las medidas más drásticas: reducción de la capacidad productiva de los astilleros, cierre de Ascón y Vulcano -finalmente resistió- y ajustes en Freire, Barreras y Santodomingo. Vigo perdió 4.260 empleos y solo 771 consiguieron recolocarse, muchos en Polyships.
Una jornada histórica. Toda la comarca de Vigo paralizada. Era 14 de febrero de 1984, pero no eran mensajes de amor los que corrían de boca en boca. La reconversión industrial y la elevada tasa de paro en un escenario nada halagüeño propició un seguimiento masivo de la huelga general. Más de 300.000 vecinos de Vigo y su área, trasladados en coches y autobuses, la secundaron. Una marea humana de tres kilómetros tomó el asfalto en un hito de la lucha obrera.
'Piratas' en la ría de Vigo. Cinco encapuchados 'tomaron' el puente de un barco de pasaje en 1985. 200 hombres subieron a bordo. Eran trabajadores de Ascón quienes en aquel en penoso mes de enero secuestraron la embarcación que cubría la ruta Vigo – Cangas en un puro acto de desesperación. Durante el secuestro el catamarán recorrió todos los astilleros de la Ría pidiendo la solidaridad de los restantes trabajadores del naval.
Ametralladoras frente a los obreros del naval. Durante el secuestro dos patrulleras de la Armada, intentaron en diversas ocasiones detener al barco. Al hacer caso omiso a las indicaciones los buques de guerra desenfundaron las ametralladoras instaladas sobre cubierta y fueron cargadas las piezas, maniobra que produjo momentos de, gran tensión entre los trabajadores.
Batalla campal por el precio del Vitrasa. Al grito de “Pases pro bus!”, miles de estudiantes se echaron a las calles para pedir descuentos en el billete de autobús, marquesinas para las paradas y autocares más modernos. De nada sirvió instalar cristales blindados ni que la policía viajase a bordo de los autocares la ciudad; parecía estar en guerra. La violencia de las protestas fue a más y se registraron heridos entre conductores y pasajeros.
"Pases pro bus!". De una flota de 119 autobuses, 56 fueron destrozados a golpe de pedradas y barras de hierro. Agentes antidisturbios llegados de Zamora sofocaron las protestas, protagonizadas por estudiantes menores de edad. Con el paso del tiempo, el conflicto se fue diluyendo. La revuelta terminó como había empezado. Pero, en la mente de toda una generación, quedó grabado el lema “Pases pro bus!”.
Un huracán pacifista. Enero de 1991. Miles de vigueses salieron desde vía Norte hasta la Puerta del Sol para mostrar su abierto rechazo a la guerra del Golfo. Las soflamas pacifistas retumbaron por toda la ciudad: "Guerra non, insumisión!". En la lectura del “primer parte de paz” se acusó a los gobiernos de “decretar este crimen contra la humanidad” en contra de la opinión de los pueblos.
En guerra por la paz. Y todo se paró. Los jóvenes vigueses se batieron el cobre por una guerra que espoleaba el mundo de un confín al otro. Los estudiantes de enseñanza media protagonizaron una jornada de paro para mostrar su total rechazo “al triunfo de la locura frente a la razón”.
Octubre de 1994. “Eran las seis de la tarde de un día gris (no podía tener otro color) ...” Así se iniciaba la crónica del periódico sobre la multitudinaria manifestación que congregó a cerca de 50.000 personas que realizaron el recorrido entre As Travesas y la rotonda que ahora existe en el Avenida de Castelao.
Coraje de madre. Miles de personas salieron a la calle en 1994 para protestar por las penas impuestas en la operación Nécora. Eran años duros, la droga reventaba familias y rompía ciudades. Muertes, peleas, atracos... Dolor. La gente estaba harta y la sentencia de la Nécora -el patriarca de los Charlines resulta absuelto y el resto de supuestos grandes capos reciben condenas medianas- espolea la rabia social que acaba golpeando el asfalto. Las madres gallegas encabezaron una marcha multitudinaria a la que se sumaron las autoridades municipales y autonómicas, así como representantes de agrupaciones antidroga de Europa.
El pulso vecinal de Teis: porras y puños. Las obras de construcción de la empacadora en la zona de Guixar provocaron intensos altercados en diciembre de 1994. Las protestas cada vez más agresivas pararon los trabajos en numerosas ocasiones. Pero el proyecto siguió adelante. Por el camino, heridos, detenidos, puños y porras. Y dos alcaldes vigueses 'tocados' por el pulso vecinal: Carlos Príncipe y Manuel Pérez.
Teis, en pie de guerra. El miedo a ls empacadora, los insectos, las ratas, los olores, el ruido... Los vecinos no estaban dispuestos a pagar ese precio. Y plantaron cara. Hasta 60 manifestaciones con parte diario de heridos. Pese a las pedradas, las protestas y todos los frentes abiertos de un barrio en pie de guerra, los camiones comenzaron a llegar a Guixar. Lo hicieron escoltados por la Policía. Con el paso de los meses, el conflicto se diluyó el conflicto y hoy en día la instalación está integrada en la zona.
Por nuestros marineros. Marzo de 1995. Más de 100.000 personas salen a la calle para defender los derechos de los pesqueros gallegos y portugueses en aguas de los caladeros del Atlantico Norte. Pero, sobre todo, lo hacen en solidaridad con los tripulantes del buque congelador Estai. El Concello distribuye 4.000 carteles para que los comercios se unan y anuncien su cierre. Mientras, en la otra punta del mundo, en el puerto de Sant John's, los habitantes en masa a abuchean a los marineros vigueses.
Y estalla la "guerra del fletán". Ese mismo día, 15 de marzo, el buque fue liberado después de depositar el armador una fianza de 45 millones de pesetas. La escalada de tensión se desinfla y se entierra el hacha de una guerra comercial. El apresamiento del pesquero gallego provocó una grave crisis diplomática entre Canadá y España, mientras que la Unión Europea se vio obligada a intervenir. El conflicto, que permanece vivo en la memoria colectiva a uno y otro lado del Atlánrtico, fue bautizado como “guerra del fletán”.
Una rabiosa marea celeste. La pesadilla cogió al celtismo en el atasco camino de la playa. El 1 de agosto de aquel caluroso verano de 1995, al mediodía, la Liga de Fútbol Profesional anuncia el descenso administrativo a Segunda División B del Celta y del Sevilla. Sin anestesia. La culpa del terremoto estaba en que ambos clubes no habían presentado el aval que debía cubrir el 5% del presupuesto previsto para la temporada 1995-96. La intención era que el fútbol español -que había sido rescatado con dinero público en 1990- se sometiese a unos sistemas de control y profesionalización que no existían en un mundo tradicionalmente incontrolable y opaco. Aún ahora, veinte años después, el fútbol sigue en la búsqueda del mismo objetivo.
El celtismo responde como nunca. La Liga se resiste a dar su brazo a torcer, Valladolid y Albacete amenazan con hacer valer sus derechos, los políticos locales prometen una solución y el celtismo responde como nunca. Se multiplican los actos de apoyo al club, las manifestaciones. La ciudad transmite como nunca su vinculación al club hasta el punto de que Rubalcaba, ministro de la Presidencia, sale en público para decir que no se puede castigar "a la gente". Finalmente se toma una decisión salomónica que consistió ampliar la Liga a 22 equipos durante dos temporadas, con Celta, Sevilla, Valladolid y Albacete.
Clamor vigués contra la guerra de Irak. Fue el grito más enérgico de todos cuantos se lanzaron en Galicia aquel marzo de 2003. Vigo lidera la marcha más multitudinaria, con unas 100.000 personas coreando aquel "Non á guerra". "Galicia di que non, a guerra é invasión!". Artistas (como Morris), políticos (Pérez Castrillo, Manoel Soto, Pepe Blanco...), poetas (Álvarez Cáccamo)... Las calles gritaban aquel día soflamas pacifistas con toda la impetuosidad de la conciencia colectiva ante la cumbre decisiva en las Azores donde el presidente del Estados Unidos, George Bush, comunicaría a Tony Blair y José María Aznar la decisión final de invadir Irak.
Una serpiente pacifista. De nuevo, el centro se colapsa por una causa pacifista. Según cifras de la organización, unas 150.000 personas gritaron “No a la guerra”. Cuando la cabecera de la protesta entraba en Porta do Sol, la cola de la marcha estaba aún a la altura de Lepanto.
Un dique frente al terrorismo. Vigo se queda pequeña para mostrar su solidaridad con las víctimas del atentado terrorista ocurrido en Madrid en marzo de 2004. Unas 400.000 personas colapsaron el centro de la ciudad. "En esos trenes íbamos todos", clamaban a pie de asfalto. Aquella matanza -dejó unos 200 muertos y 1.400 heridos-, sacudió de forma brutal a todo el país. Diez explosiones casi simultáneas en la red de trenes de cercanías de la capital que supuso un antes y un después en la lucha contra el terrorismo.
"Todos somos madrileños". Fue un tsunami pacífico y silencioso. Pero aplastante. Las muestras de duelo entre los vigueses eran innumerables. Crespones negros en los balcones, comercios cerrados y pancartas con lemas como “No lograréis hundirnos” o “Todos somos madrileños” sirvieron a los ciudadanos para dar un no rotundo al terrorismo. En la imagen, el final de la manifestación en Porta do Sol.
Y llegó el terremoto bancario. Febrero de 2010. "Pola defensa de Vigo, non á fusión". Bajo este lema, decenas de miles de personas salen a la calle convocados por el alcalde Abel Caballero. El sonoro rechazo a la fusión de las cajas gallegas era un clamor ante el incierto escenario financiero.
Adiós a Caixanova. Vigo salió aquel día a la calle en defensa de Caixanova, la caja de ahorros que muchos miles de vigueses consideraban casi como propia. El rechazo a la fusión con Caixa Galicia volvería al debate político una y otra vez durante los años siguientes.
En pie por la sanidad. Decenas de miles de personas -según la organización, hasta 200.000- de todo el área metropolitana acudieron a la llamada de la junta de personal del Chuvi para clamar juntos contra los "recortes" y las "deficiencias" en el nuevo hospital de Vigo. Minutos después de las ocho de la tarde partía del Hospital Xeral una larga hilera de manifestantes rumbo a Porta do Sol, donde se leyó el manifiesto cerca de una hora después. Pasadas las nueve y media de la noche, seguía bajando gente por Gran Vía rumbo a Príncipe.
Una marea humana de jóvenes y mayores, vecinos de la ciudad y de los municipios del área, de diversas ideologías y coleros políticos defendían en una jornada histórica la sanidad pública. Al grito de "Sanidade pública e gratuita", una riada de personas colapsó el centro desde las 20.00 horas. Tal fue la participación que mientras se leía el manifiesto en Porta do Sol, hora y media después, la marcha aún coleaba en el punto de partida, el hospital Xeral. Al repertorio se sumaron, en esta ocasión, consignas como "Somos pacientes, non clientes" o "O párking de pago, otro copago". El periodista Xabier Fortes y el músico Eladio Santos fueron los encargados de leer el manifiesto.
Noticia guardada en tu perfil
Ver noticias guardadas'Golpe' en la calle por el autogobierno. En diciembre de 1979 una multitudinaria manifestación recorre las calles de Vigo para protestar por el recién aprobado Estatuto de Autonomía de Galicia. Cuando la cabeza de la marcha enfilaba ya Elduayen, todavía la cola se encontraba en la calle Lepanto. Aquel 4 de diciembre medio millón de gallegos salieron a la calle y FARO lo recogió así: “Testimonio unánime de Galicia por la autonomía”.