Entre luces de neón y cantos a la Reconquista, galopamos por la historia del otro kilómetro cero de Vigo
Plaza de España, escenario de mil batallas e indómita anfitriona
La plaza de España articula una de las principales vías de entrada a la ciudad. Su construcción se incluyó en el primer tramo de la Gran Vía, el comprendido entre Urzáiz y las inmediaciones de O Castro. La corporación municipal optó por instalar en su centro el monumento a la Reconquista, en ese momento aún en fase incipiente. En imagen, el monumento y al fondo la residencia Almirante Vierna.
Plaza de España, escenario de mil batallas e indómita anfitriona
El escultor González Pola se hizo cargo del proyecto y tras su fallecimiento fue concluido por Juan Adsuara Ramos. El 3 de agosto de 1947, tras terminar la misa solemne del Cristo de la Victoria, se inauguró el Monumento a los héroes de la Reconquista. Su ubicación inicial era la plaza de Villavicencio, conocida popularmente como A Pedra, pero se desechó tras la urbanización de la Plaza de España.
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A mediados de los años 60, el monumento a la Reconquista es desplazado a la plaza de Zamora, llamada después de Independencia. El motivo fue la donación del productor cinematográfico Cesáreo Gonzalez de una fuente luminosa para la ciudad.
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El mismo día de verano, pero treinta años después de la primera inauguración, se presenta la fuente donada por el empresario del mundo del cine Cesáreo González. Fue diseñada por el ingeniero catalán Buhigas. Durante aquellos primeros días, la nueva imagen de la plaza llena de luz y color despertó la curiosidad entre los vigueses.
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La fuente presidió la puerta de entrada a la ciudad hasta la construcción de un túnel que enlazase ambos tramos de la Gran Vía, con una salida hacia la calle Pizarro. Además de ejercer de anfitriona, la plaza de España siempre ha sido zona elegida para las protestas de los vigueses. En imagen, una de las decenas de protestas de los trabajadores de grupo de empresas Álvarez GEA.
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Al desmontar la fuente, con la intención era reubicarla en otra zona de la ciudad, se comprobó que el vaso era de cemento forrado con placas de piedra, por lo que hacía imposible su recomposición. Una vez más Vigo demolía parte de su pasado.
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Un cambio de última hora en el proyecto introdujo una variante. La construcción de la salida a la calle Pizarro fue posible tras recortar el tramo de túnel de la Gran Vía. En lugar de empezar a la altura de la calle Bolivia el túnel saldría de la calle Honduras.
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El túnel se construyó de manera abierta. Primero se levantaron los muros para después proceder a su cierre. El paso subterráneo costó casi 620 millones de pesetas y la obra fue adjudicada a Dragados.
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Las grandes vigas que sostienen la zona superior del túnel tienen forma de una inmensa bañera. La longitud del túnel es de 227 metros de los que 101 son cubiertos con un ancho total de 13.50 metros dividido en dos calzadas de dos carriles cada una.
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El túnel fue inaugurado el 2 de febrero ante el temor de protestas vecinales. Solo entró en servicio el túnel que permitió descongestionar el tráfico existente en la zona. Aún quedaba pendiente la obra de Oliveira que coronaría la nueva plaza de España.
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El conjunto escultórico de Juan José Oliveira fue inaugurado tres meses más tarde. Con una altura de 18 metros y un peso cercano a las 20 toneladas su coste total ascendió a 89 millones de pesetas.
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El conjunto escultórico representa a cinco caballos ascendiendo por un torrente, elevándose el primero hacia el cielo en un vuelo espectacular. La escultura es toda de bronce, pero para conseguir el equilibrio del conjunto se crearon unas estructuras internas de acero inoxidable.
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En la base hay un estanque de diez metros de diámetro y sesenta centímetros de alto, rodeado de césped en rampa. Aunque en principio el conjunto estaba diseñado para que el agua brotase desde lo más alto del conjunto, los vientos que azotaban la plaza de España aconsejaban reducir el cauce.
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Las piezas del conjunto fueron fundidas en los talleres Codina Hermanos de Madrid. El que fuera cronista de la ciudad, Lalo Vázquez Gil, cuenta que con motivo del desplazamiento surgió un malentendido, pues el transporte de Vigo se vio forzado a pernoctar en un paso elevado. Esto hizo pensar a los medios de comunicación de Madrid que la bella obra se iba a ubicar en alguna de las plazas de la ciudad, reprochando que no se hubiese anunciado tal circunstancia.
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La inauguración del monumento en abril de 1991 estuvo empañada por numerosos grupos vecinales que se acercaron al lugar para protestar por los proyectos de la incineradora, la suspensión del plan de actuación de Pizarro y por la falta de convenio en el ayuntamiento.
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Con el paso de los años Los caballos de Oliveira se han convertido en uno de los símbolos de la ciudad. Cinco caballos salvajes reciben a quienes acceden a la ciudad por la Avenida de Madrid. Representan la vinculación de los caballos a la historia de Vigo pues poblaban el monte de O Castro hace miles de años.
La plaza de España articula una de las principales vías de entrada a la ciudad. Su construcción se incluyó en el primer tramo de la Gran Vía, el comprendido entre Urzáiz y las inmediaciones de O Castro. La corporación municipal optó por instalar en su centro el monumento a la Reconquista, en ese momento aún en fase incipiente. En imagen, el monumento y al fondo la residencia Almirante Vierna.