De los camellos y caballos de los primeros años, a los sofisticados montajes de la actualidad, la Cabalgata de Vigo envuelve en ilusión la ciudad cada 5 de enero
Así vivimos la noche más mágica
En 1971 las carrozas eran bastante más rudimentarias que ahora, donde la potente iluminación y el cada vez más sofisticado montaje han hecho de los desfiles auténticas obras de arte. Lo que no ha cambiado un ápice es la emoción de los niños que, ayer como hoy, se lanzaban a recoger los caramelos -entonces con azúcar- en pleno ataque de nervios. En imagen, la carroza del Rey Baltasar en el año 1971 repartiendo ilusión.
Así vivimos la noche más mágica
Al son de la gaita, sus Majestades los Reyes Magos habían llegado el día antes a la Estación Marítima de Vigo donde repartieron numerosos regalos entre los niños del personal de la Junta del Puerto y Ria de Vigo.
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A caballo por As Travesas. En 1979 todavía no se había abierto el debate animalista por la presencia de caballos y camellos en los espectáculos. Entonces, el recorrido de las carrozas discurría por la otra vértebra de la ciudad. En imagen, el rey Baltasar a lomos de un equino en la zona de As Travesas.
Así vivimos la noche más mágica
De los camellos y caballos de los primeros años, a los sofisticados montajes de la actualidad, la Cabalgata de Vigo envuelve en ilusión la ciudad cada 5 de enero
Así vivimos la noche más mágica
En el año 1982 Los Reyes Magos de Oriente recorrieron las calles viguesas montados en sus camellos. Venían de muy lejos y parece ser que la crisis también les llego a ellos. “Ya no somos ni tan jóvenes, ni tan ricos, pero hemos traído lo que hemos podido”, dijo Melchor. Será difícil volver a ver camellos en una Cabalgata.
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Ese año el alcalde Manoel Soto hizo entrega de una simbólica llave de la ciudad. Con ella se “abre el corazón de todos los que sabemos soñar, aunque hayamos dejado de ser niños”. Hoy, la llave que el regidor continúa entregando a los niños, ha duplicado su tamaño.
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Un guiño a los pequeños enfermos. En su visita de 1989 los Reyes Magos visitaron las plantas de pediatría del Hospital Xeral y del centro Povisa, en dónde repartieron a los niños allí ingresados, los regalos que habían solicitado. Un gesto que se repite año tras año.
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En los 90 el tamaño de las carrozas es significativamente mayor. Sus Majestades hacen uso de un tráiler para desplazarse, esta vez, sí, por Policarpo Sanz. Si bien, por entonces, el recorrido era a la inversa del actual.
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Sus Majestades han llegado a Vigo por tierra, mar y aire. En 1992 le tocó el turno a la vía férrea. Las salas de espera, andenes y las vías estaban atestadas de público. Uno de los presentes, ante la llegada del tren de la ilusión en hora, gritó: "¡Milagro!".
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Locura total. En 1993 no había vallas, ni agentes a caballo, ni miembros de Protección Civil controlando el recorrido. Entonces, cualquier sitio era bueno para auparse y tener un poquito más cerca a lo Reyes. En imagen, los pequeños -y otros que no lo eran tanto- subidos a los marineros de Ramón Conde en la Gran Vía abren los ojos hasta extremos difícilmente imaginables para ver el equipaje de sus Majestades.
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En 1999 la iluminación envuelve las carrozas. Miles de vigueses disfrutan de la ilusión en el preludio de una noche mágica. Los niños, durante el paso de la cabalgata, no dejan de gritar ante la mirada de sus padres: “A mí, a mí, que yo fui muy bueno”.
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El Celta más 'real'. En aquel 1999, los intérpretes, tan buenos en Balaídos como en esta misión improvisada, sacan su mayor sonrisa. En imagen, el Rey Baltasar que guarda un gran parecido con Mazinho.
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Año 2000. La organización y la seguridad cobra forma en un evento que se vuelve año a año más multitudinario. El convoy es cada vez más largo y la expectación obliga a mejorar la seguridad. Avalanchas de niños colapsan las céntricas calles de la ciudad en la tónica habitual de todo 5 de enero.
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Ese año el rey más aclamado entre los más jóvenes fue Baltasar. Firmaba autógrafos y posaba mientras era vitoreado como una estrella tras su gran parecido con Makelele.
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En 2001, como en 2018, la Cabalgata consigue esquivar el aguacero. Las carrozas ganan en porte y vistosidad. En imagen el Rey Melchor con una carroza rebosante de caramelos.
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Los personajes más populares de la ciudad toman el relevo a sus majestades durante la Cabalgata. En 2001, Melchor improvisó un villancico navideño a golpe de flauta. Tenía por cierto un gran parecido con Carlos Núñez.
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En el amor y en la guerra, todo vale. En las cabalgatas, casi también. Paraguas, bolsos, gorros o cualquier receptáculo vale para hacerse con el mayor número de dulces posible.
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Con los nervios a flor de piel, los niños vigueses extienden sus manos hacia sus Majestades. En imagen, la recepción a los Reyes en el edificio del rectorado en la calle Areal.
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Nos despedimos deseando que la ilusión del día no sea algo pasajero y dure todo el año. Recordad que cada cinco de enero, día de acostarse pronto, un halo de ilusión envuelve la ciudad. En imagen, carroza de Faro de Vigo en 2015.
En 1971 las carrozas eran bastante más rudimentarias que ahora, donde la potente iluminación y el cada vez más sofisticado montaje han hecho de los desfiles auténticas obras de arte. Lo que no ha cambiado un ápice es la emoción de los niños que, ayer como hoy, se lanzaban a recoger los caramelos -entonces con azúcar- en pleno ataque de nervios. En imagen, la carroza del Rey Baltasar en el año 1971 repartiendo ilusión.