Con flores o con fuego, en tierra o por mar, con música, fe o tirando de ironía, Vigo se entrega a sus fiestas. Del Cristo a San Blas, de la Reconquista al Carmen, de San Juan al Destornillo... Las procesiones, las tradiciones populares que engalanan sus calles y sus gentes se abrazan en un remolino de historia, gastronomía y diversión.
Vigo se va de fiesta
Bouzas se convierte en el barrio más concurrido en la segunda quincena de julio. Se celebra la fiesta más famosa de la ciudad en honor al Santísimo Cristo de los Afligidos, cuyo principal atractivo es el impresionante espectáculo pirotécnico.
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Cada verano el espectáculo Poético Piromusical llena de luz y color los cielos de la villa para el deleite de las miles de personas que se desplazan hasta el barrio marinero para conseguir el mejor sitio para seguir los fuegos.
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La Reconquista de Vigo es la historia de una gesta. Cada año, desde 1809, se recuerda y conmemora a los héroes que lucharon para echar a los franceses de la ciudad. En los años 80 era habitual depositar una corona de laurel, en la placa de la calle Victoria, en memoria de los héroes de aquel día.
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El alzamiento popular del 28 de marzo de 1809 convertiría a Vigo en el primer lugar de Europa en expulsar al ejército de Napoléon de una plaza conquistada. Todo ello gracias al arrojo de Cachamuíña, al papel del general Almeida; a la brillante estrategia de Vázquez Varela; a la firmeza de Fray Andrés, al caído Carolo... En imagen, autoridades depositan una corona de laurel ante la lápida de la plaza Almeida.
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Como recompensa, además de librarse del ejército de Napoleón, Vigo recibió el título de ciudad “fiel, leal y valerosa “. Con el paso de los años, la Reconquista se ha convertido en una de las fiestas más queridas de los vigueses. Su celebración es todavía más multitudinaria desde que la rehabilitación del Casco Vello vigués devolvió el protagonismo al germen de la ciudad. En imagen, la Escola Municipal de Danza en los actos de 1984 en la plaza de la Independencia.
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Los vigueses reciben cada año con los brazos abiertos a su Santísimo Cristo de la Victoria. Su origen presenta muchas incertidumbres. Durante años se creyó que el término 'victoria' hacía referencia a la expulsión de los franceses. Por ello inicialmente la procesión salía el 28 de marzo conmemorando la efeméride.
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Con el paso de los años el mes de marzo fue desechado por ser el tiempo muy variable. La procesión fue desplazada al primer domingo de junio, pero las lluvias todavía persistentes a esas alturas llevaron finalmente la celebración a pleno verano. Fue en la sesión plenaria del 28 de febrero de 1883 cuando se acordó el traslado definitivo de la festividad al primer fin de semana de agosto. Recortes de prensa que muestran los diferentes cambios.
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No se sabe con exactitud ni dónde, ni cuándo, ni quién talló la imagen, ni siquiera cuando llegó, ni quién la donó. Hasta la fecha, sólo se sabe que estaba, en la Colegiata, al menos, desde 1740, pero es posible que desde mucho antes. Al fondo de la iglesia se explica el sentido del término “Victoria” que originariamente significa Cristo muerto, pero con la esperanza de resurrección, es decir, la victoria sobre la muerte y el pecado. En imagen procesión a su paso por la calle Príncipe.
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Días después (16 de agosto) el pazo de San Roque acoge la romería más popular de toda la ciudad. Miles de fieles se dan cita para renovar su fe en el santo "milagreiro" durante la procesión de San Roque. Aseguran que su patrón es quien de sanarlo todo, y es esa la razón por la que cada año son miles los que prometen asistir.
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Bajo un sol abrasador y con las manos abarrotadas de velas de múltiples formas y tamaños, como manda la tradición, los devotos recorren en procesión las inmediaciones del Pazo que lleva su nombre, situado en pleno corazón de la ciudad. En imagen ofrendas al santo.
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Corría el año 1961 cuando los vigueses disfrutaron por primera vez de la Batalla de las Flores. Las calles de Policarpo Sanz y García Barbón se vestían de fiesta para recibir el desfile de las carrozas. Durante el trayecto, el público disponía de sillas y gradas para presenciar el espectáculo. Las sillas tenían un precio de 15 pesetas y 25 los asientos de grada.
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El histórico desfile veraniego despertaba una gran expectación, congregando a miles de vigueses. Grandes descargas de confeti y serpentinas mezcladas con flores dieron colorido al verano vigués. Hasta el año 1975 fue una fiesta con gran arraigo en la sociedad.
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Treinta años después se intentó recuperar la tradición. La batalla de las flores regresó a las calles en el año 2005 con un desfile de diez carrozas. Daba inicio a los actos conmemorativos “Vigo 2005 “con motivo de la salida de la Volvo Ocean Race. En imagen, jóvenes disfrutan de la recuperada tradición.
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Durante años el sonido de las gaitas y panderetas se apropió de las calles de Vigo para celebrar el Día da Muiñeira. Miles de personas salían a la calle para disfrutar del típico baile gallego.
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Desde el año 1971 el centro de la ciudad se vistió de terciopelo con pañoletas y linos rústicos de todos los colores y acabados. Vigo se impregnaba de color y alegría, mostrando por todo lo alto las raíces del folclore gallego. Patelas, pololos, cofias, pañoletas, dengues, corpiños, refajos o trajes de aguas volaban sobre el asfalto.
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Miles de hogueras iluminan la oscuridad cada noche de San Juan. Cientos de personas dan la bienvenida al solsticio de verano disfrutando de la noche más corta del año. Un coro de personas rodea una hoguera.
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Jóvenes y niños recorrían en tiempos no muy lejanos los domicilios recogiendo armarios viejos, cartones, maderas antiguas o cualquier otro material que fuese combustible con el afán competitivo de conseguir la hoguera más grande. La imagen de 1978 muestra a unos niños de la zona de Camelias solicitando colaboración ciudadana para construir su hoguera.
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Uno de los acontecimientos más divertidos de la ciudad era el “Des... tornillo”. Una caravana humorística que organizaba la Escuela de Ingenieros Industriales (Peritos) donde el humor y la parodia eran los grandes protagonistas. Se parodiaba la actualidad con grandes dosis de ingenio e ironía.
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Desde hace cientos de años, la llegada de la primavera y la muerte del invierno, así como la floración de las plantas se celebra con la popular Festa do Maios. Cientos de figuras son adornadas con elementos vegetales y frutos del campo. “No tambor da lúa redoblan os anxos. Anuncian gozosos que chegou Don Maio.”
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San Bartolomé y la Virgen del Alba reciben a miles de peregrinos en romería todos los 24 de agosto. Este santo se venera como abogado del miedo y los incendios. Según la leyenda la imagen debe ser golpeada tres veces sobre la cabeza del niño para que en este desaparezca la sensación de miedo.
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La imagen de San Bartolomé sale en procesión con la de la Virgen. El santo lleva un cuchillo en la mano -murió degollado-, y un libro santo en la otra y pisando una figura del demonio (símbolo del infierno, fuego y los incendios).
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Cientos de barcos engalanados con banderas salen cada 16 de julio a la ría de Vigo para rendir homenaje a la Virgen de Carmen. Las embarcaciones acompañan a la imagen durante esta procesión marítima.
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La fe y la devoción por el abogado de las afecciones de garganta atraen cada 3 de febrero a miles de personas para celebrar la festividad de San Blas. Según cuenta la tradición sus milagros se propagaron cuando sanó a un niño que tenia clavada una espina en la garganta.
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Pero San Blas, más que una fiesta son dos. Por un lado, el acto litúrgico y, por otro, el lúdico. La parroquia se llena de gente bailando y cantando. Los bares, tascas y furanchos se ven desbordados por la demanda de cacheiras, orellas, cachelos…. La gente degusta los manjares que el cerdo ofrece. “En San Blas, cocido tomarás”.
Bouzas se convierte en el barrio más concurrido en la segunda quincena de julio. Se celebra la fiesta más famosa de la ciudad en honor al Santísimo Cristo de los Afligidos, cuyo principal atractivo es el impresionante espectáculo pirotécnico.