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Hilda Gómez
Ver galería >De los bailes agarrados del Malecón al rock and roll del Hanoi; del rollo punk del Black Ball al pijerío de No se lo digas a mamá; de la brisa marina del Persígueme a los amaneceres en Vanitas o Código... La lista es interminable para las noches más largas de una generación que se bebió Vigo. Aquí va una pequeña muestra.
El Ruralex, templo de culto de la movida viguesa, como lo fue el Kremlim. La ciudad estaba en pleno estallido cultural y este local, de singular decoración, era pródigo en actuaciones musicales, un motor cultural. Su cierre dio paso al Vademecum primero y a Radar después. En la imagen, unos jóvenes en Ruralex en 1994.
Vademecum. Uno de los “dance clubs” más prestigiosos del norte de España frecuentado por los incondicionales de la noche. Aparecía en todas las guías especializadas en ambientes techno y house como el más importante de Galicia. Según palabras de su fundador, Julio Gómez, “el local nació sin una idea definida, aunque había preferencia por las nuevas tendencias musicales". Es uno de los pocos locales de la movida que ha sobrevivido transformado ahora en Radar. En la imagen, la fachada de Vademecum en 1999.
El Manco. Muy próximo al Vademecum se encontraba este local en la sombría calle Lepanto, cuando el Scalextric le robaba la luz y la vida a los vecinos de la zona. Y entonces, en 1982, este pub abrió sus puertas para convertirse en uno de los referentes de la ciudad. Allí empezaría a ensayar uno de los grupos con mayor proyección nacional de la música viguesa, Golpes Bajos. Por su pista se deslizaron desde los más irreverentes a los más conservadores. El mismísimo Rey de España, entonces Príncipe Felipe, o Mariano Rajoy poco antes de ser nombrado secretario general del PP, se dejaron caer por la calle Lepanto. El Manco cerró sus puertas a principios de los 90.
El Malecón. Los amantes de la salsa aún lo añoran. En la calle Venezuela, lo mejor de la música latina pasaba por allí -Compay Segundo inauguró un largo y extraordinario cartel-, hasta el punto de convertirse en una embajada de Cuba. Era uno de los locales más concurridos. En imagen, una pareja bailando en 1990.
BOE. Con una terraza de cristal sobre la piscina, en Samil se encontraba este establecimiento que le dio una vuelta a la antigua discoteca Casablanca. Abierto de una a tres de la madrugada, convenía reservar mesa. La música seguía sonando hasta las seis de la madrugada para los más audaces de la noche. En la imagen, una panorámica de su inconfundible terraza en 1989.
TEBEO. Todo el "bollerío fino" de los 80 tenía una cita imprescindible en el Areal. El local, que abre sus puertas en el 84, hace piña con la discoteca No se lo digas a mamá, con clientela adicta a ambos locales -Sol y Ribelinos fueron otro dueto imprescindible en este enorme listado-. Hoy, establecimientos como el 20th Century le han tomado el relevo.
20TH CENTURY ROCK. Tras el cierre de No se lo digas a mamá, se abrió en el verano de 1999 un pub de inspiración americana con una impactante decoración de corte cinematográfico. Nació por iniciativa de los socios del Indian, del Public y del Bikini. Mil iconos de la cultura estadounidense dan vida a uno de los locales más emblemáticos de la ciudad con salones temáticos.
DUKE. A finales de los 80, cuando la movida madrileña se escribía con V de Vigo, otro de los lugares de referencia era la discoteca Duke, situada en la calle Nicaragua.
U.V.I. Cuando los primeros rayos de sol asomaban por el horizonte y no había donde continuar la fiesta, ahí estaba U.V.I, el after que te acogía hasta pasadas las diez de la mañana. Sus puertas abrían una vez cerraban el resto de los locales.
EL PAÑUELO. Cuando la zona de vinos era aún territorio comanche, no había nada mejor que pasar por locales como El Pañuelo, donde las copas iban y venían y se daba cita lo más granado del momento. En la calle Teófilo Llorente, El Pañuelo, con dos plantas, era uno de los clásicos. Otros locales como el Bohemia, el Porrón, Rodas, A Mordiscos, Planta Baixa, el pub del Náutico o el Anghara -con aquella estupenda terraza- formaban parte de la ruta de moda en una época en la que los combinados con Licor 43 (piña, cola...), los chupitos 'asesinos' (¿quién no paraba en el Tumba?) o el DYC eran los reyes de una carta que aún desconocía los efluvios del Gin Tonic.
PEDRAMOLA. Siguiendo en vinos en la calle Real, con un ambiente más oscuro y en el que se juntaban la mayoría de tribus urbanas, se encontraba el Pedramola con conciertos en directo.
La Iguana Club abrió sus puertas en diciembre de 1990, en el local de un antiguo gimnasio del Barrio de la Estación. Desde principios de la década de los 90 cientos de grupo españoles y extranjeros actuaron en su sala. Uno de los primeros conciertos lo protagonizó el extinto grupo de Nueva York Devil Dogs. Hoy es un templo cultural y referente indiscutible de la agenda musical. Que levante la mano quien no haya tocado su barandilla.
El pub Dublín fue uno de los principales motores del folk gallego desde su fundación en el año 1992. Entre sus clientes habituales estaban Carlos Núñez, Budiño o Berrogüetto. El pub tenía el concurso de narrativa breve “Café Dublín”. En imagen, el interior del local en 1994.
En el espacio que ocupaba una tienda de ultramarinos de la calle Churruca se levantó el “Black Ball”. Al frente, ni más ni menos que miembros del grupo de rock Killer Barbies. Destacaba su peculiar estética con muñecas insertadas por la pared, botes de detergente sobra la barra y pósters de películas de ciencia ficción de los años 50.
En el verano de 1984 nacía en Nigrán la sala de discotecas Vanitas Vanitatis. Fue una referencia y un lugar de cita indiscutible en la movida nacional. Por sus escenarios pasaron Los Ronaldos, Semen Up, Loco Mía, Blow Monkeys,… Fue toda una leyenda donde muchos apuraban la noche hasta las primeras luces del alba. Con su derrumbe, más de uno sintió una punzada en el corazón. En imagen, una fiesta de carnaval en 1987.
En Baiona se encontraba la gran discoteca Interprais cuyo nombre original fue Enterprise. Las fiestas aquí eran para vivirlas. Tras su cierre volvió abrir con el nombre de Basic. En sus inicios, la mezcla de edades y tribus resultaba incluso pintoresca. Llegarían poco después los años en los que Baiona se convertiría en reina indiscultible del verano, por sus callejuelas no cabía un alfiler -menos una copa-, y toda la gente 'guapa' se dejaba ver. Interprais ponía el colofón a aquellas noches inolvidables. En imagen, baile en 1982.
Sin salirnos del municipio, otro referente era Persígueme Rodríguez. ¡Si aquellas columnas hablaran...! Local amplio, en una nave acondicionada, con jardín en la parte trasera y frente a la playa de Ladeira. Las noches de verano tenían otro sabor cuando uno entraba en el Pérsígueme.
SALITRE. Al otro lado de la ría y ya más reciente en nuestra memoria la discoteca Salitre de Moaña. Nació un 29 de diciembre de 1983 buscando diferenciarse del resto. Entrar en su sala da la extraña sensación de encontrarse bajo el mar. Un mundo de luces, estalagmitas y gigantescos acuarios atravesados por la música.
Uno de los mejores bares alternativos era el Rass. Bar de copas abierto en el año 1986 en el casco vello de Vigo. Sus conciertos era su mejor reclamo en un ambiente alternativo. Siempre abierto de lunes a sábado a partir de las ocho de la tarde.
En la calle Canceleiro , el pub Indian rememoraba desde el año 1994 el ambiente indio americano. Uno de los locales de ocio más visitados de la ciudad, abría todos los días de la semana de 19.30 a 01:30 , ampliando el cierre durante el fin de semana. Su ambiente americano cuidado hasta el ínfimo detalle hizo que apareciese en varias guías turísticas.
Sete mares, local situado en el entorno de Santiago de Vigo. Su decoración al detalle y buena música atraía al publico de todas las edades. Uno de los elementos emblemáticos del Sete Mares era su mural obra del pintor Rufino Peral. En la imagen, el interior en 1999.
Hanoi, pequeño local en la calle Irmandiños que se convirtió en el punto de reunión de decenas de rockers. En el bar sonaba lo mejor del rock and roll, rhythm and blues y soul mundial. En imagen, el Hanoi en 1999.
XANADU. Es uno de los nombres propios de las grandes discotecas de Galicia -Queen tomaría después el relevo-. Emplazada en Mos, fue durante años el lugar de diversión de miles de jóvenes que disfrutaron de los espectáculos que ofrecía una sala de dimensiones desconocidas hasta entonces.
La reina por excelencia en Mos abrió sus puertas en el verano de 1993. La macrodiscoteca Queen acogió grandes fiestas temáticas y la visita de las figuras más importantes del panorama nacional e internacional. Las dos plantas ofrecían ambientes diferenciados y sus dos amplísimas barras permitían apurar el tiempo de espera por la consumición. Se podía escuchar dance, house, progresiva y música latina.
En agosto de 2007, después de 34 años de bailes, romances, diversión y grandes, cerró sus puertas el Nova Olimpia. Desde su apertura en el año 1973 fue un referente en la ciudad. Como sala de conciertos pasaron por sus escenarios muchos de los grandes artistas de nuestro tiempo. En imagen, una noche de 1989.
El local Código de Barras, en la avenida de Europa, fue durante años lugar de resguardo para los jóvenes durante las últimas horas de la noche. Las colas para entrar eran tan habituales como la imagen de algún cliente vencido por el sueño incluso en posición vertical. De allí se salía ya con las gafas de sol puestas. Más de un taxista lo echará de menos.
Sin dejar la zona de Samil encontrábamos la discoteca Public, donde el lleno estaba garantizado. Su nombre antes era Nos vamos a publicidad. Todo el 'pijerío' se dejaba caer por aquí.
En pleno centro, en la calle Venezuela, la discoteca Embassi -antes Oliver- era uno de esos sitios en los que se dejaba notar el calor del amor en un bar, como cantaba Gabinete. Características eran sus dos pistas de baile. Una de dance y otra de latino. Todo el mundo tenía cabida allí.
El chalé de la avenida de Galicia en Teis era la discoteca Dominus. Antes había acogido el Brujas, negocios de hostelería y el Emporio, que quedó marcado por trágico suceso que llevó a su cierre. El portero del local fue condenado por la muerte de un joven apuñalado a las puertas de la discoteca. El suceso conmocionó a toda Galicia.
En imagen, varios locales de aquella movida viguesa que frecuentaron los últimos de la EGB.
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