Este 13 de noviembre se cumplen dos décadas de una de las peores catástrofes medioambientales vividas en todo el planeta: el Prestige. Un petrolero monocasco en condiciones deplorables acabó partido en dos el 19 de noviembre tras dar el SOS seis días antes con 77.000 toneladas de fueloil a bordo. La mayoría de su carga acabó anclada en las rías gallegas especialmente, dejándolas llenas de lo que todos acabaron llamando 'chapapote'. Esta marea negra provocó el nacimiento de una marea blanca, cientos de miles de voluntarios dispuestos a devolver a la naturaleza su condición original. También surgió entonces el movimiento Nunca Máis, un azote a la gestión ineficiente de las administraciones gallegas y españolas.
Un repaso a los 20 años de una de las mayores catástrofes medioambientales del planeta
Lavandeira Jr. (EFE)
Nadie pensaba aquel miércoles de hace 20 años que un petrolero monocasco de capital griego y bandera de Bahamas cambiaría la historia de Galicia para siempre. El 'Prestige' supuso un antes y un después mayúsculo en la comunidad, no solo a nivel político y medioambiental, sino que trajo consigo un movimiento social sin precedentes.
El primer SOS
Salvamento Marítimo
El buque, de más de 234 metros de eslora y 34 metros de manga, lanzaba un SOS a las 15.15 h del 13 de noviembre de 2002 a 28 millas de Fisterra. Con 77.000 toneladas de fuel a bordo, horas después del aviso, comenzaba la evacuación de sus 24 tripulantes. Esa misma tarde, los primeros litros de crudo comienzan a vertirse. Así comenzaba la catástrofe.
La gran brecha: el 'Prestige' se parte en dos
Tras seis días de agonía en los que el chapapote no dejaba de brotar y la marea negra anegaba la costa gallega, el maltrecho petrolero no resiste los golpes de mar. Se parte literalmente en dos a 260 kilómetros de Cíes y comienza a hundirse.
La marea blanca contra la marea negra
Jesús de Arcos
De la marea negra surgió la marea blanca. Miles de voluntarios espontáneamente acuden a las zonas afectadas para tratar de luchar contra la indescriptible mancha de fuel que asolaba el litoral.
Mano a mano contra el chapapote
Lavandeira Jr. (EFE)
Monos, botas, guantes, mascarillas y poco más. Con ese material contaban aquellos que se ponían mano a mano en la lucha contra el avance del chapapote. Una carrera de fondo que duró meses. En la imagen, la zona de Muxía en enero de 2003.
Voluntarios en Arousa
Iñaki Abella
Cientos de voluntarios se metían hasta la cintura en el fuel. Sin demasiado tiempo a pensar, comenzaron a actuar. “Vi gente con muchas más afecciones, personas cuya piel había estado en contacto directo con el fuel y que habían respirado los fuertes vapores”, cuenta a FARO Suso Domínguez, miembro de uno de los primeros equipos de voluntariado.
Cadena de solidaridad
Carlos Pardellas
Se llenaban decenas y decenas de contenedores de obras con crudo, capacho a capacho, formando cadenas humanas, codo con codo. Mientras unos se batían con la marea negra, otro vecinos se acercaban con comida, ánimos y agradecimiento.
Voluntario en Ons
Miguel Riopa
Por momentos, las fuerzas flaqueaban, peor no importaba cómo de alto o de lejos hubiese que llegar.
Voluntarios en Muxía
Miguel Riopa
Fue tal la movilización social que el propio ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, pidió que no acudiesen más voluntarios a las costas gallegas.
Les iba la vida en ello
Gonzalo Núñez
Marineros, mariscadoras, vecinos... Ellos fueron los verdaderos protagonistas, víctimas y héroes sin desearlo. Sus esfuerzos se centraban en frenar la llegada del chapapote con los medios que tenían a mano, en ello les iba la vida. La producción de pesca autóctona –la vertiente más afectada– después de la tragedia se redujo en 31.000 toneladas y 56 millones de euros.
Limpieza de la playa de Lourido, en Poio
Rafa Vázquez
Sus aparejos se convirtieron en improvisadas herramientas para afrontar el desastre que los asolaba. “Decían que había material y de todo, y que no había fuel, etc., luego no fue así, no había barreras, no había protocolos..., había esa sensación de engaño, frustración e impotencia" recuerda Suso Domínguez.
Trabajos de limpieza de marineros y voluntarios
Gonzálo Núñez
Se buscaban soluciones y recursos ajustados a la necesidad, el tiempo apremiaba.
Apoyo militar
Lavandeira Jr. (EFE)
El 5 de diciembre, el ministerio de Defensa movilizó a 500 militares para trabajos de limpieza en las playas.
Después de tres meses
La imagen de satélite mostraba así la situación el 7 de febrero de 2003.
Voluntarios en Samil
Ricardo Grobas
El arenal vigués también sufrió las consecuencias de la catástrofe.
Verano de 2003
Salvador Sas
Aquella carrera fue de fondo y el verano siguiente, el de 2003, dejaba imágenes tan atÍpicas como esta: veraneantes en Langosteira conviviendo con equipos de limpieza.
90.000 aves muertas
Lavandeira Jr. (EFE)
Un estudio de la Universidade de Vigo apunta que alrededor de 90.000 aves murieron por la acción directa del chapapote. "Las más afectadas fueron los álcidos, como los araos, las alcas y los frailecillos, aves buceadoras que provienen del norte de Europa e invernan en la Península Ibérica", explica el profesor de Biología de la UVigo, Alberto Luís Velando, del área de Zoología.
Cinco años de luto
Alberto Estévez
Las investigaciones concluyen que las playas tardaron hasta 5 años en regenerar su biodiversidad.
Antes y después
Lavandeira Jr. (EFE)
La comparación del antes y el después: Muxía 2002 vs. Muxía 2003 y...
La primera década
Lavandeira Jr. (EFE)
... la Muxía tras el 'Prestige' y en 2012.
45.000 escolares en la Costa da Morte
Víctor Echave
El desastre del 'Prestige' supuso además un revulsivo social. En la imagen, más de 45.000 alumnos y alumnas gallegos de diferentes edades forman una cadena humana en la Costa da Morte.
Nunca Máis
José Lores
Nació entonces el movimiento social Nunca Máis, que alzó su voz de protesta y llenó las calles para exigir soluciones. Detrás de la iniciativa figuraban, principalmente, el BNG, el PSOE, colectivos ecologistas, organizaciones sindicales y asociaciones vinculadas al sector del mar, algunas incluso cercanas al PP. En la imagen, manifestación en Vigo organizada por la propia plataforma.
Las autoridades, en el blanco de las críticas
Ana Varela
En el blanco de sus críticas, la Xunta y el Gobierno central, ambos regidos por los populares, con Manuel Fraga y José María Aznar a la cabeza, respectivamente. En la imagen, varias autoridades en el paseo de Muxía.
Fraga, de cacería
Torrecilla
A Fraga se le acusó de irse de cacería cuando estalló la crisis, y a Aznar, de visitar la zona afectada un mes más tarde. En la imagen, Fraga visita Caión (Laracha).
Enredo judicial
José Cabalar (EFE)
Todavía a día de hoy, el enredo judicial sigue abierto. 20 años después, los culpables no pagaron. El Gobierno aún pleitea con la aseguradora, a la que solo puede arrancar 900 millones. En la imagen, Álvarez Cascos en el juicio.
El capitán: Apostolos Mangouras
Torrecilla
El capitán, Apostolos Mangouras, fue condenado por un delito contra el medio ambiente. Cumplió tres meses de cárcel y dos años de libertad vigilada.
Protestas en un partido en Balaídos
Salvador Sas
Protesta en el Celta-Almería de 2013 tras conocerse la sentencia de la catástrofe.
La generación nacida en el propio 2002
Ricardo Grobas
Los nacidos en el año del 'Prestige' no vivieron de cerca todo lo ocurrido, pero sí les ha llegado información, sobre todo estos días, desde los medios de comunicación y por parte de testimonios directos de quienes estuvieron presentes. Se ven con mayor conciencia ecologista que sus padres, aunque consideran insuficientes los avances, y desconfían de los grandes poderes: “Puede volver a ocurrir”.
Y tras dos décadas...
Iñaki Abella
Decir 'Prestige' significa, después de 20 años, revivir el olor a chapapote, de ese fuel que asoló y condenó a la fauna, a la flora, a la salud de las personas y a la socioeconomía. Pero del mismo modo que el crudo se adhería a la roca, los gallegos se aferraban a lo que les quedaba, su fortaleza para resurgir incluso cuando el futuro se tiñe de negro.
Nadie pensaba aquel miércoles de hace 20 años que un petrolero monocasco de capital griego y bandera de Bahamas cambiaría la historia de Galicia para siempre. El 'Prestige' supuso un antes y un después mayúsculo en la comunidad, no solo a nivel político y medioambiental, sino que trajo consigo un movimiento social sin precedentes.